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PRÓTESIS DE RODILLA, TRATAMIENTO EFICAZ PARA LA ARTROSIS AVANZADA

Sustituir la articulación deteriorada por otra artificial tiene resultados satisfactorios en aproximadamente un 90% de los casos

PPLL

Jueves, 12 de junio 2014, 00:02

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La artrosis de rodilla, como todas las artrosis, es un proceso crónico normalmente ligado al envejecimiento y se caracteriza por el deterioro paulatino del cartílago de la articulación. La artrosis es una enfermedad de elevada prevalencia, propia de personas mayores de 50 años, si bien son múltiples las causas y circunstancias que están relacionadas con su aparición.

Cuando la causa es de origen desconocido, la artrosis se denomina primaria. «Este tipo afecta normalmente a varias articulaciones y con mayor frecuencia a mujeres», apunta el doctor Andrés Valentí Azcárate, especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología de la Clínica Universidad de Navarra. «Su aparición se intuye que puede estar ligada a alteraciones enzimáticas o metabólicas del cartílago articular, debidas a una variabilidad genética aún no aclarada que provoca que algunas personas desarrollen una artrosis», explica el facultativo.

El doctor Valentí Azcárate integra la Unidad de Rodilla de la Clínica Universidad de Navarra, junto a los doctores Juan Ramón Valentí Nin y José Lamo de Espinosa, director y especialista, respectivamente, del Departamento de Traumatología del centro hospitalario.

Existe otro tipo de artrosis llamada secundaria «cuya aparición se produce tras una anomalía previa que afecta o deteriora en mayor o menor medida al cartílago articular», describe. Así, la artrosis secundaria puede deberse a fracturas articulares, a infecciones de la articulación, alteraciones metabólicas o a anomalías de desarrollo, entre las principales causas. Entre otras, figura la sobrecarga de una articulación, debido al sobrepeso (obesidad), el trabajo físico excesivo, tanto en intensidad como en tiempo, y el deporte practicado de forma exagerada.

Cuadro clínico y diagnóstico

«La incidencia de la artrosis se incrementa con la edad, de forma que a los 75 años casi todas las personas presentan radiografías artrósicas en mayor o menor grado, lo que no significa que todas las personas de esta edad la sufran», especifica Valentí.

El síntoma más habitual y característico de esta patología es el dolor, «que puede comenzar de forma insidiosa y hacerse más molesto de forma progresiva hasta llegar a convertirse en incapacitante». En concreto, el especialista advierte que el dolor se relaciona siempre con el movimiento, hasta las fases finales, y va acompañado de rigidez.

«Tras permanecer un rato sentado, el paciente siente cómo reiniciar el movimiento le resulta difícil, presenta dolor al intentar levantarse y es el inicio de la marcha el momento más molesto», detalla el traumatólogo. Cuando ya ha caminado unos metros, «la rodilla se 'calienta' y el paciente se encuentra más aliviado, si bien, tras un período variable de pasos, el dolor reaparece», indica.

Resultan especialmente dolorosas otras actividades cotidianas como subir y bajar escaleras o caminar por terreno irregular, «y, en, ocasiones los pacientes refieren alteraciones en la intensidad de los síntomas coincidiendo con cambios atmosféricos», afirma. Para el diagnóstico de la artrosis se requiere una adecuada historia clínica y exploración física que, habitualmente, se confirma mediante radiografías simples.

Prevención y tratamiento

La finalidad de todo tratamiento para la artrosis es aliviar o curar sus síntomas principales, como el dolor, la limitación de la movilidad, la incapacidad para realizar determinadas actividades de la vida diaria y, en ocasiones, la cojera.

Para que el proceso degenerativo ya iniciado progrese lo más lentamente posible, «es necesario adecuar las actividades cotidianas del paciente artrósico», subraya Valentí. De ahí la necesidad de adquirir determinadas medidas de higiene postural. Para empezar, es necesario evitar permanecer todo el día sentado, lo mismo que caminar en exceso. «Lo mejor es alternar períodos de actividad con los de reposo. Así, es conveniente realizar paseos cortos y frecuentes sin sobrepasar el límite del dolor», recomienda.

También es necesario evitar sobrecargas físicas, como cargar pesos excesivos, lo mismo que desarrollar una actividad física intensa. El sobrepeso es uno de los aspectos que hay que combatir para prevenir y reducir los efectos de la artrosis. «Es necesario mantener el peso ideal, diferente para cada persona y constitución».

«Es interesante realizar ejercicios suaves y frecuentes de la rodilla, tratando de mantener la movilidad, especialmente la extensión completa y la fuerza muscular tonificando el cuádriceps (músculo del muslo). La práctica de ejercicio con agua (hidroterapia) puede ser de gran ayuda», destaca el traumatólogo, quien aconseja aplicarse frío local, en caso de rodilla inflamada, pero nunca directamente sobre la piel para evitar quemaduras.

Medicación y cirugía

El tratamiento habitual de los síntomas es la medicación para el dolor basada en la administración de antiinflamatorios no esteroideos y sus variantes. En realidad son numerosos los fármacos analgésicos y antiinflamatorios que se pueden utilizar. Los últimos son los inhibidores de la COX-2, «que pueden tener aplicaciones interesantes y con menos efectos secundarios», estima el traumatólogo de la Clínica Universidad de Navarra.

Otro tipo de fármacos disponibles son medicamentos del tipo del ácido hialurónico y sus derivados, que - según apunta- «se aplican de forma intraarticular como 'lubricantes' articulares y otros medicamentos como el condritinsulfato y la glucosamina por vía oral, que son componentes habituales del cartílago y del líquido articular, cuya eficacia a medio y largo plazo presenta resultados prometedores».

En cuanto al tratamiento quirúrgico, este presenta un amplio abanico de posibilidades según la localización, fase y evolución de la artrosis. El doctor Valentí señala que «una cirugía se indica cuando la enfermedad progresa a pesar de todas las medidas expuestas con anterioridad, especialmente cuando son evidentes el dolor y la impotencia funcional para realizar las actividades de la vida diaria».

En la rodilla, el proceso quirúrgico más sencillo y habitual consiste en una limpieza articular realizada por artroscopia, con mínimas incisiones. Este procedimiento se indica en situaciones de artrosis de bajo o medio grado. Permite regularizar el cartílago articular, los meniscos, el lavado del líquido sinovial, etc.

Cuando la artrosis de rodilla es avanzada y el resto de tratamientos ha fracasado, la opción quirúrgica es la prótesis de rodilla. Esta técnica supone el cambio de la articulación deteriorada por otra artificial, elaborada con modernos materiales «y con resultados más satisfactorios a medio y largo plazo», asegura el facultativo.

«La finalidad de la prótesis de rodilla reside en disminuir el dolor, corregir deformidades angulares existentes y, además, aumentar la movilidad de la rodilla en lo posible», concluye el doctor Andrés Valentí.

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