Borrar
Vecinos de Coria del Río participan en la concentración de protesta convocada el pasado domingo. r. c.
Coria del Río respira indignación

Coria del Río respira indignación

La ciudad sevillana sufre por tercer otoño un brote de olores pestilentes que se cuelan en la barriada El Guadalquivir. «Soportamos una aire nocivo las 24 horas»

ANTONIO CORBILLÓN

Martes, 24 de octubre 2017, 00:09

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Coria del Río, la ciudad española de los samurais, lucha desde hace casi un mes contra un guerrero invisible que tiene soliviantada a su barriada El Guadalquivir. Más de cien vecinos de esta zona, colindante con el río, han acudido a los centros de salud con vómitos, cefaleas, taquicardias y otras afecciones relacionadas con los olores que se cuelan por todas partes y les traen por la calle de la amargura.

«Todos presentan similares síntomas, por lo que puede ser un foco infeccioso», pronostica el perito médico que les ha atendido, Antonio Sánchez. «Me da miedo que mis hijos respiren sustancias nocivas las 24 horas del día. Hace poco el mayor tenía una tos muy intensa que sólo se arregló saliendo del barrio», denuncia Celia Romero, una residente que lleva a sus críos a la única guardería del lugar. Otros aseguran que, para no irse de sus casas, tienen que vivir con los desagües, arquetas, extractores y quicios de las puertas sellados o tapados con trapos para mitigar el olor a «combustibles que lo impregna todo».

La desesperación de los habitantes llevó el domingo al propio Ayuntamiento a encabezar una concentración para reclamar una mayor agilidad a las autoridades regionales en la búsqueda de las causas y el origen del aire que respiran en esta localidad de 30.000 habitantes apenas a doce kilómetros aguas abajo de Sevilla. «Hasta ahora se lo han tomado todo con mucha parsimonia, casi con 'pachorra'», censura la portavoz municipal, Silvia Gracia.

El Ayuntamiento da «palos de ciego» y acusa a la Junta de «total parsimonia»

Todo el barrio El Guadalquivir y algunos vecinos más de la ciudad se olvidaron del día final de la Semana de Cultura Japonesa, que se cerró precisamente el domingo, y se manifestaron con mascarillas en la cara en señal de protesta. Su alcalde, Modesto González (Partido Andalucista), insiste en que su gobierno ha hecho «todo lo que podía». El 12 de octubre, mientras todo el mundo celebraba la Fiesta Nacional, el Consistorio se encerró para preparar cartas y quejas a todo el mundo: Delegación del Gobierno, Fiscalía, Policía Nacional y Junta de Andalucía.

Durante estas semanas, sus poceros han dejado las alcantarillas del barrio como la patena. Las únicas certezas llegaron de los técnicos de la Empresa Municipal de Aguas, que tomaron muestras y hallaron dos compuestos orgánicos volátiles: fenol y dimetilacetamida. El primero es habitual en la oxidación del benceno (un hidrocarburo). El segundo, un disolvente orgánico muy utilizado en las industrias textil y pesticida.

Ninguna de las escasas industrias cercanas (una gasolinera y una fábrica de arroces) tiene aparente implicación en la nauseabunda atmósfera local. «Pensamos que podían ser los oleoductos de la SE-40, la autovía de ronda, pero solo estamos dando palos de ciego», reconoce Gracia.

La sequía huele

Todo Coria del Río mira de forma sospechosa hacia el Guadalquivir. Los rumores de vertidos ilegales en algún punto previo al municipio corren de boca en boca. Pero no han sido confirmados por informe alguno. Su Ayuntamiento carece de sistemas de medición fiables y espera la ayuda prometida desde los gobiernos central y autonómico. No falta la refriega política, con críticas de la oposición como la del portavoz del PP, Andrés Parrado, que acusa al regidor andalucista de «no tomar ninguna medida». «Sólo se está pronunciando por la presión vecinal», sostiene.

Para añadir más extrañezas, es el tercer año consecutivo que la ciudad sufre el mismo problema y en la misma época: el arranque del otoño. En 2015 lo atribuyeron a los efectos de seis meses (entre mayo y octubre) sin una gota de agua. «Pensamos que era el 'olor de la sequía' en nuestras cañerías -especula Silvia Gracia-. Pero después cayó tal tromba de agua que limpió todo y fue imposible corroborarlo». El curso pasado se repitieron episodios similares, aunque sin la intensidad y extensión de este año.

Desde la Junta de Andalucía han pedido calma y prometido ayuda, además de recomendar que «mantengan los domicilios suficientemente ventilados». Al menos, la situación no ha afectado al avión entero de nipones que participó en la Semana Japonesa. Unos 3.000 visitan cada año Coria, donde 700 vecinos llevan el apellido Japón en su DNI. Los siempre pulcros hijos del sol naciente se ahorraron la pestilencia porque «cuando sales del barrio no se nota nada», explica aliviada Silvia Gracia.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios