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Luis muestra en el parque de bomberos la imagen de una entrevista reciente que le hicieron en televisión. brígido
El coleccionista de premios

El coleccionista de premios

Luis Ortega, un bombero de Mérida, acumula centenares de obsequios en sorteos de productos de supermercado. Ha ganado 5 coches, 10 motos, 7 viajes y multitud de consolas. Acaba de abrir una administración de lotería

JOSEBA VÁZQUEZ

Domingo, 22 de octubre 2017, 00:22

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La info del perfil de WhatsApp de Luis Ortega incluye un escueto 'La buena suerte' acompañado del emoticono de un trébol de cuatro hojas. Conjuro, sortilegio, reclamo o simple carta de presentación, lo cierto es que texto y dibujo resultan muy apropiados. Luis no ha ganado nunca bonolotos, primitivas, euromillones ni otro tipo de lotería; tampoco alguno de los envidiables botes acumulados que de vez en cuando reparten concursos televisivos como 'Pasapalabra' o 'Saber y ganar'. Lo de este bombero de Mérida, de 48 años, son premios por lo general más modestos pero más constantes. En realidad, permanentes. Y siempre en promociones publicitarias de marcas de todo tipo, especialmente de productos de supermercado: refrescos, conservas, yogures, bollería... Esos números, boletos o códigos de barras que hay que enviar para tomar parte en el sorteo de... una cámara de fotos, pongamos por caso. Señuelos que a menudo ignoramos. Él, no. Granito a granito, recortando, rellenando y activando miles de envases de toda clase, Luis se ha hecho desde el año 2003 con cinco coches, diez motos, un viaje para el Mundial de Fútbol de Sudáfrica en 2010, otro a Punta Cana, uno más a Bora Bora, cuatro a Nueva York, un Iphone 6, decenas de PlayStation, abonos para festivales de música, dotaciones en metálico por un valor total superior a los 30.000 euros... La lista es tan amplia que ha perdido la cuenta. Alcanza los centenares de recompensas, en todo caso. «Ya no llevo un registro, aunque es raro el mes que no gano algo», dice. Lo último, «hace dos semanas», una bicicleta de montaña de más de dos mil euros.

¿La fórmula? Inversión. De tiempo y de dinero. «Hasta ahora he tenido bastante suerte», se arranca Luis Ortega, aunque, a continuación, matiza: «Esa fortuna hay que trabajarla». El bombero de la suerte, como se le conoce en Mérida, compra un montón de unidades de un producto determinado y luego emplea un taco de horas en enviar sus datos a la empresa titular de la promoción, casi siempre por internet. Para lo primero hace falta capital; para lo segundo, muchos ratos libres. Su profesión le ayuda con un calendario benigno: una jornada de trabajo de 24 horas, seguida de cuatro días festivos. «Esta circunstancia me viene de lujo» y le permite al funcionario emeritense desplazarse. Por ejemplo hasta Vigo, como hizo en cierta ocasión, «porque los códigos del concurso para una moto estaban allí». Y ganó, por supuesto.

De hecho, Luis afirma haber perdido una sola vez en los catorce años que lleva jugando. Se trataba del que hubiera sido su quinto viaje 'por la cara' a Nueva York. «El premio eran cinco días allí para cinco personas y nos quedamos sin él porque un amigo decidió que invirtiéramos solo 150 euros cada uno en comprar el producto. Con 160 nos lo hubiéramos llevado. Yo siempre trato de asegurar comprando un poco más de lo que considero suficiente. Se trata de un cálculo de probabilidades que me hago un poco a voleo». Por esto, el bombero extremeño puede llegar a pagar 6.000 euros por varios palés de una marca de cerveza -lo que le reportó un 'Mini'-, pero ni se plantea participar en rifas masivas. «En el sueldo vitalicio de Nescafé participan cada año entre siete y ocho millones de personas. Ahí no entro porque las posibilidades son mucho menores que en la lotería incluso».

«Soy poco amigo de las cosas materiales; lo más bonito son los viajes»

Legal y sin ludopatía

Ortega ha empleado mucho dinero en este 'hobby', pero hasta ahora le ha salido rentable. Acumula premios en metálico por un valor superior a los 30.000 euros. Además, «he vendido los cinco coches y ahí he sacado un beneficio económico». Con todo, repite que su hábito es solo una afición. «No necesito esto para vivir, ni mucho menos. Y tampoco soy amigo de las cosas materiales, les doy poca importancia. Lo más bonito de los premios son los viajes».

- ¿Pero está seguro de que detrás no hay una cierta adicción?

- Sí. Lo que ocurre es que mientras otros en casa se dedican a ver la tele, yo hago esto. Siempre he huido de lo que puede llevar a la ludopatía. De la misma forma que solo participo en sorteos y concursos legales y con bases notariales. Luis y su mujer regentaron un hostal durante seis años y acaban de montar, hace dos meses, un estanco y administración de lotería con su hijo. Un negocio familiar que espera quede bendecido también por el éxito. «Igual ahora el bombero de la suerte empieza a dar premios», bromea entre risas. «Estamos deseando hacerlo. Me haría una ilusión tremenda dar el Gordo de Navidad». Si lo hace, Luis Ortega habrá rizado el rizo.

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