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Unidad de Dolor Infantil del Hospital La Paz (Madrid).
Color, parques y videojuegos en la quimioterapia

Color, parques y videojuegos en la quimioterapia

Durante las largas sesiones de tratamiento contra el cáncer, las unidades oncológicas pediátricas se llenan de colores para que el juego ayude a olvidar el sufrimiento

linda ontiveros

Jueves, 25 de agosto 2016, 11:58

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La quimioterapia se asocia a altos niveles de ansiedad, a dolor y a diversos efectos secundarios, lo que puede provocar un trauma emocional en los niños, que de pronto se ven rodeados por un entorno hospitalario desconocido que sustituye su protector ambiente familiar. Cuando este cambio se percibe como una amenaza, se activa el sistema nervioso simpático, que es aquel que nos activa mecanismos de protección frente a los peligros, lo cual puede resultar contraproducente para la terapia contra el cáncer, pues para los niños es muy difícil controlar esta situación.

«El problema de la activación de este sistema es que genera tensión muscular, sobrecarga al organismo y reduce la actividad del sistema inmune, que es de una enorme importancia en la lucha contra las infecciones y los tumores», explica el doctor Mario Alonso Puig, especialista en Cirugía General y Digestiva, y Patrono de Honor de la Fundación Juegaterapia. «A nivel mental, la ansiedad ante la posible experiencia dolorosa durante la quimioterapia incrementa la sensación física de cualquier tipo de dolor que pueda sentirse durante el tratamiento».

La segunda vida de una consola

  • Las consolas que reparte la Fundación Juegaterapia provienen de donaciones particulares, personas que ya no las utilizan y deciden darles una segunda vida para los niños que tienen que pasar un largo tiempo en los hospitales. Gracias a un acuerdo con la empresa Envialia, llegan a la sede central de la fundación y allí se clasifican, preparan y entregan a los hospitales con habitaciones de oncología pediátrica. Los ordenadores portátiles se regalan a los niños que sufren enfermedades que les mantienen durante largo tiempo en áreas hospitalarias. «Juegan incluso en las fases de más debilidad o de aislamiento», sostiene Lourdes Amayas, que, como madre, pasó por esta experiencia y ahora trabaja en la Fundación Juegaterapia. «Los videojuegos les conectan en esos momentos con mundos fantásticos, y durante unas horas pasan de ser niños enfermos a ser princesas, guerreros, superhéroes lo que ellos quieran».

El juego como terapia

Para contrarrestar este efecto indeseado, las unidades especializadas en quimioterapia infantil se han vestido de color, y reciben a sus pequeños pacientes con consolas de videojuego e incluso un parque exclusivo. La Fundación Juegaterapia, que realiza este servicio, comenzó entregando consolas, de las que han repartido unas 2.500 en los hospitales españoles con servicio de oncología pediátrica y en centros médicos de Afganistán, Marruecos, Portugal, India, Guatemala y Ecuador. Luego hicieron parques en lugares como la cubierta en desuso del Hospital 12 de Octubre de Madrid, que ahora sirve de lugar de entretenimiento para los internos de todas las patologías pediátricas, que pueden salir a jugar cuando su médico lo permite, siempre, desde luego, que no estén muy débiles o en aislamiento.

Y el proyecto continúa ahora con la decoración amable y alegre, que derriba los estereotipos, como el que está en marcha en el madrileño Hospital La Paz, cuya Unidad de Dolor Infantil atiende a unos 2.000 niños al año, con dolor agudo y crónico, ya sea por cáncer o por un procedimiento médico, como punción de médula ósea, punción lumbar, algún tipo de prueba diagnóstica o terapéutica. «Lo que hemos hecho es customizar la Unidad para convertirla en la unidad del color, donde se realizan procedimientos dolorosos a los niños, ya sea bajo sedación-analgesia o sedación general, además de la sala de espera y la habitación donde los niños van cuando se despiertan tras el procedimiento médico», explica el doctor Francisco Reinoso, jefe de Servicio de Anestesiología y Reanimación Pediátrica del Hospital La Paz.

Así, la camilla es una hoja de helecho; la lámpara, una seta gigante; el techo, un jardín de mariposas. «Desde que hemos cambiado el ambiente en el que están los niños, pasamos de tener pacientes con unas tasas de satisfacción del 79% a una por encima del 99%», asegura el doctor Reinoso. «Creo que se ha hecho con un criterio que ha logrado dar calidez a la unidad, así como la combinación de colores de las paredes produce una sensación de apaciguamiento psicológico por el simple hecho de estar ahí. Yo tengo mi despacho en esta área y noto ese efecto», agrega.

También lo notó Lourdes Amayas durante el último ciclo de quimio de su hijo, para el que necesitó ingreso hospitalario. «Tener el aire en la cara, ver el cielo, tirarse por un tobogán, es increíble», dice Amayas, quien se desempeña como responsable de prensa de la Fundación Juegaterapia. «No tiene nada que ver estar durante semanas con un niño de tres años en la habitación de un hospital, paseando por el pasillo. Les cambia el día. Pueden ser felices también allí».

Lo lúdico contra la ansiedad

Cuando un niño está jugando con su consola en un juego que le absorbe evita que su mente genere el tipo de pensamientos que producen ansiedad, aumentan el dolor y potencian la actividad del sistema nervioso simpático. «Lo lúdico produce relajación, lo cual indica que la sensación de amenaza ha disminuido o incluso desaparecido y que el cuerpo se siente ahora a salvo», explica el doctor Alonso Puig. «Un jardín en un hospital es un remanso de paz para un niño enfermo y su familia. El que en un momento determinado durante el ingreso hospitalario pueda utilizarlo depende del tipo de terapia y del momento evolutivo en el que se encuentre la enfermedad».

Esta sensación corporal de estar a salvo, explica el experto, se asocia con la activación de otra parte del sistema nervioso, conocida como sistema nervioso parasimpático y que favorece tres cosas: una mejor aceptación del tratamiento, mejor interconexión con las personas que rodean al niño y un funcionamiento más adecuado a nivel celular y del organismo en su conjunto. «El sistema nervioso parasimpático es el principal encargado de cuidar de nuestra homeostasis, del equilibrio de nuestro cuerpo, de que nos mantengamos sanos y también de ayudarnos a recuperar nuestra salud si la hemos perdido», mantiene el doctor Puig.

Los beneficios del juego y el color no beneficia solamente a los pacientes oncológicos.

Alejandro Paniagua tiene 12 años y padece una enfermedad rara que le produce una discapacidad del 90%, que incluye una escoliosis que le produce dolor. Vive en Cáceres y se traslada al Hospital La Paz para su tratamiento con una bomba que suministra un relajante continuo que alivie el dolor. «Lo noto mucho más relajado», sostiene su padre, Miguel Ángel Paniagua. «Aunque no habla, puede distinguir colores, olores y percibe algo agradable en el hospital. Es una forma distinta de entender estos lugares que ya de por sí son complicados para los niños».

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