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Metales innobles

Metales innobles

La siderúrgica nipona Kobe Steel ha falseado durante 10 años datos de resistencia de sus aleaciones. General Motors, Boeing y Toyota, entre sus clientes

JOSEBA VÁZQUEZ

Jueves, 19 de octubre 2017, 00:20

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Hay metales nobles, pero los hay también embusteros, falsos, tramposos, nada fiables. El gigante japonés Kobe Steel, la tercera siderúrgica del país, parece haberse especializado en los segundos. Y en un grado del que aún se desconoce su auténtica dimensión. La firma admitió hace unos días, en primera instancia, haber falseado los datos de resistencia y durabilidad de cerca del 4% de los productos de aluminio, cobre y acero enviados a «200 clientes» durante el último año, lo que supone más de 20.000 toneladas vendidas con certificaciones que no respondían a la realidad. Poco después, ante la publicación de nuevas informaciones, el propio presidente de la sociedad, Hiroya Kawasaki, tuvo que admitir que el engaño afecta a más de 500 empresas. Su vicepresidente ejecutivo, Naoto Umehara, ha ido aún más lejos: «En algunos productos la falsificación de cifras data de diez años atrás». La firma ha reconocido que se trata de 16 subproductos que no se ajustan a las exigencias de calidad.

Es de entender el impacto causado por estas revelaciones: Kobe suministra metales a las industrias automovilística, ferroviaria y de aviación, así como a la construcción y los sectores eléctrico y nuclear. En la inmensa mayoría de los casos, la calidad de las aleaciones que fabrica atañe de forma directa a la seguridad de los vehículos, aviones, trenes y compartimentos construidos por sus clientes. Figuran entre estos primerísimas marcas mundiales, empezando por las japonesas Toyota, Honda, Nissan, Mazda, Subaru, Mitsubishi, Suzuki o Yamaha, y siguiendo por General Motors, Ford, Boeing o Airbus. Podrían estar también afectadas Daimler, Renault, Volvo y el Grupo PSA (Peugeot, Citroën, DS, Opel y Vauxhall), según el influyente diario financiero 'Nikkei', el que acredita mayor tirada a nivel mundial (tres millones de ejemplares).

Varias de estas firmas tratan de verificar ahora en qué medida se han visto perjudicadas y si se pueden ver obligadas a cumplimentar revisiones millonarias o, peor aún, a retirar productos del mercado. «Es un asunto grave», ha dicho un portavoz de Toyota. La Central Japan Railway Company, después de revisar sus 'trenes bala', afirma haber descubierto 310 componentes que contenían piezas de bajo estándar suministradas por Kobe Steel. Se trata de la seguridad de los usuarios, materia muy sensible. «Nuestra credibilidad ha caído a cero», dijo el presidente Hiroya Kawasaki en una comparecencia ante la prensa tras analizar el escándalo con miembros del Gobierno. El valor de mercado de la compañía se redujo en una semana en cerca de 1.800 millones de dólares (1.530 millones de euros) y sus acciones descendieron un 40% en dos días.

La honorabilidad perdida

Junto a la concisa declaración con luz y taquígrafos de su principal ejecutivo, Kobe Steel tiene colgada en su página web una carta en la que lamenta «sincera y profundamente la enorme cantidad de preocupaciones y problemas que hemos causado por nuestra conducta inapropiada». Tras anunciar que trabaja «rápidamente» para determinar las causas y alcance de su fraude, y comprometerse «en el desarrollo de contramedidas para evitar que ocurra una nueva situación de este tipo», la siderúrgica asegura estar «realizando esfuerzos sinceros para eliminar la carga de todas las partes involucradas y resolver estos problemas lo antes posible».

A ello le conmina el propio Gobierno japonés. Aun a falta de poder determinar las consecuencias de esta falsificación de datos, y de no existir constancia de que el uso de metales inadecuados haya podido ser la causa de algún accidente, las autoridades del país han solicitado a Kobe un informe sobre la seguridad de sus aleaciones y le han otorgado un mes de plazo para aplicar medidas de choque.

Y es que la magnitud mundial del escándalo profundiza la pérdida de imagen de la 'marca Japón' y pone en entredicho la tradicional honorabilidad nipona, ya mellada por serios precedentes. Si la alemana Volkswagen manipuló el sistema de control de emisiones contaminantes en once millones de coches, en 2010 Toyota tuvo que revisar ocho millones de vehículos porque se atascaba el pedal de acelerador de algunos modelos, lo que provocó accidentes mortales. El año pasado se supo que Mitsubishi trucó datos de consumo de combustible y, hace solo unos meses, Takata se declaró en bancarrota porque sus airbags defectuosos fueron vinculados a 16 muertes y decenas de heridos en todo el mundo. Para continuar, Nissan ha retirado en las últimas semanas más de un millón de automóviles tras admitir que empleados sin la cualificación suficiente completaron las inspecciones de unidades destinadas al mercado local. En el país del Sol naciente tampoco es oro todo lo que reluce.

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