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Los curiosos se agolpan tras la barrera policial después de un ataque en Londres. afp
Londres, en el filo

Londres, en el filo

Los ataques con cuchillos y navajas se multiplican en la capital británica, donde ochenta personas murieron el pasado año por arma blanca

IÑIGO GURRUCHAGA

Lunes, 29 de enero 2018, 00:49

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La última víctima mortal de un robo con arma blanca en Londres es Harry Uzoka, un joven negro de 25 años. Recibió el jueves un navajazo en el pecho, en lo que los vecinos describen como una melé en la calle entre varios hombres. Uzoka era un modelo con enorme éxito, contratado por las mejores agencias del mundo y que trabajaba para grandes firmas de moda. Es descrito como un icono juvenil.

Murió en la calle a las cuatro de la tarde. No era el gueto sino Old Oak Lane, una avenida entre East Acton y Shepherd's Bush. Los vecinos oyeron que un hombre gritaba: «¡Dámelo, dámelo!». Quizá intentaban robarle el móvil y él se resistió. La conmoción y la simpatía expresada por colegas y admiradores ha dado notoriedad a este crimen. En las dos primeras semanas de 2018, ha habido cuatro muertos por cuchilladas en la capital británica.

Hace unos días, un juzgado del este de Londres vio el caso de un joven de 17 años que, viajando de paquete en una moto junto a un cómplice no identificado, arrojó en hora y media líquido corrosivo a cinco motoristas de una compañía de distribución de comidas a domicilio para robarles sus motos.

Los ataques con este tipo de sustancias han creado alarma por las consecuencias que tienen para algunas víctimas. Casi se han duplicado en dos años, pero fueron 465 en Londres en 2017. Se cometieron más de 12.000 agresiones con arma blanca, incluyendo 80 homicidios. En Inglaterra y Gales, 35 niños y adolescentes murieron en 2017 por ataques con cuchillos.

La agencia Press Association obtuvo el pasado mayo los datos de 32 fuerzas locales de Policía, de las 43 que operan en Inglaterra y Gales. Habían requisado 2.579 armas en escuelas del país, una por cada diez escuelas existentes. Incluían espadas y pistolas de aire comprimido. Un niño de cinco años llevaba una navaja, 47 menores de 10 años portaban algún arma.

Más de la mitad de quienes cometen estos delitos son hombres 'negros', incluyendo a los variados colores de piel de algunas minorías étnicas. En cuanto a las víctimas, tres cuartas partes son hombres menores de 25 años. Y entre 2005 y 2015, casi dos tercios de los agredidos en todo el país eran blancos o asiáticos. Los barrios de Londres más afectados -Croydon, Newham, Southwark,...- tienen algunas de las zonas más pobres de la capital.

Aunque es común achacarlos a enfrentamientos entre bandas rivales, un informe del Ayuntamiento dice que buena parte de los robos o de los ataques causantes de lesiones o que desembocan en homicidios son cometidos por grupos de jóvenes, o en el seno de esos grupos, que no son bandas organizadas. Hay una vinculación frecuente con el mercado de drogas, pero en muchos casos el objetivo era robar el teléfono móvil a la víctima.

Recorte de presupuestos

Según algunos estudios, jóvenes portadores de armas afirman que el ambiente en el que viven es peligroso y que llevar un arma blanca los protege. Pero son útiles para robos, y también dan poder, prestigio. El rapero Wretch32 ha escrito tras la muerte de Hazok, dirigiéndose a su asesino: «¿Crees que alguien cree que eso es ser gángster? ¿Crees que alguien cree que eso es ser duro? ¿Crees que alguien va a darte una palmada en la espalda? Estás volviéndote loco».

El Gobierno ha endurecido la ley por portar armas o venderlas a menores de 18 años. Las policías despliegan la 'Operación Cetro', días específicos con registros a sospechosos o identificando a comerciantes que no cumplen la ley. Se han creado depósitos locales -en iglesias o centros comunitarios- para que se depositen los cuchillos sin temer persecución. En Escocia, una política más enfocada a la integración social ha logrado reducciones notables de ataques. La jefa de Scotland Yard, Cressida Dick, ha abogado por un enfoque similar tras la muerte de Hazok.

El alcalde de Londres, Sadiq Khan, reparte detectores manuales de metales entre las escuelas mientras financia la intervención inmediata de asistentes sociales cuando las víctimas llegan a un hospital y moviliza organismos comunitarios. Pero se queja de una evidente correlación: que el aumento de los delitos coincide con grandes recortes en los presupuestos municipales para apoyar a las asociaciones juveniles y también en los de la Policía.

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