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Serguéi Polunin, en una escena del documental 'Dancer', actualmente en cartelera. :: r. c.
Otra trastada del niño malo de la danza

Otra trastada del niño malo de la danza

El prodigioso bailarín ucraniano Serguéi Polunin vuelve a dar una espantada en Londres, justo cuando se estrena un filme sobre su vida

RAFAEL M. MAÑUECO CORRESPONSAL

Miércoles, 24 de mayo 2017, 20:29

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Si no se produce una rectificación de última hora, el selecto público londinense se quedará sin ver el mes que viene la ansiada reaparición del prodigioso bailarín ucraniano Serguéi Polunin en el Covent Garden. Todos esperaban verle en compañía de su novia moscovita, la también superestrella Natalia Ósipova, representando el ballet 'Marguerite y Armand'.

Pero los fantasmas del pasado parecen haberse conjurado para que al indómito Polunin le traicione el subconsciente y vuelva a dejar en la estacada al Royal Ballet de Londres, a cuya dirección ha comunicado, sin explicar los motivos, que no cuenten con él en ninguna de los dos funciones que habían sido programadas para los días 5 y 10 de junio. La única esperanza es que Ósipova le disuada para que deponga su actitud.

Se da la circunstancia de que el bailarín ucraniano protagonizó la espantada de su vida cuando, en 2012, anunció repentina e inesperadamente que dejaba el Royal Ballet, después de haber forjado allí su carrera y haber coronado la cima del éxito llegando a ser su primer bailarín. Ahora la historia se repite. La explicación a tan descabellados aspavientos se encuentra en el documental 'Dancer', actualmente en los cines españoles. La cinta no es otra cosa que un recorrido a través de la tortuosa, aunque descollante y apasionante, vida del portentoso Polunin.

Él mismo reconoce en 'Dancer' que «sólo quería una vida normal». Y eso es lo que parece que no tuvo, al menos en un aspecto tan importante como el afectivo. Le faltó el calor familiar y la compañía de su padre. Nació en Jersón, al sur de Ucrania, y el descubrimiento en la escuela de su talento para la danza le llevó a una vida de continua preparación, aislamiento y rigor extremo. Para continuar su adiestramiento tuvo que trasladarse a Kiev. Tenía nueve años y vivía solamente con su madre, ya que el padre y la abuela tuvieron que ir a trabajar al extranjero para costear su educación. Cuatro años más tarde llegó a Londres para terminar de hacerse un bailarín en la escuela del Royal Ballet. A los 17 años ya fue admitido en el cuerpo de danza y a los 19 se convirtió en el primer bailarín más joven en la historia de la real institución.

Siempre aguardó con anhelo la reunificación familiar, pero se produjo todo lo contrario. Tantos años de separación enfriaron la relación de sus padres y al final se divorciaron. Lo sucedido en el seno de la familia marcó a Serguéi, que se entregó al alcohol y a la cocaína, se llenó el cuerpo de tatuajes y se hizo asiduo de los saraos nocturnos. Tras su huida de Londres, fue redimido por el gran bailarín ruso Ígor Zelenski, con el que se puso a trabajar en Moscú. También Ósipova ha contribuido a que Polunin recupere las ganas de bailar y de vivir.

Ahora, a sus 28 años, los críticos le sitúan a un nivel equiparable a figuras como Nuréyev, Baríshnikov o Nijinski. El vídeo 'Take me to church' de Hozier, dirigido por David LaChapelle, en el que Polunin demuestra su fascinante maestría, se ha hecho viral con más de 20 millones de visitas. Es la mejor popularización que se haya hecho jamás del ballet clásico.

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