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Imagen tomada durante una prueba de esfuerzo.
Cuánto aguanta un corazón

Cuánto aguanta un corazón

Deportistas de élite o pacientes con enfermedades coronarias se someten a una ergometría para detectar la capacidad máxima de esfuerzo. Una prueba necesaria para quien empiece en el deporte a partir de los 35 años

linda ontiveros

Viernes, 18 de marzo 2016, 14:50

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Diez electrodos recogerán el electrocardiograma frente al esfuerzo. Dos se colocan cerca de la cadera; otro par, próximo a los brazos; y seis en el pecho. La prueba de esfuerzo o ergometría, a la que se someten desde personas con problemas coronarios hasta deportistas de alta competición, comienza con un electrocardiograma de la persona en reposo. Luego, sube a una cinta rodante, que comienza a baja velocidad para que el paciente camine. El electrocardiograma es continuo y permite observar los cambios del corazón durante el esfuerzo. No hay un tiempo establecido, y puede interrumpirse cuando los datos indican que hay riesgo para el paciente, o cuando se ha recopilado suficiente información. «La prueba no está limitada por el tiempo sino por el grado de esfuerzo o por la aparición de signos o síntomas que obliguen a que la prueba se detenga», explica el doctor Emilio Luengo, coordinador del Área de Actividad Física del Programa Empresas Cardiosaludables de la Fundación Española del Corazón (PECS). «Aunque el tiempo total nunca está predeterminado, la prueba está programada por un protocolo donde existe una serie de etapas que frecuentemente duran unos 3 minutos, cada una con una carga de esfuerzo distinta y progresiva», agrega.

Cómo se prepara al paciente

  • Para hacer una prueba de esfuerzo el paciente no requiere una preparación especial, ni estar en ayunas.

  • Se recomienda que lleve zapatillas deportivas y un pantalón cómodo, que le permita el movimiento en la cinta de caminar.

  • El personal sanitario acondiciona la superficie de la piel donde se colocarán los electrodos. Primero, se elimina el pelo cutáneo y se limpia de toda la grasa para que los electrodos puedan adherirse lo mejor posible a la piel. Se evita, de esta manera, que se produzcan interferencias.

  • El centro médico también puede proporcionar una camiseta de sujección, para mayor fijación de los electrodos, en caso necesario.

Al terminar el ejercicio, comienza la monitorización del proceso. Esto permite detectar factores relacionados con la tensión arterial, la falta de riego coronario o las arritmias. Pero además de en los deportistas en los que se busca la capacidad máxima de esfuerzo, «se realiza a pacientes que tienen, o se sospecha que pueden padecer, enfermedad coronaria o bien en ciertos casos de insuficiencia cardiaca, cuyo principal síntoma es la dificultad para respirar», prosigue el doctor Luengo. «En el caso de los deportistas, generalmente se busca su capacidad funcional máxima, es decir, cuánto esfuerzo puede alcanzar en el deporte que está haciendo. Cuando se hacen de forma sucesiva, las pruebas son de utilidad para ver cómo va evolucionando el entrenamiento, si mejora o empeora su nivel de entrenamiento cardiorrespiratorio».

Cuando no se busca diagnosticar una enfermedad, sino información para mejorar el rendimiento físico, a los deportistas se les mide el consumo de oxígeno de forma directa, mediante el uso de una mascarilla o a través de la valoración de la producción de ácido láctico con el análisis de una gota de sangre, tanto en la fase de aerobiosis (consumiendo oxígeno y glucosa) como en la de anaerobiosis (degradando grasas usando menos oxígeno, siendo menos eficiente). «Cuanto más entrenado está un deportista, más gama de frecuencia cardiaca tienen en tramo aeróbico», dice el doctor Luengo. La prueba de esfuerzo mide cuánto oxígeno consume y cuánto anhídrido carbónico produce como consecuencia del esfuerzo. Con cada nivel se modifica la velocidad o la pendiente, y se compara con el consumo de oxígeno predeterminado que una persona necesita para hacer un esfuerzo en un determinado tiempo.

Enfermermedades que puede detectar

  • -Falta de riego coronario (isquemia).

  • -Arritmias. Si se observan extrasístoles más o menos frecuentes que se incrementan con el ejercicio, suelen indicar que podría haber un problema coronario que no ha aflorado como isquemia. En ocasiones puede pasar lo contrario arritmias que aparecen en reposo y que, cuando comienza el esfuerzo, desaparecen. Normalmente son arritmias funcionales que, aunque hay que verlas con cuidado, no ocultan una enfermedad seria.

  • -Bloqueos de rama o indicadores de espasmo coronario.

Un prueba no inocua

No exenta de riesgos, la prueba de esfuerzo, aunque esté monitorizada por especialistas, puede llegar a causar accidentes, incluso la muerte a pacientes con estenosis aórtica severa y, por tanto, está contraindicada en estos casos. Tampoco se recomienda a aquellos con episodios coronarios agudos en activo, con problemas de deambulación u osteoarticular, o de edad avanzada que presenten problemas de coordinación o de visión. «La prueba en sí misma no hace daño, pero sí tiene cierto riesgo, porque estamos intentando poner al corazón en unas condiciones que no son las habituales», señala el doctor Luengo. «En alguna ocasión puede ocurrir un episodio serio, como la aparición de una angina de mal control, la inestabilidad de una enfermedad coronaria, o una parada cardiorrespiratoria. La proporción es muy baja pero no es despreciable, y el paciente debe estar informado y dar su consentimiento».

Sin embargo, no hace falta ser un atleta para someterse a una ergometría. Se recomendaría para aquellos de más de 35 años que quieren entrenar o preparar una carrera, sobre todo de gran fondo como un maratón. «A partir de esa edad el peso estadístico de la enfermedad coronaria empieza a ser lo suficientemente alto como para justificar una prueba de esfuerzo convencional, no deportiva», advierte el doctor Luengo. «El reconocimiento deportivo incluye la realización de una historia clínica completa, exploración física, electrocardiograma en reposo y, si se sobrepasa esa edad, prueba de esfuerzo. Si aparecen datos que hagan pensar que hay alguna enfermedad oculta se hacen más pruebas. De lo contrario, una razonable garantía estadística indica que la persona está sana para hacer una actividad física, también razonable. Aunque hay que aclarar que un maratón no se puede hacer sin preparación».

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