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Un grupo de arqueólogos trabaja en el cementerio de Ascalón, en Israel.
El pueblo de Goliat limpia su nombre

El pueblo de Goliat limpia su nombre

El hallazgo de un cementerio filisteo en Israel permite estudiar una civilización que soporta una de las peores reputaciones

ANDRÉS JIMÉNEZ

Miércoles, 20 de julio 2016, 21:31

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El descubrimiento en el sur de Israel de una necrópolis filistea, el pueblo de la antigüedad donde vio la luz Goliat, suscita esperanzas entre los expertos, que confían en desvelar los secretos de una civilización desaparecida hace 2.600 años. Pese a que hay numerosas referencias escritas en textos egipcios, hebreos y asirios, sobre los filisteos persisten numerosos enigmas y una leyenda negra inmerecida. Ahora surge la oportunidad de esclarecer muchas incógnitas y limpiar su buen nombre.

Con un pincel en la mano y muchísima paciencia el arqueólogo estadounidense Daniel Master se afana en limpiar de arena el esqueleto intacto de un filisteo que ha aparecido en lo que fue una vez una cámara mortuoria, en la ciudad israelí de Ascalón. El cuerpo fue enterrado junto a un frasco de perfume de terracota que con el paso de los siglos ha quedado pegado al cráneo. En el lugar se han hallado 145 cuerpos, lo que se considera una espléndida oportunidad para saber cómo eran sus su ritos funerarios y, sobre todo, cómo vivían.

Las primeras fosas se descubrieron en 2013 en Ascalón, una ciudad costera que en la época dorada de los filisteos llegó a tener 13.000 habitantes. Ahora, en el antiguo cementerio, se asienta un parque natural. Sobre este 'pueblo del mar' existen más lagunas que certezas. Algunos estudiosos sostienen que la presencia de objetos de alfarería roja y negra emparentan a los filisteos con la civilización micénica, nacida en las islas griegas. En cambio, otros expertos creen más plausible que los congéneres de Goliat fueran una tribu venida del desierto o de las montañas. «Lo único seguro es que eran extranjeros en esta región semita», explica Master a la AFP. Según el arqueólogo, está acreditada su presencia entre el año 1.200 y 600 antes de Cristo, en una pequeña zona de costa, entre la actual Franja de Gaza y Tel Aviv. Comerciantes y marinos, los filisteos hablaban una lengua de origen indoeuropeo, repudiaban la circuncisión y comían carne de cerdo y de perro, como demuestran los huesos encontrados en Gat, Gaza, Asdod y Ecrón, las ciudades que junto a Ascalón formaban el estado por ellos creado.

Los filisteos llevan milenios soportando un estigma ominoso. A raíz del duelo entre el filisteo Goliat y el judío David, su fama se resintió de por vida, de modo que la historia que nos ha quedado es la que dejaron escrita sus enemigos. No en balde son ellos quienes capturaron el Arca de la Alianza, el cofre que según la leyenda contenía las Tablas de la Ley.

La arqueóloga Sherry Fox prefiere que sean los huesos los que hablen. A juzgar por su osamenta, los filisteos eran grandes trabajadores. «Practicaban la consanguinidad y utilizaban los dientes como herramienta, probablemente para tejer», explica Fox, quien asegura que atendiendo a los restos, su talla era normal, lejos de la imagen del gigante atribuida por la Biblia a Goliat.

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