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Las principales marcas de moda, esposadas a los escándalos

Las principales marcas de moda, esposadas a los escándalos

Louis Vuitton despide a modelos por «gordas», Chanel desprecia a actrices que ve «pordioseras» y Balenciaga maltrata a jóvenes top en castings

luís gómez

Domingo, 28 de mayo 2017, 22:04

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La industria de la moda ha entrado en una espiral extremadamente peligrosa. Parece empeñada en ensuciar su imagen y mostrar su peor perfil salpicando su día a día con noticias más propias de las crónicas de sucesos. 'La danesa Ulrikke Hoyer asegura que la agencia de casting le sugirió que se alimentara solo con agua durante 24 horas', 'La actriz Gabourey Sidibe denuncia discriminación en Chanel', 'La agencia de casting de Balenciaga deja a más de 150 chicas encerradas durante más de tres horas y sin luz'... Titulares tan poco edificantes acompañan un negocio cada vez más cuestionado.

Sin embargo, a diferencia de anteriores escándalos que pasaron página a toda prisa, esta vez las denuncias han dejado en evidencia a grandes firmas de lujo. Modelos, actrices súper famosas y encargados de la organización de los desfiles más codiciados han puesto en solfa las supuestas malas artes de un mundo esposado a los escándalos.

La top danesa Hoyer confesó en sus cuentas de Facebook e Instagram la humillación sufrida en Kioto durante la presentación de la última colección 'crucero' de Louis Vuitton. Fue despedida un día antes del desfile, pese a completar la prueba de vestuario y lucir una talla 34-36. «No llegué a asistir porque me prohibieron ir al evento por ser 'demasiado gorda'. Alexia, la encargada de casting de Ashley Brokaw, me dijo que tenía el estómago y la cara muy hinchados. Afortunadamente, tengo 20 años y un pasado en deportes de élite. No soy una chica de 15 años, que son nuevas en esto y se sienten inseguras, porque si no, no tengo duda de que habría terminado por enfermar». La maniquí, famosa por sus campañas para Giambattista Valli, Versace y Stella McCartney, se quedó bien a gusto y obligó a dar la cara a la firma encargada de la selección de modelos. Se disculpó aclarando que todo «había sido un gran malentendido», aunque sin hacer el menor atisbo de autocrítica. «Antes de que viniera al 'fitting' nos dijeron que tenía 92 centímetros de cadera. Dos semanas después, por los motivos que sean, vino a la prueba de vestuario y el abrigo no le entraba bien. No podíamos pedir al atelier que lo rehiciese todo y no había muchas más opciones para ella, aunque sí probamos alguna y ninguna funcionaba», alegó la responsable del desfile, que desmintió que prohibieran comer a la joven.

Como en 'Pretty Woman'

Gabourey Sidibe, la intérprete famosa por su papel protagonista en el largometraje 'Precious', vivió un desprecio muy parecido al de Julia Roberts en 'Pretty Woman' cuando salía de compras por Rodeo Drive. La diferencia era evidente: no se trataba de ninguna película. Era real como la vida misma. La actriz entró en una tienda de Chanel en Chicago a comprar una gafas y sandalias para una amiga, pero la dependienta le trató como a una «pordiosera» y la invitó a acercarse a una tienda de «descuentos» situada «al otro lado de la calle. Supe lo que estaba haciendo. Decidió tras una sola mirada que yo no iba a gastar allí dinero, a pesar de que llevaba un bolso vintage de Chanel al hombro sobre un abrigo con capucha de piel y mis nuevas botas de Balenciaga. Decidió que yo no era una clienta para la firma y que no merecía su tiempo ni energía», sospecha la actriz, convencida de que la trataron de esta manera «por ser negra, e incluso por estar gorda».

No obstante, la desagradable experiencia no le pilló de sorpresa, ya que le ha ocurrido más veces. «Me ha pasado toda mi vida», censura. También tuvo sus más y sus menos con Dior antes de triunfar en el cine y la televisión. «Una dependienta, literalmente, me quitó un pintalabios de las manos. Sabía que era por mi color de piel. Ser sospechosa de robar es solo una parte de la historia. No importa lo arreglada que vaya, nunca voy a ser capaz de vestir mi color de piel para parecer lo que algunos consideran que es una clienta para ellos. Desgraciadamente, estoy acostumbrada a que la gente me dé un mal servicio. Y honestamente, si me fuera de cada tienda en la que alguien ha sido maleducado conmigo, no tendría cosas bonitas», reprochó. Chanel le trasladó su «sincero arrepentimiento» y le pidió disculpas, que la artista aceptó a regañadientes. «Esta extraña (por la encargada) cuyo trabajo es ser servicial solo lo fue cuando alguien le dijo quién era; y sólo después de que probara que tengo dinero».

Casi en las mismas fechas, el estadounidense James Scully, uno de los directores de casting más prestigiosos y reivindicativos, denunció que 150 chicas fueron obligadas a permanecer de pie en unas escaleras durante algo más de tres horas para hacer una prueba para varios desfiles en la Semana de la Moda de París. Scully señaló directamente a Elie Saab, Hermès y Balenciaga, que condenó el incidente y reaccionó de inmediato rompiendo relaciones con su actual agencia de casting.

«No sólo fue sádico y cruel, también fue peligroso. Más de una modelo con las que hablé se quedó traumatizada», protestó Scully, un hombre profundamente respetado en el mundo de la moda. Alegó que los responsables de efectuar las pruebas se marcharon a comer, cerraron la puerta y dejaron a las modelos esperando a oscuras, sólo iluminadas por la luz de las pantallas de sus teléfonos. Muchas de estas jóvenes prefirieron perder cualquier posibilidad de volver a trabajar para estas marcas «a ser tratadas como animales». Scully ya acusó en 2013 a Chanel, Saint Laurent, Louis Vuitton y Dior de actuar con «tintes racistas» por trabajar «casi exclusivamente con maniquíes blancas», pero, por lo que se ve, la moda sigue tropezando en la misma piedra.

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