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El «navarrico» que departe con el patrón

FERNANDO MIÑANA

Sábado, 13 de mayo 2017, 23:55

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En cada una de las salidas al agua del 'Groupama', lo último que hace Franck Cammas, el dueño del timón galo, antes de subirse al barco es hablar con un chico de larga melena que camina con aire tranquilo con un ordenador portátil abierto en sus brazos. Es el responsable de la informática y la electrónica del barco. «Hola, yo soy el navarrico», se presenta.

Roberto Berrozpe es uno de los contados españoles empotrados en los seis equipos de la Copa América, la élite de la vela, un destino que jamás hubiera imaginado aquel chaval de Barañain, a cinco kilómetros de Pamplona, que se especializó en electrónica a través de la Formación Profesional antes de estudiar Informática en la Universidad de Zaragoza. «Soy de Pamplona, yo no tenía ni idea de vela. Pero en la facultad tenían un proyecto de barcos en Valencia (iba a acoger la Copa América de 2007) y buscaban a una persona de mi perfil, electrónico-informático. Empecé a trabajar para el Desafío Español y me desplacé a Valencia, con 24 años, en 2005».

Ya no se apeó de los barcos y fue haciéndose cada vez más experto en desarrollo de software. En la última Copa América trabajó para el 'Luna Rossa' y cuando desapareció el equipo italiano le rescató el 'Groupama Team France'. «La parte más importante es todo el control del barco. Antes era todo manual, directo, ahora todo es a través de hidráulicos. Yo programo todo el control de la hidráulica. Todas las combinaciones, cuando aprietan un botón del panel de mandos, toda la secuencia que quieran hacer automática... Al final es un volante como el de la 'Play Station' o la F-1, lleno de botones».

Cada día son más necesarios especialistas como él en la Copa América, aunque ya tiene 36 años y desde aquel primer barco en Valencia ya han pasado 12 de proyecto en proyecto. Llegó a Bermuda el 14 de febrero y son muchas semanas sin ver a su mujer y sus dos hijos. «No es fácil llevar esta vida. Te vas con un bebé y cuando vuelves ese niño ya anda. Cuando estás soltero es estupendo porque estás solo; luego, con pareja, está bien porque cuando viajé a Nueva Zelanda con el 'Luna Rossa' me fui con mi mujer, pero ahora, con los niños, cuando empiezan el colegio tienes que decidir si los vuelves locos cambiándolos de casa cada seis meses o que estén estables en Pamplona, que es lo que elegimos». Aunque de momento parece que la nómina y estar en la crema de la vela lo compensan. «Se vive bien de esto: es deporte de élite y se paga muy bien», reconoce.

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