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Un río de lava desciende del volcán Mayon.

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Un río de lava desciende del volcán Mayon. F. R. M. / efe

El Círculo de Fuego despierta

La erupción de tres volcanes en el cinturón del Pacífico pone en alerta a Filipinas, Papua, Indonesia y Nueva Guinea

ZIGOR ALDAMA

SHANGHÁI.

Martes, 23 de enero 2018, 00:39

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El 75% de los volcanes y el 90% de los terremotos del planeta se concentran en el Círculo de Fuego del océano Pacífico. Es una delgada cicatriz de unos 30.000 kilómetros de longitud que se forma por el furioso encuentro de diferentes placas tectónicas. La del Pacífico choca contra la de América del Norte, bajo la cual se desliza a una velocidad de unos siete centímetros al año, y en el sur se aleja de la Indoaustraliana y colisiona con las de Nazca, Cocos y la Antártica. Los seísmos y los volcanes son las válvulas de escape que permiten aliviar la enorme presión generada. A su alrededor, las erupciones crean una tierra fértil que da la vida hasta que la quita de golpe.

Eso último es lo que temen que suceda pronto en Filipinas, Indonesia y Papúa Nueva Guinea. Porque en esos tres países, situados en diferentes puntos del temido anillo, otros tantos volcanes han comenzado a escupir lava y ceniza y amenazan con entrar en violenta erupción.

El primero en avisar fue el Agung de Bali, que el pasado mes de septiembre disparó su actividad y provocó el caos en la turística isla, donde el aeropuerto tuvo que cerrar varios días y el Gobierno decretó la evacuación en un radio de diez kilómetros. La alerta se mantiene en el nivel máximo y los sismólogos advierten de que una erupción explosiva es posible en cualquier momento. No obstante, preocupado por las grandes pérdidas que esta situación está provocando en la industria del turismo, el Gobierno reitera que es totalmente seguro visitar la isla e incluso ha reabierto al público un templo que se encuentra a solo siete kilómetros del Agung.

«No podemos predecir la naturaleza. Deberíamos dar prioridad a la seguridad», afirmó el presidente del Consejo de Turismo de Bali, Ida Bagus Agung Partha, que dejó clara su disconformidad con esa decisión en declaraciones a Al Jazeera. La última vez que el volcán registró una actividad similar fue en 1963, cuando su erupción causó más de 1.500 muertos.

En la vecina Papúa Nueva Guinea, la isla-volcán Kadovar despertó por primera vez el pasado día 5, y el domingo lo volvió a hacer con mayor virulencia. Así que las autoridades decretaron ayer el desalojo de miles de personas y la cancelación de vuelos en la zona. Una vez más, los expertos avanzan la posibilidad de una gran erupción en el futuro más próximo, aunque son incapaces de determinar cuándo se producirá. Pueden ser días o, para desesperación de los lugareños, incluso meses.

El 'volcán perfecto'

En la misma situación están en Filipinas quienes viven cerca del 'volcán perfecto', como se conoce al Mayon por la simetría de su cono. Después de haber entrado en erupción hace una semana, ayer explotó lanzando una gigantesca columna de humo, ceniza, roca y lava. Varias localidades de las inmediaciones quedaron en la penumbra cuando la materia tapó al sol y las autoridades elevaron la alerta hasta el nivel cuatro en una escala de cinco. Eso supone que una erupción total es inminente y que nadie puede acercarse a menos de 8 kilómetros del volcán.

«Si la erupción es vertical, es posible que el flujo piroclástico se precipite en todas las direcciones», advirtió Renato Solidum, del Instituto de Sismología y Vulcanología de Filipinas. El Mayon ha entrado en erupción casi 50 veces en los últimos 500 años, y los especialistas no pueden prever la violencia con la que lo hará esta vez. Pero en mente tienen la gran tragedia de 1814, cuando provocó la muerte de 1.200 personas y sepultó el pueblo de Cagsawa. Claro que eso no es nada comparado con las grandes erupciones del Círculo de Fuego del Pacífico. Las mayores se han registrado siempre en Indonesia. En 1883, el Karakatoa se desintegró tras una explosión que se escuchó hasta en Australia y mató a unas 35.000 personas. Y más potente fue todavía la del Tambora, en 1816, que provocó tal capa de ceniza que la temperatura global cayó y ese año se denominó el 'año sin verano'

Se estima que murieron unas 90.000 personas, y los sismólogos están seguros de que la situación se volverá a repetir. La pregunta del millón es cuándo.

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