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Víctimas. «Los niños son siempre los grandes perdedores».
«El deseo pesa hoy mucho más que la familia»

«El deseo pesa hoy mucho más que la familia»

El experto duda de que en verano se produzcan más divorcios y sostiene que los miembros de la pareja «son ahora más hedonistas» que nunca

FERMÍN APEZTEGUIA

Domingo, 4 de septiembre 2016, 21:53

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«El divorcio es una ruina, pero no sólo económica; es una ruina física, emocional y de salud mental. No es la solución; es sólo un parche que hay que poner para que la situación familiar no sea aún peor». El psicólogo Antonio Cano Vindel, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, sabe de los problemas que atormentan a las parejas. Éste es su análisis de lo que ocurre en verano y el resto del año.

-¿Septiembre es realmente el mes de los divorcios?

Quizás, no lo sé. La mayor convivencia, en ocasiones, provoca más problemas y favorece las tensiones.

Los juzgados dicen que no es para tanto, que en realidad es que en agosto no están operativos.

No les faltará razón. Si se cierra en agosto, tendrán que poner al día las demandas surgidas.

¿Qué se podía haber hecho en verano para evitar la separación?

Una pareja se construye a partir de dos extraños; y un extraño puede ser un potencial enemigo. Hay una serie de emociones universales, como la ira y el miedo, que regulan la convivencia humana. La ira sirve para avisar a otros de que nos pueden estar perjudicando. El miedo, para protegernos. Y luego existen otras emociones muy prosociales, como el enamoramiento. ¿Qué hace que dos extraños dejen de serlo y formen una pareja?

¿Qué hace?

¡Las emociones! Una pareja que primero son extraños y luego carne y uña se construye con emociones. Han de aprender a manejarlas y a convivir; y la convivencia no es fácil.

Se habla del verano, pero un divorcio no es algo de un día, ¿no?

Las emociones suelen ser muy fuertes, pero son algo temporal. Los sentimientos resultan menos intensos, pero son más duraderos. Estar enamorado, como estar enfadado, es algo que dura menos que querer o odiar a una persona. Puedes enfadarte, pero eso no significa que quieras destruir a tu pareja, aunque en ese momento parezca que sí.

Otras veces, en cambio, uno vive tan tranquilo y, de pronto, se encuentra con una demanda.

Hoy en día, eso es mucho más frecuente. La pareja piensa más en cada uno de ellos que en la familia. Nuestros padres pensaban en construir un clan, en sus hijos, su mujer, su marido; y se sacrificaban por ellos. La sociedad ha cambiado. Es más individualista, más hedonista, busca más su propio placer.

Y eso, ¿en qué se traduce?

En que convives más tiempo con otra posible pareja que con la tuya. Es muy probable que surjan afectos, deseos. Antes también pasaba, siempre ha habido terceras personas, pero ahora la gente no está dispuesta al sacrificio. La satisfacción del deseo pesa más que la familia.

Suele decirse que los hijos pagan siempre los platos rotos.

Si no hay una buena convivencia, sufrirán todos los miembros de la familia; y los niños, más, porque son más dependientes. El ser humano es muy social porque nace muy dependiente. Si no hubiera un cuidador detrás, no sobreviviría. Por esta razón, precisamente, los hijos son los grandes perdedores de los conflictos. Ellos constituyen uno de los motivos por los que hay que luchar por resolver los problemas de la mejor manera posible.

Tras la ruptura, ¿se puede volver a ser feliz?

Se puede volver a ser feliz, pero hay que tener en cuenta que antes del divorcio existe otra solución. Una terapia de pareja no es garantía de éxito, pero hay que intentarlo.

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