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El escritor Lars Mytting, ayer en El Retiro madrileño. :: josé ramón ladra
Madera de escritor

Madera de escritor

El noruego Lars Mytting ha vendido medio millón de ejemplares de un libro que reivindica la vuelta a cortar leña. Sostiene que la tala de troncos reafirma el orgullo masculino

ANTONIO PANIAGUA

Viernes, 2 de diciembre 2016, 20:30

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Para Lars Mytting tocar madera no es un hechizo para espantar la mala suerte. Todo lo contrario. Es toda una liturgia que ennoblece al hombre y que le proporciona un placer estético y moral inigualable. Este escritor noruego ama el aroma a savia y resina que desprende la leña. De su afición por hacer astillas y desbastar troncos habla el hecho de que tiene 28 hachas. Lars Mytting combina la pluma con la motosierra. Su obra 'El libro de la madera. Una vida en los bosques' (Alfaguara) representa todo un alegato a favor de la estufa como arma para combatir el frío. Reconoce que se queda embobado viendo el fuego, un espectáculo «que cada vez es diferente». «Las llamas de una chimenea son algo vivo, varían en función de la madera que se queme y de mi estado de ánimo. Puedo entender perfectamente que la gente creyera que los demonios habitaban en el fuego. En España se consideraba que la salamandra era una criatura sobrenatural que nacía del fuego, cuando en realidad el reptil se cobijaba en la madera para dormir durante el frío», dice Mytting, un grandullón de unos dos metros de altura al que uno se imagina perfectamente con el serrín pegado a su cara.

Para su sorpresa, 'El libro de la madera' se ha convertido en un éxito arrollador que se va a traducir a 16 idiomas y que hasta ahora ha vendido medio millón de ejemplares. Sus lectores son legión en los países escandinavos, pero también en Reino Unido, Alemania y Holanda, donde el ensayo se presenta como un manual de la nueva masculinidad. Pese que el libro tiene muchas adeptas, Mytting reconoce que hay algo en eso de serrar y amontonar la leña que devuelve al varón su orgullo herido. «La batalla contra el árbol, por así decirlo, exige fuerza física y trabajo duro. Con el hacha, la sierra y otras herramientas, el hombre se asemeja a un torero. Es algo excitante. También es una vía de escape para la gente silenciosa, que por lo general no sabe expresar muy bien sus emociones».

El escritor asegura que el fuego procura una experiencia más rica e intensa que los radiadores eléctricos y las calderas de gasoil, que no han acabado con la costumbre ancestral de reunirse en torno a la hoguera. La charla al amor de la lumbre alimenta la fantasía. Y además el calor que desprende la madera en combustión se parece más a la luz solar. Por algo las llamas emiten rayos infrarrojos. «Al sentir la radiación, notamos cómo se expande el calor por la piel y el cuerpo, y de inmediato nos proporciona una sensación de bienestar y seguridad».

Temperamentos

Según Mytting, la manera en que se apilan los leños dice mucho del talante de una persona. Una pila recta y firme habla de un temperamento recio; un amontonamiento alto retrata a un hombre de grandes ambiciones; una pila derrumbada delata a un pusilánime con escasa fuerza de voluntad, mientras que acumular leños grandes y torcidos de madera dura es sinónimo de perseverancia y tenacidad. Son consejos extraídos de la sabiduría popular noruega y que cualquier lector en edad casadera debería tener en cuenta. A juzgar por la forma en que Lars Mytting guarda su madera, el escritor es un hombre reservado, pues no expone sus tarugos a la vista del público. Para pertenecer al club de la leña conviene tener unos conocimientos básicos del asunto. Un pino ofrece mucha menos energía por metro cúbico que el abedul, el fresno, el roble y el haya.

El libro se inscribe dentro de esa estela de libros que ahora se han puesto de moda y que ensalzan un estilo de vida moroso y sencillo.

El escritor no teme que se le estigmatice como un arboricida. No en balde Mytting es noruego, un pueblo cuya tradición maderera se remonta a los vikingos. Argumenta por añadidura que la sustitución de los derivados del petróleo y la electricidad por la madera es una opción más barata y respetuosa con la naturaleza. «La leña es una alternativa complementaria. Todas las fuentes de energía tienen sus inconvenientes. La electricidad es limpia, pero requiere una gran infraestructura. Y los combustibles fósiles son limitados. La leña es la energía menos burocratizada y más sencilla que existe. Antiguamente generaba mucho olor y humo, pero en Noruega hemos inventado estufas hipereficientes que despiden muy pocas emisiones de CO2».

El escritor es un hombre bienhumorado. No busca dar leña ni a ecologistas ni a urbanitas. Admite que vivir en una comunidad rural como Elverum puede ser aburrido. «Para escribir no quiero que nada me distraiga». Viviendo en la fría taiga, donde ha llegado a soportar temperaturas de hasta 37 grados bajo cero, le rodea un silencio helado.

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