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Imagen de Valencia durante la Guerra Civil con José Robles y Luis Lucia en la parte inferior izquierda.
José Robles y Luis Lucia, marginados por la 'memoria histórica' en Valencia

José Robles y Luis Lucia, marginados por la 'memoria histórica' en Valencia

El traductor al castellano de Dos Passos desapareció una tarde de febrero de 1937 en la ciudad y el político republicano murió como consecuencia de su condena en cárceles franquistas

Juan Sanchis

Jueves, 5 de noviembre 2015, 20:34

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Tal día como hoy hace 79 años Valencia se convertía en capital de la II República. El Gobierno abandonó Madrid ante el inminente cerco por las tropas rebeldes y ministerios, embajadas y todo el aparato administrativo se trasladó a la ciudad del Turia. Instituciones como la Diputación, la Universitat o el Ayuntamiento ya han anunciado que van a preparar el 80 aniversario por todo lo alto.

Será un momento en el la Ley de la Memoria Histórica volverá, sin duda, a cobrar especial relevancia y por ello puede ser el momento idóneo para hacer justicia a algunos personajes íntimamente relacionados con Valencia, como José Robles o Luis Lucia (murieron en esta ciudad como consecuencia de la guerra), que hasta el momento han permanecido en un segundo plano pese a cumplir todos los requisitos que establece la normativa en su exposición de motivos: "Es la hora, así, de que la democracia española (...) honren y recuperen para siempre a todos los que directamente padecieron las injusticias y agravios producidos, por unos u otros motivos políticos o ideológicos o de creencias religiosas".

José Robles llegó a Valencia con el traslado de Gobierno. Prominente intelectual que desde la década de los 20 era profesor en la prestigiosa universidad americana Johns Hopkins fue el traductor al castellano de John Dos Passos, uno de los paradigmas junto a Scott Fitzgerald, Hemingway o Steinbeck de la 'generación perdida'. Al producirse la sublevación militar de Franco. Inmediatamente se puso a disposición de la República.

Su conocimiento del ruso hizo que fuera destinado a la embajada soviética como traductor, en concreto asignado al general Vladímir Gorev, uno de los consejeros militares más importantes enviados por la URSS. Una tarde de febrero de 1937, cuando no acudió a la tertulia de intelectuales que se celebraba en un local de la calle La Paz, desapareció por sorpresa.

Su mujer y sus dos hijos le localizaron en la cárcel de extranjeros junto al Turia. Pero a principios de marzo desapareció y ya no se le volvió a ver. La confirmación de su muerte le llegó a la familia extraoficialmente en marzo. Un mes después Dos Passos llegaba a Valencia y se enteraba de lo ocurrido. Con su investigación advirtió como el Gobierno de la República se desentendía de su amigo y no contesta a sus preguntas. Sólo unos conocidos le confirmaron la muerte de Robles extraoficialmente.

Lo cierto es que Robles tenía acceso a mucha información reservada y no era comunista. Todo ello en un momento en el que la URSS se encontraba sumida en las purgas stalinistas. La desconfianza entre los soviéticos era enorme. El general Gorev fue, además, uno de los artífices de la estrategia para aplastar a los anarquistas en la primavera y verano de 1937 y quizá pensaran que el intelectual español podía saber demasiado.

Caso diferentes es el de Luis Lucia. El político valenciano, fundador de Derecha Regional Valenciana y uno de los fundadores de la CEDA, mostró desde el mismo momento de la rebelión militar su lealtad absoluta al gobierno legalmente constituido. Pese a ello pasó gran parte de la Guerra Civil en una prisión en Barcelona.

Cuando terminó el conflicto Lucia gozó de unas pocas semanas de libertad. Fue detenido por los vencedores y condenado a muerte. Posteriormente se le conmutó la pena por cárcel y en 1941 pasó a estar confinado en Mallorca. Con la salud muy deteriorada moría dos años más tarde en Valencia.

Valencia fue así el lugar donde se enlazaron los tristes destinos de dos personajes cuyo único delito fue defender aquello en lo que creían.

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