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Raúl Castro levanta el brazo de Barack Obama en un gesto de cordialidad, en un acto celebrado en marzo de 2016 en el Palacio de la Revolución de La Habana. :: afp
Cuba sin los Castro

Cuba sin los Castro

Raúl ha comprometido su retirada en 2018, lo que podría dar paso al actual 'número dos', Díaz Canel

MILAGROS L. DE GUEREÑO

Domingo, 27 de noviembre 2016, 22:08

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La perspectiva de una Cuba sin los Castro hace correr ríos de tinta. Pero desde dentro todo parece estar perfectamente atado. Raúl Castro ha dicho que se retirará del Gobierno en 2018. Pero continuará como primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC) en teoría hasta el 2021, cuando se celebre el próximo congreso. Y si nada se tuerce, el mejor colocado en la parrilla de salida para sumir el mando es el actual primer vicepresidente, Miguel Díaz Canel, miembro de otra generación posterior.

Al asumir formalmente la presidencia de Cuba en febrero de 2008, Raúl dijo: «Fidel es Fidel, todos lo sabemos bien. Fidel es insustituible y el pueblo continuará su obra cuando ya no esté físicamente». Algunos se empeñaron en marcar las diferencias entre ambos llegando a afirmar que Fidel frenaba las reformas -«actualización» se llaman en el lenguaje oficial- que promovía su hermano menor y sucesor aunque en varias de sus 'Reflexiones' Fidel apoyó los pasos dados por su heredero político para abrir la economía a la iniciativa privada e incluso para acercarse a Estados Unidos.

El menor de los Castro, pragmático, poco dado a los discursos pero muy directo, aclaró en 2006, cuando su mandato era provisional todavía y algunos advertían de un 'ruido de sables', que «será el Partido Comunista el encargado del asumir el liderazgo político» cuando el comandante muriera o dejara el Gobierno.

Fidel ya ingresó para siempre en la historia del siglo XX. Y el general Raúl Castro se quedó sin el 'soldado de las ideas' con el que según sus más íntimos también discutía, aunque siempre desde la adoración al ídolo.

Fidel se ha ido cuando todavía las reformas económicas no dan los resultados esperados. El triunfo de Donald Trump amenaza con dar marcha atrás a los avances con el Gobierno del país que fue enemigo declarado durante 57 años.

Rafael Hernández, académico y director de la revista 'Temas', opina que otros miembros de la vieja guardia podrían seguir el ejemplo de Raúl de retirarse, como dijo públicamente, al cumplir su segundo mandato de cinco años. Agrega que la Asamblea Nacional (parlamento) podría adoptar una regla en ese senido que debería ser aprobada antes del 2018. «Esa ley va a determinar que todos los que hayan estado desempeñando los cargos que tienen ahora durante un tiempo como ese, también deban dejarlos. Eso incluye no solamente a los máximos dirigentes del buró político, del partido, sino a los ministros del y a los miembros del Consejo de Estado», afirma Hernández.

Gira de presentación

Según el prestigioso intelectual, «debe haber una renovación que incluya a todos aquellos que llevan un tiempo tan prolongado en el cargo. No obstante, no todos los miembros del Consejo de Estado llevan 10 años, ni todos los ministros llevan 10 años. Pero en cualquier caso lo que la ley regule todavía está por determinarse porque la ley no ha sido promulgada, solamente sabemos acerca de la disposición personal de Raúl Castro de no participar en ningún proceso de elecciones, de no ser candidato para un próximo mandato que vaya más allá de 2018».

Para cuando eso suceda, Díaz Canel ya estará bregado en las lides políticas de la jefatura. Recientemente realizó una gira internacional que sirvió como tarjeta de presentación.

Además, Raúl Castro podría no pasar directamente a la jubilación porque seguiría siendo el máximo dirigente del partido. Lógicamente su influencia podría continuar.

Miembros de la oposición afirman que lo que pretende es que su actual segundo se deje manejar como un títere. Otros que están preparando el terreno para que otro Castro llegue al poder y mencionan a Alejandro Castro Espín, el hijo militar de alto rango del actual gobernante. Pero son puras especulaciones.

Lo concreto es que la el país tiene en el turismo una de sus principales fuentes de ingresos. Pero el turismo también 'contamina' la isla de lo que en otros tiempos se llamaba 'diversionismo ideológico'. Por eso los dirigentes han vuelto a batallar por la defensa de los ideales de la revolución ante la avalancha de visitantes extranjeros, sobre todo estadounidenses. A partir del lunes comienzan a llegar al aeropuerto de La Habana cuatro compañías regulares de EE UU gracias a los acuerdos a que ambos países llegaron por inicaitiva de Obama.

Ajustar la necesidad económica a la conservación de la ideología revolucionaria es lograr la cuadratura del círculo. Y esa asignatura lo más probable es que no quede en manos de un Castro. Lo que no se sabe -aquí no hay encuestas de opinión públicas- es si el heredero llegará con ánimo rompedor o será más papista que el papa, que también puede ser.

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