Borrar
Urgente Más de 27 kilómetros de atascos en las entradas y salidas a Valencia
Instalación denuncia del artista Christian Boltanski. :: c. morin
Un esfuerzo necesario contra la contaminación

Un esfuerzo necesario contra la contaminación

PPLL

Sábado, 11 de marzo 2017, 21:39

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Cada cuánto tiempo adquiere una prenda nueva? ¿Qué razón le lleva a comprarla? ¿Cuántas veces se la pone? ¿Sabe de qué fibras está hecha? ¿Qué hace con las que ya no le sirven? ¿Cuánto espacio ocupa esa ropa en su armario? Detrás de estas preguntas incómodas, para las que a menudo no tenemos respuestas serias, se agazapa un problema a escala mundial. Desde que las grandes cadenas impusieron la 'pronto moda' -un ritmo desquiciante de diseño y confección al objeto de renovar cada semana los 'burros' de las tiendas para así acelerar el consumo y engordar sus ganancias-, las ventas de textil se han disparado.

Cada año se despachan 80.000 millones de prendas. Y la industria textil es la segunda más contaminante del planeta. Es responsable del 20% de los tóxicos que se vierten en el agua. Solo para los tintes hacen falta unos 2.000 millones de toneladas de productos químicos. Se calcula que en Hong Kong, donde viven siete millones de personas, se tiran cada minuto 1.400 camisetas. Tres de cada cuatro van a parar a un vertedero o se incineran, liberando sustancias tóxicas. Para confeccionar solo una hicieron falta 3.000 litros, el equivalente a lo que una persona necesita beber en cuatro años. El descalabro medioambiental ha llegado a tal punto que alarma incluso a los propios fabricantes.

Siete kilos

La respuesta a una de las incómodas preguntas iniciales es siete kilos. Esa es la ropa de la que nos desprendemos cada español en un año. Aunque aún lejos de los 35 de cada estadounidense, la suma sale tela marinera. Las mejores opciones para amortiguar el desastre son donar, reciclar o revender. Y, por supuesto, resistirse a la compra indiscriminada de prendas que no aportan nada a nuestro fondo de armario y que, muy probablemente, han sido tejidas en un taller infame de Bangladés por una trabajadora en régimen de semiesclavitud.

Lo último que ha de hacerse es tirarla a la basura. No se pueden compostar. En el mejor de los casos, aunque se haya manufacturado con materiales naturales, a menudo se estampan, blanquean con lejía o se tiñen. Más veneno para el agua.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios