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Turistas pasan ante un puesto de flores en Las Ramblas de Barcelona.
Un hedor a estiércol invade la ciudad de Barcelona

Un hedor a estiércol invade la ciudad de Barcelona

Los expertos no saben aún a qué atribuir el misterioso fenómeno

cristian reino

Martes, 24 de noviembre 2015, 21:08

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Los barceloneses repiten estos días un gesto, incómodo, desagradable y hasta vergonzante, que consiste en mirarse la suela para verificar si han pisado los excrementos que los incívicos dueños de los perros dejan en la calle sin recoger. La mayoría observa con detenimiento sus zapatos y tras comprobar que están limpios como una patena, se pregunta: si no he tropezado con eso que dicen que da buena suerte, ¿dé dónde viene ese olor tan pestilente? Una parte de la ciudadanía, con sorna, culpa al proceso soberanista. Hace tiempo que la política se ha convertido en una cuestión de aromas algo indigestos. Otra parte lo achaca a la corrupción. "Algo huele a podrido", dicen los barceloneses de sus políticos.

El caso es que la Ciudad Condal ya no huele a fruta fresca, pan recién horneado e incluso lavanda, como apuntaba un estudio de la Universidad de Cambridge (eso en la parte positiva, porque en la negativa recuerda a tabaco, basura o vómito), sino que desde el martes se ha instalado (aunque ya remite) en Las Ramblas, en el paseo de Gràcia, en la plaza Sant Jaume y en 10 kilómetros a la redonda (también en LHospitalet, Esplugues, Badalona o Cornellà) un hedor insoportable a estiércol.

El Gobierno catalán no ha podido (aún) echar la culpa al Estado central y sigue sin dar con el origen del misterioso y desagradable olor. Las versiones oficiales son además contradictorias: Protección Civil apuntó a una finca agraria, que habría extendido el abono en sus huertas, mientras que la Consejería de Agricultura casi lo descartó. Y es que los expertos han coincidido en que es altamente improbable que el fertilizante utilizado en apenas tres hectáreas de unos terrenos de El Prat de Llobregat, justo al lado de Barcelona y donde hay zonas agrícolas, en el entorno del aeropuerto barcelonés, se haya olido a once kilómetros de distancia. El agricultor señalado en un inicio como el causante de la peste se ha visto invadido esta semana por un ejército de cámaras y de curiosos.

La gente de campo siempre se ríe (con razón) de la ignorancia de los urbanitas y esta vez no ha sido menos. "Uso este abono orgánico (excrementos de vaca y caballo) desde hace seis años y nunca ha dado problemas", declaró Salvador Llibre. Los agricultores de la zona apuntan en otra dirección. En el Baix Llobregat, además de cultivos de alcachofas, hay una importante industria química. "El hedor viene de allí", apuntan. Otra posibilidad son las plantas de tratamiento de residuos, las de regasificación o las depuradoras, aunque los técnicos no han apreciado anomalías. Y si no, se acusa al viento, que no se puede defender, y a la situación anticiclónica, que ha podido favorecer la concentración de los malos olores.

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