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Casi trescientos sacerdotes y laicos llegados de todo el mundo han seguido las conferencias del seminario celebrado en Roma. Reuters
Exorcismos por teléfono móvil

Exorcismos por teléfono móvil

«Cada día practico cuatro o cinco a distancia», dice el único cardenal demonólogo en un seminario celebrado en Roma sobre cómo combatir al diablo

Darío Menor

Domingo, 22 de abril 2018, 00:31

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El viejo exorcista sube con cierta dificultad las escaleras de la tarima del aula magna del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum (APRA) de Roma. No es de extrañar: ha cumplido 89 años, de los que ha pasado una buena parte en la cárcel u obligado a ejercer trabajos forzados. Aunque encadenó tres condenas a muerte, una de ellas por tratar de sacarle a la gente el diablo de dentro y otra por ofrecer una misa en memoria de John Fitzgerald Kennedy, él le quita hierro al asunto. Era lo habitual si eras sacerdote católico durante las cuatro décadas del comunista Enver Hoxha en el poder en Albania. A sus profesores franciscanos les fue peor: se los quitaron de en medio fusilándolos al poco tiempo del inicio de la dictadura. La religión molestaba en un país donde se practicaba el ateísmo de Estado.

El octogenario va acompañado de cerca por un joven sacerdote de rasgos latinoamericanos y peinado con una perfecta raya a un lado. Es un rasgo por el que se suele reconocer a los Legionarios de Cristo, la congregación religiosa promotora del APRA, donde esta semana se ha celebrado un seminario muy especial. Lleva por título 'Exorcismo y la oración de liberación' y se presenta como el «primer curso del mundo que propone una atenta investigación académica e interdisciplinar al servicio de quien ejerce» este peculiar ministerio. En esta XIII edición participan 292 sacerdotes y laicos provenientes de 51 países que disfrutaron de clases de lo más variadas. Iban desde los aspectos teológicos y litúrgicos para derrotar al demonio hasta la brujería en África, la situación de las sectas satánicas en España o la relación entre la pedofilia y la pornografía infantil con los cultos satánicos.

El viejo exorcista es el plato fuerte de la primera jornada del seminario. Sólo se permite a los periodistas acudir a su conferencia. Cuando ésta termina, les retiran los pases de prensa prohibiendo además a los participantes que ofrezcan información sobre el contenido del resto de ponencias. «Les presento al cardenal Ernest Simoni, probablemente el único miembro del Colegio Cardenalicio que realiza exorcismos». Cuando dice estas palabras el moderador, Giuseppe Ferrari, miembro del Grupo de Investigación e Información Socio-religiosa, la expectación es máxima en el auditorio. Son mayoría los sacerdotes, pero también puede verse a un buen número de laicos, entre los que no faltan las mujeres. Los seglares sólo podrán ejercer de ayudantes en los exorcismos, un rito que la Iglesia católica permite realizar únicamente a los presbíteros que cuentan con la autorización de su obispo.

«Hay que gritarle '¡cállate!'»

El cardenal Simoni no defrauda a nadie en cuanto agarra el micrófono. «Cada día practico cuatro o cinco exorcismos con el teléfono móvil», dice con la mayor naturalidad, recordando que «Jesús dijo que donde hay dos que rezan, allí está presente él también». Cuando llega el turno de preguntas y alguien quiere saber cómo consigue expulsar al diablo gracias al teléfono, el demonólogo dice que todo es mérito de Jesucristo. «Es él el que cura, no soy yo». Ante la sorpresa de los inscritos en el curso, explica que basta con «discernir» primero si la persona tiene una enfermedad psiquiátrica o ha sido poseída por el diablo. Cuando es el demonio el que está detrás del problema «se le reconoce inmediatamente». Aconseja afrontarlo «con fe y oración» e incluso con cierta mala leche. «A veces hay que hablarle con dureza. Tienes que decirle: '¡Cállate!».

