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Un grupo de chinas en una sesión de selfis de estas nuevas aplicaciones que se han puesto de moda en el gigante asiático. Arriba a la derecha, algunos ejemplos. :: Z. Aldama
El Gran Hermano chino

El Gran Hermano chino

Jóvenes y mayores ganan miles de euros mostrando su vida sin rubor a través de aplicaciones de móviles que reransmiten en direto, una moda que arrasa en el país

ZIGOR ALDAMA

Martes, 23 de agosto 2016, 18:02

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  • ventana gay

  • Derechos paso a paso.

  • Hasta 1997, la homosexualidad fue considerada delito en China. Después, el país decidió integrarla en el catálogo de enfermedades mentales, donde estuvo hasta 2001. Desde entonces, la comunidad LGBT ha ido ganando derechos y reconocimiento. Cada vez está más cerca de sacudirse el estigma que ha lastado su integración social. Un buen ejemplo son las retransmisiones en directo de Blued, la aplicación estrella para los gais chinos.

  • Una «mezcla divertida».

  • «Es una ventana para que podamos mostrarnos libremente como realmente somos, sin vergüenza ni complejos, tanto para divertirse como para conocer gente inetresante con la que quedar», comenta un usuario de la 'app'. Es posible encontrar todo tipo de perfiles. «Es una mezcla muy divertida de macizos modernos y travestis decadentes de la china más rural», comenta otro usuario, este español residente en China.

  • Adiós a la muralla.

  • Las retransmisiones en directo se han convertido en una magnífica fórmula para hacer una rediografía de la juventud china en general, internet y los 'smartphones' han logrado eliminar la barrera que separaba a los urbanitas del medio rural. Ahora, la muralla también ha caído para las diferentes orientaciones sexuales.

En la televisión china no hay tertulianos en cuyos argumentos se ven hasta las amígdalas. Tampoco rancias confesiones privadas de famosos incapaces de hacer la 'o' con un canuto. Y mucho menos, programas de telerrealidad en los que la tensión argumental se marca con los puños o con los genitales. No, el gobierno de Pekín se ha embarcado en una cruzada que tiene como objetivo limpiar las emisiones de mal gusto y de polémica, así como de toda influencia extranjera. Quizá por eso, la juventud china cada vez pasa menos tiempo frente a la 'caja tonta'. Prefiere otra pantalla en la que sí desfilan la vida y milagros de millones de personas: la del teléfono móvil.

El ciberespacio del gigante asiático, que cuenta ya con más de 700 millones de internautas que se conectan a la red sobre todo a través de dispositivos móviles, vive una gran revolución debido a la irrupción de las aplicaciones para retransmitir en directo. Multitud de empresas han desarrollado servicios similares al del Periscope occidental y la población se muestra sin rubor en tiempo real. Existen unas 300 plataformas que suman unos 200 millones de usuarios, y, aunque predominan las chicas jóvenes con fines comerciales, en ellas hay de todo: desde niños que se muestran haciendo los deberes, hasta ancianos que retransmiten partidas de 'mahjong', pasando por soldados que se conectan en pleno entrenamiento, chicas sensuales que buscan clientes con necesidades sexuales y hasta dueños de mascotas que emiten todos los movimientos de sus animales.

Es el Gran Hermano de China, y el sencillo funcionamiento del sistema lo hace extremadamente popular. Sólo hace falta un 'smartphone' conectado a internet. Después de haber descargado la aplicación, no hay más que encenderla y apretar el botón de emitir. Se puede utilizar la cámara de los selfis para hablar directamente a la audiencia, la opción más habitual, o la principal para mostrar lo que uno está viendo. Los seguidores eligen a quién ver según la fotografía de perfil de los usuarios y pueden hacer comentarios públicos que se superponen en la pantalla en directo, de forma que se crea un diálogo con el usuario que retransmite. A la vez, tienen la posibilidad de enviar tanto 'me gusta' como regalos que se pagan con monedas virtuales y que aparecen en un torrente que inunda el lateral derecho.

Parece algo inofensivo, pero su rápida expansión preocupa a muchos. A falta de monstruos del Pokémon Go para cazar en China, cada vez es más habitual la visión de gente que va hablando y haciendo gestos mientras se mira a sí misma en la pantalla del móvil, convenientemente montado en un 'paloselfi'. Están por todas partes: en las calles, en restaurantes, en tiendas, en cines, en autobuses, y, sobre todo, en eventos de todo tipo. Algunos incluso cuentan con un micrófono con un cubilete serigrafiado con su nombre, porque, como no puede ser de otra manera en la China del siglo XXI, el asunto se ha convertido en un gran negocio que mueve 58.000 millones de yuanes (7.900 millones de euros) al año.

