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Vías del 'viaje eterno' en un tramo de la línea férrea a Badajoz. casimiro MORENO
El peor tren de España

El peor tren de España

Una avería cada once horas, vías de 1878, tramos limitados a 50, pasajeros tirados... El ferrocarril en Extremadura tiene tres velocidades: «Lento, lentísimo y parado»

ANTONIO ARMERO

Lunes, 23 de octubre 2017, 00:05

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En el peor tren de España han introducido hace un mes una innovación: las pantallas informativas de los vagones funcionan. Al fin anuncian las estaciones como Dios manda, no como antes, que podían mostrar el mensaje 'Próxima parada, Mérida' cuando el convoy ya iba por Leganés. Además, y he aquí un segundo avance, la voz enlatada que las va anunciando ya no se equivoca. Hasta hace un mes, solo los nuevos se ofrendían si al salir de Badajoz se escuchaba el mensaje: «Próxima estación, Badajoz».

Estas dos mejoras harán que deje de engordar la lista de guiris y mochileros que se han perdido en estos años por los rincones de Extremadura tras bajarse donde no querían. No son los únicos. Este verano inacabable, muchos otros viajeros han tenido que apearse donde no les apetecía. Ha pasado tantas veces que las fotos del personal arrastrando sus maletas por un sembrado son ya un clásico del universo ferroviario extremeño, que es particular. Y es que cada vez que un tren extremeño llega puntual a su destino, un hombre muerde a un perro. Lo contrario, o sea, la normalidad, consiste en que pase algo. Entre el 1 de enero y el 23 de julio de este año, el ferrocarril extremeño sufrió 506 incidencias -sobre un total de 4.956 servicios- que generaron un retraso de al menos media hora, de las que 462 se debieron a «averías del material motor», según la respuesta del Gobierno central a una pregunta de los diputados extremeños del PSOE en el Congreso. La media es de una avería cada once horas. «Que tenemos el peor tren de España está claro, de eso no cabe ninguna duda, pero es que yo creo que es de los peores de Europa», opina Julián Carretero, ex secretario general de Comisiones Obreras en Extremadura. «No digo que es el peor porque no conozco los de algunos países del antiguo bloque soviético...», ilustra el exlíder sindical, uno de los que el próximo 18 de noviembre asistirá en Madrid a una manifestación de protesta por este anacronismo.

Esa cita le aparece a diario a cualquiera que tenga a Extremadura presente en sus redes sociales. De hecho, quien entre en Twitter y teclee en el buscador la almohadilla seguida de la palabra Tren, obtendrá como primera entrada la etiqueta #TrenDignoYa. Es una patente extremeña, que viene a encauzar el grito colectivo de una región de 1,1 millones de habitantes, que en este ámbito se siente particularmente ninguneada. De las conexiones entre Madrid y las 46 capitales de provincia españolas, la que va a Badajoz es la que más paradas tiene, la única que no se hace ni en AVE ni en Talgo ni en Alvia, una de las más caras y la sexta que más tiempo tarda aunque no es ni de lejos la de mayor distancia. Son cinco horas y 22 minutos para hacer 460 kilómetros. O sea, a una velocidad media de 86 kilómetros por hora. El billete cuesta 40,75 euros y el trayecto incluye once paradas (Leganés, Torrijos, Talavera de la Reina, Oropesa de Toledo, Navalmoral de la Mata, Monfragüe, Mirabel, Cañaveral, Cáceres, Mérida y Montijo).

El 72% del trazado no se controla por ordenador sino por teléfono

Solo hay seis viajes desde Madrid a una capital de provincia que duren más. A San Sebastián es un minuto más, pero se cubren 560 kilómetros y en un Alvia, una máquina que no resiste comparación con ninguno de los trenes diésel de los que circulan por Extremadura. A Almería son 35 minutos más, pero la distancia es superior en 80 kilómetros, son tres paradas en vez de once y se hace en un Talgo, que supera en todo a los diésel de media distancia. Y a Granada son cuatro horas para 420 kilómetros, eso sí, para llegar a esta ciudad andaluza hay que hacer la última parte del viaje en autobús (AVE-BUS) por mor de las obras para la llegada de la alta velocidad.

