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Unos niños intentan asustar por la fiesta de Halloween.
La oscuridad y otros miedos

La oscuridad y otros miedos

Cuando la vida cotidiana de los niños se ve afectada, es cuando los padres deben alertar a los expertos

Daniel Roldán

Sábado, 31 de octubre 2015, 07:33

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Cada persona tiene sus hábitos. Desayunar, ducha e irse a trabajar. O comerse un cruasán de camino a la universidad o decidir, pese a todos los consejos médicos, acudir al instituto en ayunas. Unas costumbres que se mantienen jornada tras jornada y que, rara vez, se rompen. Solo cuando la rutina se parte de forma constante por causas desconocidas comienza a ser preocupante. Lo mismo ocurre con los niños, aunque son más vulnerables y más sensibles.

Una de los factores que rompen esa rutina es el miedo. Pánico a la oscuridad o a los monstruos en el que se convierten los amantes de los disfraces durante estos días previos a Halloween. "Tiene un punto macabro. Pero hay niños que son más sensibles y lo pasan mal. Hay que estar atentos a estos momentos", explica la psicóloga Silvia Álava. Una atención que se debe aplicar a lo que ven los más pequeños de la casa como los dibujos animados. "Durante el día los niños son muy valientes. No les importa ver cosas de fantasmas, zombis o monstruos; pero al llegar la noche esos miedos brotan", comenta la doctora, que insiste en que los padres deben vigilar que los contenidos que absorben los más pequeños son los más adecuados.

La oscuridad es uno de los pánicos más comunes. "De hecho, muchas veces a los padres les recomendamos que haya una luz encendida en la habitación. Cuando el niño vaya cogiendo confianza, pedirá que se pueda apagar", explica Álava, que ha escrito dos libros sobre los más pequeños ('Queremos hijos felices' y 'Queremos que crezcan felices'). Otros miedos más comunes, sobre todo cuando son pequeños, son que alguien entre en casa y, cuando son algo más mayores, "el miedo a suspender una asignatura o el descubrimiento de la muerte".

Ante estos miedos, la actitud de los padres es fundamental. Sobre todo su reacción ante los miedos de los más pequeños. Porque una cara de sorpresa puede ser interpretada como de miedo o una de preocupación como que la fobia que tiene es de verdad importante. "Lo primero es mantener la calma porque los niños lo copian todo. Hay que usar mucho el sentido del humor. Y si la cosa va a más porque afecta a la vida cotidiana hay que acudir a los profesionales", señala la doctora Álava, que insiste en que lo fundamental es enfrentarse a los miedos porque "al final, los miedos se hace expansivos".

Uno de los lugares donde los miedos de los más pequeños se viven con más intensidad es en los colegios, donde los pedagogos realizan un trabajo antifobia diario. "Sobre todo se identifican en Infantil y los primeros años de Primaria. Y si afectan a su vida cotidiana, empezamos a preocuparnos", comenta Enrique Castillejo, presidente del Colegio de Pedagogos y Psicopedagogos de la Comunidad Valenciana. Un trabajo "muchas veces no reconocido" pero que intenta solventar los problemas más cotidianos de los pequeños, como ir al baño. "En Primaria, tienen el baño en la misma clase ya que a muchos les da miedo ir solos desde el medio de la clase hasta allí", relata Castillejo. No obstante, el miedo a la oscuridad también está presente en las aulas y se intenta eliminar con la luz de profesionales y, sobre todo, padres.

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