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El teniente Juan Antonio Jiménez, del Seprona.
Reciclados por las llamas

Reciclados por las llamas

Cada mes se declaran en España 2,5 incendios en vertederos y plantas de reciclaje

J. Luis Alvarez

Sábado, 13 de mayo 2017, 03:02

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«Ha sido un avión que se estrelló en el cerro o un camión cisterna». «No. Son los neumáticos del vertedero». Aquel fatídico viernes 13 de mayo de 2016 los vecinos de la urbanización El Quiñón de Seseña (Toledo) buscaban el origen de la negra humareda negra que se cernía sobre ellos. Había ocurrido lo que tantas veces habían denunciado que iba a pasar, el fuego arrasaba las toneladas de neumáticos almacenados durante años en el vertedero ilegal que tenían a escasos metros de sus viviendas, al otro lado de la autovía R-5. Como el de Seseña, cada año arden numerosos cementerios de basura, legales o ilegales, la mayoría con materiales muy contaminantes.

Según datos recogidos por 'BlogSOStenible', entre febrero de 2012 y el 5 de mayo de 2017, han ocurrido en España 94 siniestros en plantas de reciclaje de residuos. Esto representa una media de 2,5 incendios al mes. La memoria de actividades del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil correspondiente a 2016 recoge que ese año los agentes denunciaron 25.997 infracciones administrativas a la normativa sobre residuos y vertidos, a las que se suman otras ocho infracciones penales de depósitos de residuos tóxicos o peligrosos. Por estos motivos, los agentes detuvieron o investigaron a diez personas. Asimismo y también relacionados con los residuos, el Seprona denunció 43 infracciones penales por atentado contra los recursos naturales y el medio ambiente y la flora y fauna, hechos por los fueron investigadas o detenidas otras 112 personas.

Respecto al origen de los incendios en las plantas de reciclaje y vertederos, el responsable en la materia del Seprona, teniente Juan Antonio Jiménez, asegura que «puede deberse accidentes». «La acumulación de cualquier tipo de residuos genera un riesgo. Si acumulo y no gestiono de manera adecuada lo que acumulo se pueden producir mezclas, aleaciones, reacciones químicas y al final puedo ocasionar algo que se escapa del control y terminar en un accidente», explica. En todo caso, para este experto también puede suceder que los responsables del vertedero o la planta «como no pueden controlar lo que tienen, la forma más rápida de quitárselo del medio es quemarlo».

Según el responsable de la campaña sobre contaminación de la organización ecologista Greenpeace, Julio Barea, «es necesario que se investiguen las causas de estos siniestros, porque no es normal que cada mes tengamos 2,5 vertederos ardiendo». «Algo está pasando, no es normal», afirma. «En muchos casos se arguye que es accidental para cobrar los seguros y las indemnizaciones, porque de lo contrario sería un caso criminal que llevaría una investigación», advierte.

Delincuencia y mafias

Pero detrás del negocio del reciclaje no solo operan empresas legales. Según explica el teniente Jiménez, «la realidad es que la gestión del residuo genera dinero, la prueba es que determinadas mafias o colectivos de delincuencia organizada están invirtiendo en el tráfico ilegal de residuos. Si se genera dinero siempre habrá personas que estén dispuestas a participar en esa actividad ilícita».

La situación se agrava porque el negocio de los residuos traspasa ya las fronteras. «El problema en Europa radica en que no hay fronteras y es más difícil controlar la circulación de los residuos», detalla el responsable del Seprona. Para ello las comunidades autónomas y el Ministerio de Medio Ambiente trabajan en controlar el tráfico de materiales de deshecho, porque «con la información que estamos obteniendo, España ya es un importador de residuos». «No es lógico que si no tenemos capacidad para gestionar esos residuos se importen más para contaminar nuestros suelos», añade el teniente Jiménez.

Julio Barea denuncia que quemando «no se reciclan los materiales, con el perjuicio ambiental que esto tiene», como indica que ocurrió en el siniestro de la planta de Seseña o en la planta de Chiloeches (Guadalajara). Por ello, Greenpeace, que reclama el cierre inmediato de todas las planta ilegales y «un mayor control» sobre las que cuentan con todos los permisos, porque tras las empresas que los explotan «hay un negocio truculento y oscuro, en lo que lo más limpio de los residuos son los propios residuos».

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