Borrar
'Toque de queda'. Entre las ocho de la mañana y las cinco de la tarde, los peruanos no podrán dejar sus viviendas, como previene la comunicación gubernamental a la ciudadanía. AP
¡Todos quietos en Perú!

¡Todos quietos en Perú!

Los peruanos actualizarán mañana su censo. El Gobierno ha dictado una «orden de inamovilidad», una suerte de toque de queda que les obliga a no moverse de casa. Hay que contarlos

IRMA CUESTA

Sábado, 21 de octubre 2017, 01:02

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Si vive usted en Perú y había pensado que el domingo 22 de octubre era un buen día para casarse, ir de excursión a la sierra o visitar a los abuelos, ya está cambiando de planes. Mañana es el día elegido por el Gobierno para actualizar el censo y nadie, absolutamente nadie, podrá salir de casa. Es posible que a este lado del globo la cosa suene a chiste, pero es exactamente así. Los peruanos están llamados mañana a permanecer en sus domicilios... porque los van a contar.

Para actualizar el censo poblacional, el Gobierno ha decretado una «orden de inamovilidad»; una suerte de toque de queda que establece que, entre las ocho de la mañana y las cinco de la tarde, las iglesias, cines, centros comerciales y demás negocios no atenderán al público; que, salvo casos imprescindibles, deberán dejar de circular vehículos de transporte terrestre, aéreo o marítimo y que solo en caso de emergencia podrán trasladarse a un centro de salud. Para que a nadie le queden dudas, o esté tentado de escaquearse, se establece que quienes hagan caso omiso serán trasladados a la primera «garita» a mano y permanecerán allí detenidos hasta las cinco de la tarde, hora fijada para el final del recuento.

Puestos a dejar las cosas claras, la Administración ha incluido en su campaña la advertencia de que los peruanos que residan en el extranjero no participarán en el censo, no vaya a ser que a uno le pille en China y pase todo el día quieto parado, esperando a los agentes del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).

Eso sí, hay excepciones: aquellos que presten servicios turísticos, llámense agencias de viajes, establecimientos de hospedaje, restaurantes o guías oficiales, y no puedan paralizar su labor el día del censo 2017, un permiso especial expedido por la oficina del INEI les permitirá no dejar colgados a sus clientes, a los que, sin duda, sorprenderá pasear por una ciudad, la que sea del país, con la impresión de que alguna hecatombe se ha llevado por delante a todo el mundo.

No todo son inconvenientes. El Ejecutivo que lidera Pedro Pablo Kuczynski ha decidido a última hora (no estaba claro hasta el jueves) que durante el censo no habrá ley seca, una medida habitual cuando se celebran elecciones. De manera que bares, discotecas y licorerías funcionarán con normalidad la noche anterior al proceso. Eso sí, el Instituto Nacional de Estadística ha recomendado moderación, no vaya a ser que la noche se complique y, al final, a la mitad no les encuentren en casa.

Lo que nadie puede reprochar a los peruanos es falta de ganas de colaborar. El INEI ha superado de largo el número de empadronadores voluntarios. Aunque la meta inicial era poder contar con 580.000 agentes, finalmente serán algo más de un millón los que mañana se echen a las calles con un fotocheck con todos sus datos y un polo blanco con el logo del censo, para que puedan ser debidamente identificados.

Radiografía social

La realidad es que, en un país de 32,2 millones de habitantes, muchos de ellos en constante emigración de la sierra o la selva a los grandes núcleos de población, es complicado tener una idea clara de cuántos son. Si, además, tenemos en cuenta que cada hora vienen al mundo una media de 60 peruanos (unos 600.000 al año, cuando en España rondamos los 400.000), y que muchos de ellos lo hacen en zonas deprimidas o recién llegadas sus familias a la capital sin que exista registro alguno, la tarea que en unas horas tienen por delante se antoja laboriosa como pocas.

Es por eso que, cada diez años, la Administración se lía la manta a la cabeza y escudriña pueblos y ciudades, no solo para recontar a los suyos, sino para realizar una suerte de radiografía social. Quechua, aimara, indígena, nativo amazónico, mestizo, blanco, afroperuano... Mañana los peruanos tendrán que escoger entre esas opciones para, entre otras, responder a la siguiente pregunta: «Por sus costumbres y sus antepasados, ¿usted se siente o se considera...?». Y es que, por ejemplo, no hay manera de saber con exactitud cuántos descendientes de japoneses conviven en el país. De hecho, solo cuentan con una proyección que aproximó la cifra a 100.000 nikkeis... pero son datos de 1989.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios