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Varios participantes en 'La batalla de las naranjas'.
Naranjas a discreción

Naranjas a discreción

Durante tres días consecutivos la ciudad italiana de Ivrea contempla batallas de cítricos

COLPISA

Martes, 28 de febrero 2017, 00:53

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Hay diversas y variopintas formas de celebrar el Carnaval. Pero ninguna como la ciudad italiana de Ivrea, una localidad que disfruta cada año de 'La batalla de las naranjas', una suerte de 'Tomatina', pero con los cítricos como arma arrojadiza y elementos para disfrazarse como defensa entre los casi 36.000 participantes.

Durante tres días, los previos al Miércoles de Ceniza, se reparten nueve equipos con un máximo de 4.000 miembros cada uno, según lo organizado desde los tiempos de la II Guerra Mundial. Las plazas se llenan de los particulares soldados, que montan en particulares carromatos o marchan a pie para cumplir cada uno con su particular rol. Así, el evento intenta recrear la rebelión contra un tirano medieval, a quien no le importaba que sus súbditos murieran de hambre hasta que la hija de un molinero encabezó la protesta. Quienes representan al señor feudal van en carros tirados por caballos y con protecciones que simulan a las armaduras de otros tiempos. En cambio, los que asumen el papel de los siervos avanzan descubiertos y con las naranjas como armas, lo que lleva a que al final de cada jornada a muchos de ellos a ser atendidos por los servicios médicos. Por último, el vehículo con la encarnación de la joven que encendió la mecha, en cambio, reparte caramelos y flores mientras es escoltada por músicos.

La particular guerra entre nobleza y pueblo llano no tiene siempre el mismo desarrollo. Una comisión especial estudia los progresos de los diferentes equipos y concede premios por su pasión, técnica y lealtad.

La popularidad de 'La battaglia delle arance' ha convertido la localidad en un lugar turístico atractivo. Sin embargo, no existe la certeza de cuándo comenzó a celebrarse la particular contienda. Según la teoría más extendida, todo comenzó con lanzamientos desde los balcones en un duelo particularmente ayudado por la particular geografía de Ivrea en el siglo XIX. De los edificios pasó al casco antiguo de la ciudad, donde las emboscadas y alianzas permitían disfrutar de la contienda. La fiesta avanzó a lo largo de la historia desde el lanzamiento de frutas, verduras, flores o altramuces hasta optar por las exóticas naranjas de Niza.

Detrás de la pelea a naranjazos hay un inevitable nexo con las fechas. «El carnaval nace, como todas las fiestas del inicio de la primavera, con un ritual natural: remover la tierra para plantar un árbol que se quemará al final de la fiesta, para permitir a la comunidad renacer de sus propias cenizas», recuerdan desde la organización. Es otra forma de año nuevo, una suerte de regeneración para aquellos que quieren acercarse al poblado del norte de Italia para ver los impactos de 500 kilogramos de naranja. Y si no encuentran hueco en alguno de los equipos podrán participar como asistentes y vestir el 'frigio', esa prenda roja que simboliza la simpatía por la rebelión naranja.

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