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Cristo Reyes lanza un dardo durante un torneo en el Alexandra Palace de Londres, un recinto en el que se dan cita nueve mil aficionados. :: john walton/pa wire
Del bar al palacio

Del bar al palacio

El español Cristo Reyes es uno de los mejores del mundo con los dardos

FERNANDO MIÑANA

Miércoles, 30 de noviembre 2016, 21:22

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Cristo Reyes (Santa Cruz de Tenerife, 29 años) tiene unas gafitas muy pequeñas, un corpachón muy grande y la puntería de Robin Hood. El año pasado, en un par de torneos, cogió los dardos, acertó los tres en el triple 20 y sumó 180 puntos, lo máximo. En la siguiente ronda lo repitió. Y en la tercera clavó los 141 que necesitaba para redondear el 501. Luego pinchó en un doble y cerró la partida. Es imposible hacerlo con menos lanzamientos. La partida perfecta. «La pena es que no era televisado», se lamenta con ese acento canario que riega buen rollo. Es el mejor jugador español de la historia. Nunca otro había llegado tan alto en la orden del mérito. El número 32 del mundo. «Pero eso no es lo mejor; lo mejor es cómo siento que estoy jugando ahora: me veo capaz de todo».

Ahora lleva la vida de un tenista. Arriba y abajo. Del torneo al aeropuerto y del avión al hotel. «Tengo un mínimo de dos campeonatos al mes y casi siempre tres. Unos cuarenta viajes al año. Estoy más tiempo fuera que en casa». Aunque el dardo no es tan rentable como la raqueta, no le va nada mal. 120.000 euros en dos años. Nunca imaginó este trajín. Ni esta dicha. Aunque no se fía y empieza a hablar de impuestos aquí y allá, del manager que se lleva un buen pico, los gastos... «Al final se queda en mucho menos». Así justifica que se aferre a su empleo en Flipper, instalando dianas, billares, máquinas tragaperras... «Todo lo que tenga una ranura para meterle un euro».

Su amor por los dardos viene de su humilde hogar en las afueras de La Laguna. Su padre, Genaro, un albañil que se daba cierta maña con los dardos, alentaba al niño a que probara. Luego le aupaba a una silla o a una caja y dejaba que fuera él mismo quien los recogiera. A veces también jugaban en los bares. Padre e hijo. Maestro y alumno. «Hasta que un día, en casa, le derroté. Y, de repente, empecé a ganarle siempre».

A él y a casi todos los que caían en sus redes en los bares de la isla. Su puntería no tenía rival, pero jamás pudo imaginar que fuera para tanto, que aquella pericia le sirviera para ganarse un sobresueldo y competir con los mejores del mundo. Aquello lo descubrió después, en 2015, ya con 28 años, cuando se inscribió en el clasificatorio para el Mundial celebrado en Ávila. Allí se juntaron 154 jugadores de España, Portugal y Gibraltar. Reyes fue el mejor de todos.

Un mundo increíble y desconocido se desparramó ante sus ojos. «Yo no tenía ni puta idea de cómo iba el tema». El tema son los campeonatos internacionales, el European Tour, los 'majors' (como los Grand Slam de tenis) y el Mundial. Y que existe un paraíso, el Reino Unido, donde tienen audiencias que solo superan fútbol y rugby. Ahí queda, imborrable, su primera incursión en el Alexandra Palace de Londres, donde nueve mil espectadores siguen el vuelo de los dardos. Pruebas que televisan Sky Sports, Eurosport, ESPN...

Dos años después ya se siente uno de ellos, le han apodado 'The Spartan' y lo presentan con la canción 'Hall of Fame', de The Script. Ya han surgido los primeros patrocinadores, sus dardos, con el escudo del espartano estampado en la pluma y su firma en el barril (el agarre, la pieza que une la pluma con la punta de acero), se venden en las tiendas a 60 euros y en su camiseta ha incorporado su marca, CR180 (las iniciales de su nombre y la máxima puntuación en los dardos), como si fuera el mismísimo Cristiano Ronaldo.

Venció al número uno

«Yo pasé del bar a los 9.000 espectadores del Alexandra Palace. Fue algo increíble. Y, una vez que vives esto, ya no lo puedes dejar», repasa ahora, instalado ya en la élite. Entre sus 'víctimas' figura el número uno indiscutible, el holandés Michael van Gerwen, que el año pasado se llevó un millón y medio de euros en premios, y que acumula 250.000 seguidores en Twitter.

Aunque su ídolo es un inglés, el viejo Phil Taylor. 'The Power' le llaman tras conquistar 16 títulos mundiales. Un 'dardero', como se dicen entre ellos en España, de 56 años. Como Reyes y tantos y tantos otros, Taylor despuntó en los pubs del terruño, en Stoke-on-Trent, y llamó la atención de Eric Bristow, una estrella de los 80 que le propuso un pacto: ayudarle con 10.000 libras a cambio de que se las devolviera más adelante. En 1990, impulsado por su mecenas, llegó a la final del Mundial y derrotó a... Bristow. El inglés fue el primer jugador en ganar un millón de libras.

A Cristo, que debe su nombre a que su padre nació el día del Cristo, esta cifra le parece una utopía. Aunque tampoco es que se mate entrenando. «No mucho. Debería entrenar más, pero solo dedico una hora al día. Y algunos ni tiro. No tengo tiempo de nada. ¿Y qué hago? Pues si en el torneo tengo que jugar partidas -al mejor de once y en cada una gana el primero que baje de 501 a cero, cerrando con un doble-, en el entrenamiento juego partidas».

Cristo, ¿y qué le dirá a Phil Taylor, su ídolo, el día que le toque jugar contra él?

Pues no le diré nada, porque no hablo ni papa de inglés -contesta, sincero, con su acento de 'muyayo' antes de romper en una carcajada franca y estruendosa.

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