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Un muro rodea todo el perímetro de la ciudad para evitar la corrosión de las tormentas de arena. :: Recreaciones virtuales : masdar city / Foster & partners
La primera ciudad del mundo donde los coches están prohibidos

La primera ciudad del mundo donde los coches están prohibidos

Norman Foster levanta de la nada Masdar City, la primera ciudad ecosostenible del planeta, en pleno desierto de Abu Dabi

INÉS GALLASTEGUI

Viernes, 15 de enero 2016, 19:18

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Dentro, plazas con árboles, frescas avenidas, una ligera brisa y el sonido del agua. Fuera, casi cincuenta grados al sol (porque no hay nada que dé sombra), tórridas tormentas de arena y un árido, extenso desierto. ¿Un oasis? No, es Masdar City, un utópico proyecto urbano para 50.000 habitantes planificado desde la nada por el arquitecto británico Norman Foster y sus socios cerca de Abu Dabi, capital de Emiratos Árabes Unidos. Sus promotores la publicitan como la primera ciudad ecosostenible del mundo, gracias a la innovación tecnológica en bioconstrucción y energías renovables: cero carbono, cero residuos, cero coches. Sus críticos, en cambio, afirman que los ceros están, sobre todo, en los abultados cheques que la financian -unos 20.000 millones de dólares-, en uno de los mayores casos de 'greenwashing' (lavado de cara 'verde') de la historia.

Masdar -que en árabe significa 'fuente'- es la culminación de la apuesta del país por las energías renovables: la federación árabe, séptima potencia del mundo en reservas de petróleo y gas natural, quiere estar preparada para cuando su oro negro se termine. La urbe 100% ecológica es una especie de expiación masiva por el ingente despilfarro de energía y agua que practican las opulentas sociedades del Golfo Pérsico. No en vano, Emiratos Árabes Unidos (9 millones de habitantes) ha liderado durante años la lista de los países con mayor huella ecológica per cápita. Un ejemplo: con unas precipitaciones escasísimas a lo largo del año, los emiratíes son los ciudadanos que más agua gastan en todo el planeta: más de 550 litros al día por habitante, tres veces más que la media. Sus acuíferos tiemblan.

El proyecto fue anunciado en el año 2006, bajo el mandato del jeque Mohamed Bin Zayed Al Nahyan, el tercer gobernante más rico del mundo, con una fortuna estimada en 18.000 millones de dólares por la revista 'Forbes'. Sin embargo, la ciudad sostenible de 6 kilómetros cuadrados, ubicada junto al aeropuerto internacional de Abu Dabi, no está llamada a convertirse en el juguete caro de un emir rumboso, sino en una inversión rentable a medio y largo plazo.

Su misión, revela la página web de la compañía estatal del mismo nombre, es convertirse en «un vínculo entre la economía basada en la energía fósil de hoy y la economía del futuro». Para ello, cuenta con inversores, socios y amigos de lo más variopinto, desde el Gobierno de Estados Unidos hasta empresas financieras (Credit Suisse), firmas tecnológicas (Siemens), instituciones educativas (Massachusetts Institute of Technology, MIT) y ONGs (World Watch Fund).

No es casualidad que el primer edificio en comenzar a construirse en 2008 -aparte del propio cuartel general de Masdar- fuese el Instituto para la Ciencia y la Tecnología, una universidad enfocada a la investigación que pretende atraer a jóvenes talentos de todo el mundo y, de paso, aportar soluciones a los nuevos problemas tecnológicos que surjan. Por eso, la mayoría de los 200 residentes actuales son estudiantes, mientras que los trabajadores de algunas de las firmas que se han radicado allí se trasladan a diario desde la capital.

Rodeada por un muro exterior para defenderse de la corrosión provocada por las tormentas de arena del vecino desierto, esta ciudad inteligente contará con viviendas y edificios para usos comunitarios, comerciales y de industria ligera. Está previsto que sus gigantescas plantas solares garanticen el 100% del suministro eléctrico, que se reciclen o reutilicen la totalidad de los desechos y que el consumo de agua se reduzca hasta en un 50%, gracias a las medidas de desalación, depuración y reutilización.

Próximas aperturas

El proyecto contemplaba una red de transportes basada en dos líneas ferroviarias para conectar la ciudad con la capital, a 25 kilómetros, y con Dubai, a 115, y una flota de pequeños vehículos eléctricos que circulaban sobre raíles magnéticos en una planta subterránea, para el transporte interno de pasajeros. La idea era que ninguna vivienda estuviera a más de 200 metros de la estación más próxima y que los coches, sin conductor y con un máximo de 6 plazas, recorrieran la ciudad de punta a punta en 7 minutos. Pero de este plan solo han quedado los 13 prototipos construidos por la firma holandesa 2getthere. «Esto es un experimento y desde que comenzó han cambiado muchas cosas -recuerda Gerard Evenden, socio del estudio de Foster, en declaraciones a este periódico-. Por ejemplo, entonces había muy pocos vehículos comerciales eléctricos y ahora hay una gran oferta. Esperamos que Masdar se atendrá a los principios originales, pero obviamente habrá cambios, porque la tecnología se está desarrollando muy rápido».

Paradójicamente, esos novedosos vehículos, a los que el pasajero solo tiene que decirles a dónde quiere ir, son la principal atracción de la visita turística a Masdar City, que se puede reservar a través de su web. Aparte de eso, algunos edificios y muchísimos carteles de 'próxima apertura' reciben a los curiosos en esta especie de parque temático de la energía limpia.

El proyecto sigue adelante. A finales de octubre, Lord Foster, Premio Pritzker y casado con la española Elena Ochoa, visitó los trabajos, que han experimentado un nuevo impulso tras el parón de la crisis económica. Está previsto que en los próximos dos años terminen las obras de 500 viviendas y entren a vivir 3.000 nuevos vecinos. Además, en el primer trimestre del año saldrán a licitación dos bloques de viviendas para estudiantes, con unas 200 habitaciones, y un edificio de oficinas de 10.000 metros cuadrados.

Plantas y agua

En un lugar con un clima tan extremo, el control de la temperatura y la humedad es una pieza clave. Y en este terreno es, quizá, donde Foster y sus asociados han realizado su mayor apuesta innovadora. ¿O no? Muchas de sus aportaciones consisten, en realidad, en reinterpretar con un lenguaje moderno elementos de la arquitectura vernácula de esta región, concebidos para hacer más confortables las poblaciones. Así, por ejemplo, la futurista 'torre de viento' recoge el aire fresco de las alturas y la conduce al interior de la ciudad. La técnica de los pozos canadienses permite introducir aire caliente del exterior y refrescarlo en el subsuelo. Los edificios, de hasta cinco plantas y con cubiertas verdes en sus terrazas se construyen muy cerca unos de otros, buscando el 'efecto zoco': calles peatonales cortas, estrechas y umbrías por las que circula el aire, que se enfría además con agua pulverizada. Las vías y plazas cuentan con arbolado, canales de agua y fuentes que refrescan y humedecen el ambiente. Evenden explica que, según sus cálculos, con estas medidas se han logrado temperaturas 10 grados más bajas que las de las calles de la vecina Abu Dabi.

Masdar City será una ciudad 'fresca', pero sin pasarse: como en cualquier otro lugar del país árabe, las mujeres van cubiertas con 'abaya' negra y pañuelo, ambos sexos permanecen separados en los espacios cerrados y los gestos de afecto en público están proscritos. Si, a pesar de todo, tiene interés en comprar o alquilar allí un piso, no lo tendrá fácil: ni la oferta ni los precios del parque de viviendas en construcción aparecen por ningún sitio.

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