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Paciente camina con exoesqueleto
Devuelven la movilidad y la sensibilidad a parapléjicos gracias a meses de entrenamiento

Devuelven la movilidad y la sensibilidad a parapléjicos gracias a meses de entrenamiento

Un protocolo que usa realidad virtual, un exoesqueleto y respuestas táctiles al movimiento consigue que personas completamente paralizadas recuperen la capacidad de mover músculos por debajo de su lesión

borja robert

Jueves, 11 de agosto 2016, 15:22

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Más de década después de romperse la médula espinal, de perder toda sensación y movimiento desde la mitad de la espalda hacia abajo, una mujer brasileña, embarazada, empezó a notar a su bebé. Llegado el momento, también experimentó las contracciones que anunciaban el parto. Es una de las ocho personas parapléjicas que, gracias a un experimento científico y de forma totalmente inesperada, están recuperando la sensibilidad y la movilidad que habían perdido. Nunca había ocurrido algo semejante. Hoy, un artículo en la revista 'Scientific Reports' ofrece los primeros detalles sobre este trabajo, que puede revolucionar la rehabilitación de los paralíticos.

Este inesperado hallazgo llega de parte de los mismos investigadores que, en 2014, lograron que un parapléjico atado a un exoesqueleto robótico pudiese hacer el saque inaugural del Mundial de Brasil. Y su objetivo, reconocen, no era lograr que sus pacientes recuperasen las sensaciones o la movilidad por debajo de su lesión. «Queríamos diseñar un sistema mecánico que les devolviese la capacidad de caminar», ha explicado Miguel Nicolelis, científico brasileño de la Universidad de Duke (EE UU) y autor principal del trabajo, durante una teleconferencia con periodistas. Para lograrlo habían creado un sistema informático capaz de leer señales cerebrales y traducirlas en instrucciones que podía ejecutar una máquina. Es decir, sustituir las piernas reales por otras mecánicas. «Pero a los seis meses de empezar nos dimos cuenta de que los pacientes estaban empezando a tener sensibilidad táctil por debajo de su lesión, y a tener capacidad de mover músculos voluntariamente», ha asegurado.

Pese a que han pasado dos años, los investigadores todavía no saben muy bien cómo lo han conseguido. El caso es que, al menos de momento, sus ocho pacientes siguen mejorando poco a poco gracias a un régimen de entrenamiento de dos horas por semana que implica el uso de realidad virtual, un exoesqueleto, un sistema de interconexión entre el cerebro y el ordenador (BMI) y una camiseta capaz de simular respuestas táctiles. La idea general del protocolo es enseñar a los pacientes a dar la orden de caminar o mover una de las piernas con su cerebro, que el BMI capte la señal, actúe en consecuencia y que, cuando el exoesqueleto pise el suelo, reciban una señal física en el brazo una cierta presión que les de información sensorial sobre su movimiento.

Como las lesiones de los ocho eran antiguas de entre cinco y trece años, no fue nada fácil. «Al principio, cuando les pedíamos que se imaginasen caminando, no podíamos detectar ninguna señal, era como si el cerebro hubiese borrado ese concepto», ha explicado Nicolelis. «Así que los conectamos a un sistema de realidad virtual y les enseñamos a mover a un avatar dentro de un campo de fútbol». Aquí fue clave la respuesta táctil en el brazo. Al cabo de un tiempo, el cerebro empezó a interpretarla como la respuesta física de que los pies tocan el suelo. «Aunque estén en un entorno de realidad virtual, tienen sensación de estar caminando por su cuenta», ha indicado el investigador. «Y vimos que entonces el cerebro empezó a recuperar la capacidad de pensar en caminar».

Pelvis, rodillas y hasta la función sexual

Solo entonces empezaron a probar con el exoesqueleto. A enviarle señales con el cerebro para que les mueva las piernas, y a recibir en sus brazos una respuesta táctil que su cuerpo interpreta como que están pisando el suelo. «Entonces empezó la recuperación neurológica», ha recalcado Nicolelis.

Aunque varían de paciente a paciente, los avances que han reportado los científicos son espectaculares. La mayoría han recuperado el control de esfínteres o por lo menos de saber cuándo tienen que ir al baño, las sensaciones en la pelvis y varios músculos de las piernas, así como la capacidad de ejecutar movimientos voluntarios. «Nuestras dos pacientes más avanzadas son dos mujeres que llevaban paralizadas más de una década, y desde entonces no habían tenido nada de sensibilidad ni capacidad de movimiento», ha asegurado el líder del proyecto. «Pero ahora, si las cuelgas de un soporte y les pides que caminen en el aire son capaces de mover sus piernas. Una de ellas lo hace con tanta fuerza que puede incluso mover las piernas robóticas del exoesqueleto». Pueden mover la rodilla, la pierna hacia delante y hacia atrás. «Y todavía no ha acabado, aún siguen mejorando», ha recalcado. Incluso, algunos de los pacientes varones han recuperado la capacidad de mantener relaciones sexuales.

Antes de empezar el experimento todos los pacientes estaban clasificados como ASIA A, que es la manera médica de decir que estaban completamente paralizados desde la lesión hacia abajo. Tras los primeros doce meses, algunos pasaron a la categoría ASIA C, que significa paraplejia parcial. Aunque no forma parte del artículo que se ha publicado en 'Scientific Reports', Nicolelis ha explicado que algunos han llegado aún más lejos. Varios de sus pacientes son capaces de mover músculos dos y tres articulaciones más allá de la lesión. «Nuestro objetivo original era crear un bypass y nos hemos encontrado de pronto con esta recuperación clínica, que es casi increíble. No nos lo esperábamos».

El cuerpo humano está separado en los denominados dermatomas, regiones de la piel cuya sensación táctil depende de un único gran nervio que conecta con la médula espinal. Hay unas treinta principales, y los parapléjicos pierden la capacidad de sentir cualquier cosa en todos los dermatomas más allá de su lesión. En los primeros doce meses, los pacientes del experimento recuperaron la sensación, de media, en cinco de ellos. En sus últimos resultados, ha explicado Nicolelis, ya han llegado a diez.

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