A Galicia

Los otros tres trayectos a capitales de provincia que superan en tiempo al Madrid-Badajoz son a ciudades gallegas. A La Coruña y a Pontevedra son unos 180 kilómetros más y se tarda once minutos más en el primer caso y 56 en el segundo. A Lugo (en torno a 570 kilómetros) es una hora y diez minutos más. En los tres casos, el viaje es en trenes Alvia (hasta Santiago de Compostela cuando el destino es Pontevedra). Y hay que tener en cuenta que Galicia será la próxima región española en estrenar AVE, mientras que Extremadura aún no tiene un solo kilómetro de vía electrificada.

«Tenemos un problema grande para atraer gente y para sacar nuestros productos, por eso estoy convencido de que el tren es el elemento que puede facilitar que nuestra comunidad dé un vuelco socioeconómico», plantea Julián Carretero. «Estamos conectados con Huelva y Sevilla, con Madrid y con Portugal, pero sufrimos el problema de que las infraestructuras son lamentables, tenemos aún vías decimonónicas».

Lo último que dice no es una exageración ni una metáfora. En Usagre -en el tramo Mérida-Llerena de la línea Mérida-Los Rosales- hay vías de los años 1878 y 1886. Son tan reales como que hace tres años, la anterior Junta de Extremadura, la que presidía José Antonio Monago, eligió la foto de una de estas vías para la portada de un informe que ponía en solfa la actual balanza fiscal autonómica.

En esa imagen se veía el año en el que salieron de la factoría y el nombre del fabricante, Besseguer. Han salido buenas esas vías. Lo mismo que otras muchas que hay repartidas por esta esquina del oeste español. El 15% de los carriles ferroviarios de Extremadura -109 de 725 kilómetros, en concreto- fueron instalados entre los años 1917 y 1954. Más: hay 58 kilómetros en los que la velocidad máxima es de 50 por hora y otros 19 en los que los convoyes no pueden superar los 60. Y algo más: solo el 28% del trazado se gestiona por ordenador. El 72% restante se controla por teléfono. Es decir, con trabajadores que llaman a una o a otra estación para informar de que por la vía va una máquina, no vaya a venir otra de frente.

'Milana Bonita'

Con tal retahíla de anacronismo se comprende bien por qué en esta historia hay un hueco para 'Los santos inocentes', la película que Mario Camus hizo en 1984 a partir de la novela de Delibes. «Milana bonita», le decía al pájaro Azarías, el personaje que interpretó Paco Rabal. Y Milana Bonita se llama la plataforma ciudadana surgida en Plasencia para alzar la voz sobre las penurias ferroviarias extremeñas. El pasado 8 de septiembre (Día de Extremadura), un grupo de milanos bonitos se plantó en la estación de Atocha. Estaban Azarías, Régula, Paco el Bajo, con sus trajes raídos y sus pantalones tobilleros. Echaron la manta gorda al suelo y sacaron la morcilla patatera y el pan de hogaza. «Mirad, eso es un AVE», decía uno de ellos. Y a la concurrencia se le daban los ojos la vuelta de admiración. Aquella mañana, el actor placentino Chema Trujillo tiró de humor para resumir el estado de la cuestión. «En Extremadura, el tren tiene tres velocidades: lento, lentísimo y parado».

En su ánimo por llamar la atención sobre un problema más bien desconocido fuera de la comunidad autónoma, 'Milana Bonita' le ha cambiado la letra al himno regional. En el oficial, la letra dice así: 'Nuestras voces se alzan / Nuestros cielos se llenan / De banderas / De banderas / Verdes, blancas, negras'. En la versión apócrifa, que canta la placentina Kirby Navarro, 'Nuestras voces se alzan / Nuestros trenes no llegan / Se averían / Se estropean / Y algunos se queman'.

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