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Morate sube a un avión, escoltado por la policía española. anoche en Timisoara (Rumanía).
La unidad de policía menos conocida

La unidad de policía menos conocida

Los agentes que han traído a Morate a España trabaja en la Oficina Sirene, la unidad más políglota

Francisco apaolaza

Jueves, 10 de septiembre 2015, 21:10

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Tras presuntamente asesinar y enterrar a Marina Okarynska y a Laura del Hoyo, Sergio Morate llamó a un amigo en Rumanía: "Oye, que voy". Pensó que si tomaba carreteras secundarias, que si se escabullía, podría desaparecer un tiempo y tal vez rehacer su vida. Creyó que en el último rincón de Europa no le encontrarían. Y se equivocó. ¡Blam!. Una patada en la puerta del apartamento de la calle Nicolae Balcescu y un grupo de policías armados y protegidos con cascos irrumpía en la casa con la furia de una manada de bisontes. Un golpe, al suelo y el final de la aventura: Morate entre rejas.

TRASLADO A ESPAÑA

  • El principal sospecho del crimen de Cuenca, Sergio Morate, partió hacia España, esposado y ocultado por policias españoles desde la ciudad rumana de Timisoara, donde ha pasado los últimos 24 días en prisión preventiva. Pasó a disposición judicial el pasado domingo. El juez instructor, Gonzalo Criado del Rey Tremps, tomará declaración al detenido y decidirá sobre su situación procesal.

El larguísimo brazo de la justicia en Europa que lo agarró en Rumanía y lo acaba de traer a España se maneja desde un sobrio edificio de oficinas con pósters de humor y tipos aparentemente relajados frente a pantallas de ordenador. Dos policías salieron de ahí, volaron en un Falcon a Bucarest, y esposaron y subieron a Morate al avión oficial para traerlo a Madrid y ponerlo a disposición del juez.

En la Dirección General de la Policía, en el barrio de Canillas, en Madrid, entramos en la Oficina Sirene, la policía del espacio Schengen, una de las unidades menos conocidas y la más viajera y políglota del Cuerpo Nacional de Policía. Dominan, al menos, una lengua extranjera, mayoritariamente el inglés, y mantienen reuniones frecuentes en Bruselas y en otras ciudades de la UE con sus colegas europeos, con los que se intercambian 500 informaciones diarias.

Como el nombre de Sirene no termina en pol (al contrario que los muy sonoros Europol e Interpol) y no invierten en publicidad, podría decirse que es una sirena hasta cierto punto silenciosa, pero sus 39 agentes (hay más jefas que jefes, aunque el que manda es un comisario principal) participan en todas las detenciones ordenadas por España en el extranjero, así como las que piden otros países en España.

Sirene es el acrónimo de Supplementary Information Request for National Entry, un servicio de intercambio de información policial en el espacio Schengen, territorio de libre circulación del que forman parte 26 países, más algunos otros que sin participar plenamente, sí aplican partes del acuerdo.

El final de la huida de Morate y de otras decenas de miles de criminales comenzó cuando en 1990 se adoptó en un pequeño pueblo de Luxemburgo el acuerdo Schengen (así se llamaba el lugar) que eliminaba los puestos fronterizos. Las policías de los estados tuvieron que construir entonces un sistema (Sistema de Información Schengen) en el que las fuerzas de seguridad compartieran información y cruzaran datos sobre bienes robados, armamento extraviado, personas no admitidas, desaparecidos, fugitivos en busca y captura o huidos, como el presunto asesino de Cuenca.

Si un juez emite una orden de detención contra alguien, esa orden se convierte en una OEDE (Orden Europea de Detención y Entrega) y su nombre pitará en cualquier control policial. Si, por ejemplo, un narcotraficante quiere huir de España y cree que la mejor idea es conducir por rutas comarcales hasta París y volar a Río de Janeiro, caerá en el aeropuerto. Y en 110 días como máximo estará ante un juez, un plazo mucho menor que el de la extradición, que conlleva trámites más complejos.