Hui es un buen ejemplo de cómo funciona la caja registradora. Esta joven nacida en la provincia de Hubei y afincada en Shanghái gana en torno a 15.000 yuanes (2.000 euros) al mes gracias a su canal en Meipai, una de las aplicaciones más populares para la retransmisión en directo. Y asegura que no es mucho dinero, porque hay quienes superan los 10.000 euros mensuales. «Comencé hace menos de un año por curiosidad y por aburrimiento. Quería que mis amigos viesen cómo es la vida en una residencia de estudiantes, y me pareció que podía ser divertido. Luego me sorprendió que hubiese miles de personas interesadas en algo tan trivial».

Con cada retransmisión, el número de sus seguidores aumentaba considerablemente. «La mayoría de los que utilizamos la aplicación somos chicas, pero mirando también hay muchos hombres. A veces, me incomodan un poco sus comentarios, sobre todo cuando visto poca ropa, pero he logrado tener suficientes espectadores como para ganar dinero haciendo publicidad y no me importa». Con una media de 23.000 seguidores en cada conexión, Hui ya es atractiva para las pequeñas empresas que buscan vender en Taobao -la principal plataforma de comercio electrónico- todo tipo de productos, desde cosméticos hasta ropa. «Nos pagan por vestir sus diseños o mostrar algunos de sus productos», reconoce.

Clases para 'influencers'

El asunto ha ganado tal notoriedad que existen agencias dedicadas a fabricar estrellas del ciberespacio. «Algunas celebridades de internet han superado ya incluso a las tradicionales en lo que se refiere a su volumen de negocio», sostiene Janet Chen, fundadora de Tophot, en declaraciones a la BBC. «Nosotros somos una plataforma para hacer famosa a gente -sobre todo a mujeres jóvenes- que consideramos que tiene potencial. Les creamos una imagen pública y les damos clases para convertirlas en modelos 'online' así como cierta formación sobre asuntos como maquillaje. Luego, las lanzamos en los servicios de retransmisión en directo, agencias de publicidad, y plataformas de comercio electrónico», explica. Son un nuevo tipo de 'influencers', como la industria conoce a los blogueros en venta.

No obstante, este nuevo espacio también permite a muchos ciudadanos anónimos expresarse con libertad sobre cualquier tema. Los censores no pueden meter mano en las retransmisiones en directo, razón por la que su contenido inquieta en las esferas de poder de Pekín. No en vano, el Gobierno ya ha anunciado que las unidades policiales de internet llevarán a cabo una gran redada para sancionar a aquellos usuarios que infrinjan las leyes del país. Eso incluye desde pornografía o el ofrecimiento de servicios sexuales hasta la sátira política, pasando por la incitación al juego o a la violencia.

«Hay usuarios que están atentando contra la moral pública para obtener beneficio personal, algo que resulta en una degradación del entorno de internet y que pone en peligro la estabilidad social», escribió la agencia de noticias oficial, Xinhua, en un editorial. Preocupa también el uso masivo que los niños hacen de estos servicios y la posibilidad de que sean presa fácil para pederastas o mafias que pueden acceder a todo tipo de datos que los más pequeños, e inconscientes, hacen públicos en las redes sociales.

Claro que, como sucede siempre en China, la difusa legislación se puede utilizar también contra quienes resulten molestos para el régimen. Lo sabe bien una de las mayores celebridades de estas aplicaciones: Papi Jiang. Aunque sus discursos no tienen nada de político y se centran en monólogos de humor sobre la juventud china, esta joven que ha logrado captar capital riesgo por valor de dos millones de dólares ya ha recibido una amonestación por parte de las autoridades por utilizar palabrotas. Teniendo en cuenta que suma más de un millón de seguidores y que más de cien millones ven sus retransmisiones a través de Youku, el Youtube chino, no es de extrañar que el organismo que regula todo el contenido audiovisual de China se haya fijado en ella como fuente de -mala- influencia para la juventud. Al fin y al cabo, la televisión en su concepción tradicional ya solo la ven quienes superan la cuarentena.

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