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Cressida Dick, directora de la Policía Metropolitana de Londres, con uniforme oficial y sus condecoraciones en un acto institucional. :: r. c.
Con muchos arrestos

Con muchos arrestos

Cressida Dick ha asumido la dirección de Scotland Yard con un liderazgo tranquilo y eficaz

IÑIGO GURRUCHAGA

Jueves, 23 de marzo 2017, 12:10

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El nombramiento de Cressida Dick como jefe de la Policía Metropolitana de Londres, Scotland Yard, significa que cinco mujeres son responsables de máximo nivel sobre la seguridad de los británicos. La ministra de Interior es Amber Rudd. La directora de la Agencia Nacional del Crimen (NCA) es Lynne Owens. Sarah Thornton preside el Consejo Nacional de Jefes de Policía. Y la jefe de la Fiscalía de la Corona es Alison Saunders. Quizás todas ellas reconocerían que ocupan estas posiciones porque las pioneras cometieron delitos. Las manifestaciones de las sufragistas al principio del siglo XX eran reprimidas por policías y un grupo entre ellas pasó a la acción directa para protestar. Lanzaron piedras contra las cristaleras del Ministerio de Interior y eligieron la cárcel antes que pagar la multa.

La conquista del voto por las mujeres vivió más batallas y hoy, en el exterior del Parlamento donde una sufragista murió en unos disturbios, se levanta una estatua de sus líderes, Emmelin y Christable Pankhurst. Pero antes de que se reconociera la legitimidad de su causa ya había mujeres en la Policía británica. En 1883, Scotland Yard contrató a una para visitar a condenadas en libertad provisional.

La Asociación Británica de Mujeres Policías (BAWP) ha trazado su historia en colaboración con la Universidad de Buckinghamshire. En el principio eran 'matronas', que se ocupaban de mujeres y niños detenidos. En la Primera Guerra Mundial se crearon dos cuerpos voluntarios de mujeres policías. Uno de sufragistas burguesas, y el otro procedía de la clase trabajadora. Edith Smith fue en 1915 la primera policía con poder de arresto. En Grantham, la villa natal de Margaret Thatcher. Se le encargó la persecución de mujeres que se prostituían con clientes de las bases militares. Criticada por las sufragistas, que exigían que se persiguiera a los hombres que las pagaban, tuvo un final desgarrado nueve años después, una sobredosis de morfina.

La primera inspectora data de 1932 y la primera jefe de un cuerpo de condado en la estructura regional de la Policía británica, de 1995. En 1991, Stella Remington ya se había convertido en la jefe del MI5, el servicio secreto de inteligencia interior. Y antes, en 1984, Yvonne Fletcher fue la primera víctima mortal con uniforme, en el asedio de la Embajada de Libia.

Cressida Dick habló de las cuestiones de género cuando, en 1994, abandonó Scotland Yard y pasó al Foreign Office para ocuparse de cuestiones de antiterrorismo. Dirigía la persecución del terrorismo en la Policía de Londres, que coordinaba las fuerzas regionales en esa tarea, hasta que fue relegada. Desavenencias con el jefe al que ha sustituido, sir Bernard Hogan Howe, habrían sido la causa. «Cuando entré había en la Policía áreas inaccesibles para las mujeres. No recibías formación de orden público, no había mujeres en las unidades que usan armas de fuego hasta 1988, ninguna mujer se hacía cargo de un perro y había solo una en el Departamento de Investigación Criminal», decía a 'The Guardian' hace dos años.

El 'caso Menezes'

Su carrera está marcada por un trágico fallo. En julio de 2015 era la máxima responsable de la persecución de un yihadista que había huido tras fracasar en su intento de repetir la masacre perpetrada por sus correligionarios unos días antes en el transporte público de Londres. Un brasileño inocente, Jean Charles de Menezes, murió por disparos de policías cuando montaba en el metro en el sur de Londres.

La Justicia analizó el desorden de la operación, que coincidió con un cambio de turnos de trabajo, y la exoneró de responsabilidad personal. Esta hija de profesores de la Universidad de Oxford, que se formó en ese campus y en el de Cambridge, y que un día dejó una gran firma contable para ser policía, siguió ascendiendo. Está ahora al mando de 32.000 personas desde la nueva sede de Scotland Yard en la ribera del Támesis, cerca de la calle que da su nombre a los 'bobbies' de Londres.

Su predecesor le ha dejado una trayectoria descendente de los delitos en la capital británica, aunque un informe reciente señala una cierta pasividad ante los que tienen rango menor. Hereda también una fuerza de seguridad que se apoya de manera creciente en las cámaras y en los ordenadores. Y que seguirá patrullando desarmada en el 90% de sus efectivos. Tiene reputación de ser tranquila y de liderar de manera clara. Los críticos achacan su nombramiento por la ministra de Interior y el alcalde de Londres, Sadiq Khan, a las escrituras de lo 'políticamente correcto' y le reprochan que, cuando fue responsable de la Policía de Oxford, no disolvió una manifestación ilegal porque había niños. Pero lo que para unos es un reproche puede ser para otros un aval.

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