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Kaepernick y Eric Reid se arrodillan (en vez de ponerse en pie) al sonar el himno antes de un partido.
El 'Barras y estrellas' ya no es lo que era

El 'Barras y estrellas' ya no es lo que era

El quarterback Colin Kaepernick incendia Estados Unidos al no levantarse ante el himno

GUILLERMO ELEJABEITIA

Lunes, 3 de octubre 2016, 21:14

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Con los primeros acordes de 'Barras y estrellas' las miradas de todo el estadio se centraron en Colin Kaepernick. El quarterback de los San Francisco 49ers permaneció sentado mientras sonaba el himno nacional, para asombro de la grada. «No voy a levantarme y mostrar respeto por la bandera de un país que oprime a los negros», explicó después del último partido de pretemporada contra los Green Bay Packers. En un país que profesa auténtica veneración por sus símbolos (y el himno y la bandera son los más sagrados), le llovieron las críticas. La NFL puso el grito en el cielo, en San Francisco se sintieron avergonzados y algunos exaltados llegaron a quemar camisetas con el nombre de este jugador de 28 años y 1,93 de altura.

Curiosamente las ventas de la equipación con el número 7 que luce Kaepernick se han disparado. Y no precisamente para ser quemadas. Su equipo le defendió alegando que estaba ejerciendo «un derecho tan americano como la libertad de expresión», y el mismísimo presidente Obama rompió una lanza a su favor. «No dudo de su sinceridad, creo que le preocupan algunos problemas reales y legítimos de los que hay que hablar, y lo que ha hecho ha sido generar conversación. Prefiero que haya jóvenes implicados en el debate y participando en el proceso democrático, que gente que simplemente se queda al margen de todo y no presta atención», afirmó.

Con las muestras de apoyo también han llegado los golpes bajos. La reacción de Donald Trump fue ramplona: «Quizá debería buscarse un país que funcione mejor para él». El congresista republicano Steve King ha ido más allá y directamente ha acusado al deportista de simpatizar con el ISIS. «Tiene una novia islámica, que es su prometida y eso le ha cambiado, le ha hecho ver situaciones políticas de una forma distinta», declaró en una entrevista. El cantante Kid Rock, epítome de lo que los americanos llaman 'basura blanca', se contentó con gritar «Que te jodan Kaepernick», en el arranque de un concierto.

«Cualquier gesto que pueda ser interpretado como una falta de respeto a la nación no se entiende en Estados Unidos, donde sería impensable una pitada al himno como las que vemos en España», explica a este periódico el diplomático Inocencio Arias. Quizá por eso en el siguiente partido Kaepernick se arrodilló al escuchar el himno en lugar de permanecer sentado, como para dejar claro que su gesto no debe verse como un insulto, sino como un grito frente a la opresión.

El jugador, que ha pasado a ser suplente y no atraviesa su mejor momento deportivo, se ha convertido en un símbolo de la lucha contra la discriminación racial que todavía atenaza Estados Unidos. Y no está solo. En las jornadas siguientes decenas de deportistas de otros equipos se han sumado a la protesta. En el arranque de la Liga cuatro jugadores de los Miami Dolphins escucharon el himno de rodillas, mientras que dos de los New England Patriots y uno de los Kansas Chiefs levantaron el puño, imitando el saludo del 'Black Power'. Este fin de semana han sido muchos más. La prensa americana habla ya del 'efecto Kaepernick'.

Pero su activismo está teniendo consecuencias. Brandon Marshall, antiguo compañero de universidad, también se unió al gesto de su amigo. Su solidaridad le ha hecho perder un contrato de patrocinio con la Academia Aérea Federal Credit. La firma asegura que «respeta el derecho a expresarse» de Marshall, pero «no representa los valores de la organización». El exjugador de la NBA Josh Childress reconoce que «hay una presión silenciosa sobre los deportistas para que se autocensuren, la gente espera que se callen y jueguen».

Verano sangriento

La ola de reivindicaciones llega despues de un verano sangriento en el que la violencia racial ha sacudido Estados Unidos hasta cotas que no se recordaban desde los años 60. Paul O'Neal, de 18 años, fue abatido por la policía de un tiro por la espalda a finales de julio. Había robado un coche e iba desarmado. A Alton Sterling, lo mataron unos días antes en Louisiana cuando ya estaba inmovilizado en el suelo. En San Francisco, Mario Woods recibió más de 20 tiros de los agentes que le persguían. Estaba drogado e iba armado con un cuchillo. Hace solo unos días, la policía de Columbus (Ohio) mató a Tyree King, un niño de 13 años que portaba una pistola de balines y el martes mismo una agente de la Policía de Tulsa, en Oklahoma, mató a tiros a un negro desarmado cuyo vehículo se había averiado en una carretera.

Los sucesos de Ferguson en 2014 precipitaron una reacción en contra que ha cristalizado en el movimiento 'Black lives matter' (Las vidas de los negros importan). Las últimas muertes no han hecho más que echar sal en la herida.

Aunque el activismo no es una seña de identidad en la industria del entretenimiento estadounidense como puede serlo en Europa, algunos referentes afroamericanos han alzado la voz. Beyoncé realizó en la última Superbowl el número con más carga política que se recuerda, con su cuerpo de baile emulando a los Panteras Negras. Michael Jordan, al que durante muchos años se acusó de ser excesivamente tibio, también ha hablado. «Ya no puedo seguir callado, necesitamos asegurar que la gente de color recibe un trato igualitario y que los policías cuenten con nuestro respeto y nuestro apoyo».

LeBron James y otros tres jugadores de la NBA llamaron a los deportistas a alzar la voz por la igualdad en la gala de los premios ESPYS. Pero ha sido Kaepernick el que ha recogido el guante y ha llevado su protesta al horario de máxima audiencia en la televisión. Su eco ha llegado a lugares insospechados. Este fin de semana un equipo de Las Vegas formado por niños de 6 años también se ha arrodillado al sonar los primeros compases del 'Barras y estrellas'.

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