El purpurado albanés está medio sordo y el joven sacerdote latinoamericano tiene que explicarle a voces en el oído lo que le dicen los participantes en el seminario. Pone un divertido gesto de sorpresa cuando le recuerdan que el superior general de los jesuitas, el venezolano Arturo Sosa, comentó en una entrevista que el demonio no es más que una «figura simbólica para expresar el mal». Hay quien se ríe al escuchar la pregunta pues los presentes parecen tener muy claro que no se trata sólo de una imagen. Incluso en el saludo de bienvenida, el vicerrector del APRA, José Enrique Oyarzún, ha asegurado que pese a la «gran confusión y desorientación» de la sociedad contemporánea, que «hace creer que el diablo es un personaje inventado y sus obras el fruto ridículo de la credulidad popular», el curso va destinado a recordar precisamente «la existencia del demonio». Con su verborrea ligera, el cardenal Simoni parece dispuesto a echarle una reprimenda al superior de la Compañía de Jesús por hablar de «figura simbólica» cuando el moderador acude raudo al quite. «Lo que sabemos es que el Santo Padre, que también es jesuita, ha dicho muchas veces que el maligno existe», zanja hábil el debate. La última vez que el Papa lo mencionó fue en su exhortación apostólica sobre la santidad 'Gaudete et exsultate', publicada la semana pasada, en la que utiliza ocho veces la palabra 'demonio' y seis veces 'diablo', del que asegura que es «el príncipe del mal».

El veterano exorcista cuenta que en sus tres décadas de lucha ha sacado al demonio incluso del cuerpo de 20 musulmanes. «Jesús a todos los cura. Él es el padre de todos», subraya, aconsejando a sus colegas más jóvenes que se vuelquen en la oración como preparación para realizar un rito destinado a acabar con una posesión demoníaca. También les invita a que sean «puros y castos como niños» antes de despedirse una vez concluidos los 60 minutos previstos para la charla. El monseñor de origen español Ricardo Coronado Arrascue, vicario judicial que divide su tiempo entre una diócesis de Perú y otra de Estados Unidos, sale del aula magna impresionado después de escuchar a ese peculiar maestro de exorcistas que es el cardenal Simoni. Pronto le tocará seguir sus pasos.

«Presencia poderosa»

«Nunca he celebrado yo solo el rito solemne del exorcismo para acabar con una posesión del demonio. Mi obispo me ha pedido que haga este curso y seguramente luego vendrá el paso siguiente de encargarme del ministerio de realizar exorcismos», cuenta Coronado en una pausa del seminario. «Sí que he realizado varias veces la oración de liberación, que puede llevar a cabo cualquier sacerdote y que se hace cuando la persona no ha perdido aún la conciencia». En esos momentos se siente «una presencia fuerte y poderosa», aunque no hay que tener miedo de ella porque «ya se sabe lo que hay que hacer», afirma el sacerdote, sin querer dar más detalles sobre esas experiencias. «Hay que prepararse para el exorcismo con la oración, el ayuno y el sacramento de la penitencia. Para los más difíciles hacen falta un par de días de ejercicios espirituales para ir mejor armado».

Tras una semana de conferencias, el monseñor español tiene claro cómo afrontar directamente al maligno. «El diablo trata de tentar a los exorcistas, de debilitar su fe. Ahí es el momento en que tienes que recordar que no estás solo, pues te respalda toda la Iglesia: la terrenal, la celestial y la del purgatorio». Sin faltar al compromiso de no revelar el contenido de las conferencias, Coronado cuenta que le sorprendió el panorama de descristianización que planteó la conferencia sobre la realidad de las sectas en España. El dominico Juan José Gallego, uno de los exorcistas españoles más conocidos, también advierte de que el espiritismo, la santería y los grupos satánicos son vías utilizadas por el demonio para controlar a las personas. «Aunque el número no es significativo en España, su influencia puede ser muy grande».

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