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Lugar del suceso.
Un hombre del pueblo

Un hombre del pueblo

Manuel, el presunto asesino de su mujer e hijos, era muy conocido en Campo de Criptana, donde pretendía abrir una tienda de chucherías

Daniel Roldán

Miércoles, 29 de marzo 2017, 17:01

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Las nueve de la mañana. La hora en que cientos de niños corretean por las calles de Campo de Criptana para acudir puntuales a su cita en las aulas. La hora, también, en que un cuerpo aparece enfrente del número 10 de la calle del Convento. Allí yace Manuel Bustamante, que se ha arrojado desde una de las ventanas del segundo piso en el que habita. Los agentes locales y de la Guardia Civil corren escaleras arriba porque nadie contesta al timbre. Se temen lo peor. "Que no sea violencia de género", masculla Juliana Díaz horas después del suceso. "Me ha llamado mi sobrina y me ha dicho que había oído que había sido el gas", comenta. Los accidentes son cosas de la vida. La violencia de género "es un asco", dice con firmeza desde el umbral de la puerta.

Al resto de los vecinos el suceso les ha cogido trabajando; o, simplemente, no quieren saber más. "Era una familia normal y tranquila. No lo puedo llegar a entender", afirma la única vecina, dueña de una tienda, que quiere hablar además de Juliana, pero sin dar el nombre. Pepe reafirma sus palabras. "Él ha trabajado siempre en el Ayuntamiento", añade. Isidoro Márquez coincidió con Manuel cuando ambos trabajaban como alguaciles municipales "hace mucho tiempo". Luego le perdió la pista, pero lo seguía viendo continuamente en la localidad, de unos 14.500 habitantes.

El presunto asesino era muy conocido. Todo el pueblo, desde los más pequeños hasta los más mayores, debía pasar por la taquilla de la pileta y pagar su entrada a Manuel, que estaba tratado de una depresión. Su mujer, Ana Rosado, era una sombra. Los habitantes de la calle Convento no pasan de señalar que era "educada y muy buena gente", aunque reconocen que la familia hacía cosas extrañas. Los cuatro habían cambiado mucho de casa dentro del mismo pueblo. Ninguna casa les convencía. En la vivienda del suceso llevaban dos meses. Ni siquiera habían cambiado el nombre de los buzones. Se iban a ir en breve. Manuel quería comprar 'La dulce luna', una tienda de chucherías junto a las vías. También iban a adquirir la vivienda de la planta superior.

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