En las últimas filas

El traslado del detenido es también responsabilidad de los agentes de Sirene, que están adscritos a la división de Cooperación Internacional de la Policía Nacional. En algunos casos, se hace en convoyes por carretera, en aviones de línea regular (ocupando con discreción las últimas filas), en el avión de la propia Dirección General de la Policía -un pequeño aparato de hélices-, e incluso en avión militar, para los delincuentes más peligrosos. "Normalmente se portan bastante bien, pero a veces hay detenidos muy problemáticos, que montan líos y los comandantes de líneas regulares se niegan a subirlos para evitar riesgos". "Cuando vienen de las cárceles de Rumanía o Bulgaria, están deseando llegar a España, pero al contrario no suele ser así". Solo a veces a los funcionarios de Sirene les acompañan Geos.

El encarcelamiento de todos los etarras detenidos en Europa y de todos los grandes mafiosos que han caído en España lleva la firma de estos 39 agentes que trabajan desde el cuartel general de Canillas. "La probabilidad de que si haces algo en España te cojan en Europa es del 98%", defiende un alto mando de la oficina, que admite que España es refugio de delincuentes pese a que generalmente solo vivan en el país y trabajen fuera.

En 2014, Sirene gestionó 319 detenciones ordenadas por España en el extranjero y 868 capturas reclamadas por otros países en España. A la mayoría (69) les echan el guante en Francia, que es la salida natural de los sospechosos, y después en Rumanía, donde cazaron a 55 presuntos criminales. De las OEDE para delincuentes en España, Rumanía se lleva la palma con 266 peticiones. Es decir, delinquen aquí y huyen al país balcánico.

En ocasiones, el trabajo se complica. Marta, de 38 años (la mayoría de los agentes son treintañeros), es una de las inspectoras de Sirene que se encargó del caso de un padre italiano que abandonó el país en abril con su bebé de diez días. El enlace con la policía italiana que trabaja en Madrid había avisado de que los investigadores creían que vendría a España con el recién nacido. Marta fue recibiendo las llamadas y los movimientos de la tarjeta de crédito del sospechoso que facilitaba la policía italiana. Los siguió como un perro de presa en coordinación con las comisarías, que enviaban a agentes en su búsqueda e interrogaban al personal que le había atendido. Un dato le heló la sangre: en todas sus paradas compraba grandes cantidades de hielo y nadie veía moverse al bebé. Marta se estremecía al pensar que el hielo era para un cadáver... un pequeño cadáver. "Fue un día y medio muy intenso". Pero con final feliz. Localizaron una llamada del individuo desde una estación de Albacete, y desde Sirene ordenaron la detención. El bebé estaba vivo. En realidad, el padre, que no estaba en sus cabales, usaba el hielo para enfriar helado, el único alimento que creía que no estaba adulterado. "Suspiramos muy aliviados".

Todo lo que se pierde, o casi, es competencia de Sirene. Coches, joyas, armas, personas En la base hay 30 millones de señalamientos con información, y las noticias vuelan. Se ha dado el caso de que se denuncie la desaparición de un menor y sin salir de comisaría, solo con el ordenador, se dé con su paradero en otro país en el que ya se le estaba identificando. Si el desaparecido es adulto, le comunican que le está buscando su familia y, a sus allegados, que lo han encontrado vivo. No se dice dónde.

Con el tiempo, los agentes han asumido más países y tareas. Las actuaciones sobre fronteras se han disparado. Sirene gestiona la lista de personas que no pueden entrar en España. "Cuando a alguien le niegan la entrada en Italia, cree que es solo en Italia, pero ya no puede entrar en todo el espacio Schengen". La lista de agresores sexuales de Reino Unido también da trabajo. Los condenados tienen la obligación de comunicar a la policía británica sus desplazamientos. Cada vez que uno llega a España, Sirene avisa a las comisarías locales.

En los últimos años Sirene ha desplegado una vigilancia fundamental: los foreign fighters o personas que salen de España a combatir en guerras en el extranjero. Para la lucha contra el yihadismo, esta labor resulta crucial. O bien los detienen cuando salen del país o bien cuando vuelven. En enero cazaron en Bulgaria a tres yihadistas resdentes en Barcelona que querían pasar a Turquía y Siria para luchar en las filas del Estado Islámico. Los trajeron en un vuelo no comercial, el mismo que ha traído a Morate.

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