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Lluís Llach, diputado de Junts pel Sí en el Parlament catalán, firma autógrafos durante la Diada de 2013. Abajo, en un concierto en los años 70. :: JOSé JORDAN / afp
De la estaca al estacazo

De la estaca al estacazo

Lluís Llach amenaza. El padre de un himno por la libertad en el franquismo coacciona ahora a los funcionarios catalanes

ANTONIO PANIAGUA

Jueves, 27 de abril 2017, 20:27

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Lluís Llach es un hombre de contrastes. Es un abstemio que hace vino en el Priorato. Un enamorado del paisaje bucólico del Baix Empordà (Girona) a quien le sobrecoge la belleza ascética de la meseta castellana. Abanderado de la lucha antifranquista, procede sin embargo de una familia de terratenientes carlistas. Cuando sus conciertos empezaron a ser prohibidos por la dictadura de Franco, no le quedó otra que exiliarse en París. Pero un día al adalid del soberanismo le entró la fiebre inquisidora. En una conferencia celebrada hace un mes el cantautor y diputado de la coalición Junts pel Sí (JxSí) amenazó con represalias a los funcionarios que no acataran las leyes conducentes a la independencia de Cataluña. «El que no la cumpla será sancionado. Deberán pensárselo muy bien. No digo que sea fácil; al revés: muchos de ellos sufrirán, porque dentro de los Mossos d'Esquadra hay sectores que son muy contrarios», dijo el músico.

Sus comentarios sorprenden en el padre de una canción, 'L'estaca', que se ha erigido en todo un canto a la libertad. Este artífice de la 'nova cançó' se refugió en París durante el tardofranquismo por incitar a la subversión. Tal era el celo de los censores que las autoridades acusaron a Llach de «revolucionar al público con la mirada», cosa que no está al alcance de cualquiera.

Aunque tiene un patrimonio declarado de 1,3 millones de euros, Lluis Llach no ha mostrado demasiado interés por el dinero. Al menos no en sus inicios. El presidente de la discográfica CBS en España quiso reclutarle en 1968 para la multinacional. Le llegó a ofrecer dos millones de pesetas, pero, eso sí, tenía que cantar en castellano. Una propuesta indecente para un independentista militante. Llach rechazó la oferta y fichó por un sello catalán.

Hijo de un médico de pueblo y alcalde franquista y de una maestra dentro de una familia conservadora, su madre le inculcó de crío el amor por la música, hasta el punto de que el primer disco que pidió que le regalaran fue la 'Octava sinfonía' de Beethoven. Se hizo inseparable del piano. Para no querer ser músico, ha demostrado un talento sobrado para componer temas imperecederos, como 'Viatge a Ítaca', de ecos kavafianos; 'El meu amic el mar' o 'Campanades a morts', un homenaje a las víctimas de la matanza de Vitoria de 1976. Por voluntad propia puso fin a su carrera musical en 2007, marcada por hitos imborrables, como su actuación en el teatro Olympia de París.

Dicen los que le conocen que es un hombre vehemente. No nada en aguas templadas. Cuando el PSOE se desdijo de su compromiso de sacar a España de la OTAN, Lluís Llach acudió a los tribunales y presentó una demanda contra Felipe González por incumplir su programa electoral. Le movió la indignación de quien se siente traicionado. Porque Llach había votado en 1982 a los socialistas. El juez desestimó sus argumentos y dijo que las promesas electorales son eso, promesas.

Este hijo del Mayo francés ha militado por la secesión con parecido fervor al que profesa por su club del alma, el Barça, una pasión que se remonta a su niñez, cuando escuchaba los partidos del club azulgrana gracias a una rudimentaria radio de galena que funcionaba con dos cables. De temperamento reservado, hay una persona para quien tiene siempre su casa abierta: Pep Guardiola.

A punto de cumplir los 69 años, Lluís Llach mira a África, en concreto a Senegal. En un viaje a la región de Sine Saloum, abrigó el proyecto de reconvertir los cayucos, esas embarcaciones en las que los inmigrantes se juegan la vida para alcanzar las costas de Europa, en barcos de pesca.

Novia judía y primer novio

Celoso de su vida privada, ha hecho una excepción a su talante discreto para hacer pública su homosexualidad. Con todo, le costó salir del armario, como lo demuestra el hecho de que tuvo su primer novio a los 28 años. Antes, a los 20, había tenido una novia judía, Irene, una mujer a quien dedicó una canción y cuya madre estuvo prisionera en Auschwitz.

'L'estaca' ha traspasado los confines de Cataluña para convertirse en un himno internacional. El sindicato polaco Solidaridad, fundado por Lech Walesa, lo adoptó como cántico. También se escuchó en la Primavera de Túnez, la insurrección popular que estalló en 2011 contra el régimen autocrático de Ben Ali. Su popularidad fue tal que Llach prohibió que los policías la cantaran en sus protestas. Ahora, con un lenguaje más propio del comisario político que del poeta, Lluís Llach ha blandido la estaca.

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