Borrar
Urgente Muere el mecenas Castellano Comenge
Los guardianes de las estrellas

Los guardianes de las estrellas

Astrofísicos de Catar, Rusia, Estados Unidos... trabajan en Canarias. «Ellos tienen los telescopios y nosotros el cielo». Magnífico, por cierto, para ver la lluvia de Perseidas de estos días

NURIA ROZAS

Sábado, 15 de agosto 2015, 22:17

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Atrás quedó la época en la que los astrofísicos españoles tenían que montar en burro, hacer autostop o viajar en el camión de la Coca-Cola para subir al pico más alto y contemplar las estrellas. Ahora, los Observatorios de Canarias -el del Teide (Tenerife) y el de El Roque de los Muchachos (La Palma)- figuran en la élite de la astronomía mundial. Albergarán el mayor telescopio de rayos gamma tras rivalizar durante 5 meses con México, un 'regalo' de cumpleaños, porque acaban de celebrar 30 años de actividad. El otro 'regalo' es compartido: estos días asistimos al impresionante espectáculo de las Perseidas, una intensa lluvia de meteoros que se convertirá en 'tormenta' la madrugada del miércoles al jueves.

Los canarios, pues, son espectadores de lujo. Tienen un cielo limpio que se ve en pocos sitios. Y en 1856, el astrofísico real de Escocia, Charles Piazzi Smith, viajó a Tenerife precisamente para ver el firmamento. En Edimburgo, apodada como 'La vieja chimenea' en la época victoriana, le resultaba imposible atisbar qué había más allá de las nubes de contaminación. Con una beca de 400 libras y la ayuda de su mujer, pasó un par de meses en la isla mirando a través de dos telescopios.

Un siglo después, en la década de los 60, Francisco Sánchez, el primer catedrático español en Astronomía, llegó desde Toledo con la idea de crear un observatorio. No fue fácil y pasaron veinticinco años hasta que en 1985 fundó el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). Antes, aprovechó el tiempo y formó desde cero a los jóvenes licenciados en Físicas que ponían sus miras en el firmamento. «Soy el pionero en España, un motivo de atraso, no de gloria», admite. Hoy ya hay más de 600 doctores españoles en astrofísica que publican un artículo de investigación por día en revistas internacionales.

¿Cómo se logra ser un país de referencia en este campo con tan poca tradición? Sánchez tiene la respuesta: «Convencimos a nuestros colegas internacionales de que el sitio era estupendo y logramos que colocasen aquí sus grandes telescopios». En aquella época, los principales observatorios europeos buscaban emplazamientos y contactaron con él. Después de hacer varios viajes en busca de 'patrocinadores', consiguió que René Dumo, de la Universidad de Burdeos, diera el primer paso. «Vino de vacaciones a Canarias y le convencí de que él tenía el telescopio y nosotros, el cielo. Funcionó y es el modelo que hemos seguido». Había que aprovechar la situación geográfica: un lugar con mucho sol y océano, que permite que la atmósfera no se perturbe. Además de en Canarias, solo sucede en Hawái y en Chile.

10.000 pesetas mensuales

Sánchez firmó después de aquello un acuerdo excepcional con Dinamarca, Suecia y Reino Unido: prestaría los cielos de las islas a cambio de adjudicar a expertos españoles el 20% del tiempo de observación, cuando lo habitual es que los países que 'alquilan' su cielo solo puedan disponer del 10%. A raíz de aquel contrato, llegaron más y hoy el IAC colabora con más de 60 instituciones de 20 países, entre ellos Catar, China, Estados Unidos o Rusia. Son 'socios' prestigiosos organismos como la Real Academia de Ciencias Sueca o las universidades de México, Florida, Moscú o Tokio. «Trabajar con los mejores para convertirnos en los mejores», es la filosofía de Sánchez. Aunque la nacionalidad es algo secundario: «Las sé porque las leo en sus pasaportes, pero eso no nos interesa, lo que importa es su proyecto», sentencia Miquel Serra, administrador del Observatorio del Teide.

Detrás de cada descubrimiento asociado al IAC hay un astrónomo con nombre y apellidos. Como José Antonio Bonet, un histórico astrofísico solar de 68 años. «He trabajado durante 44 años felizmente y según pasaba el tiempo, mi pasión crecía». Está jubilado pero continúa dedicandole algunas horas. Ejercicio que compagina con el cuidado de sus nietas: «Ellas tienen preferencia», bromea. Este aragonés llegó a Canarias en los 70 con una beca investigadora de 10.000 pesetas mensuales y recuerda sus inicios con añoranza: «No podíamos permitirnos ningún dispendio, vivíamos en una pensión y hacíamos una vida modesta». Como no le llegaba para comprarse un coche, hacía autostop o le llevaba el jefe hasta la zona de observación, en un alto. Las instalaciones tampoco eran lo que son ahora. No tenían local propio y compartían despacho en la Universidad a cambio de impartir alguna clase. También salían al extranjero para fijarse en lo que hacían los demás y ponerlo en práctica en casa: «Era muy duro. No teníamos prestigio y no te abrían las puertas».

Uno de los mayores logros de Bonet es hacer que los demás entiendan su trabajo. «Muchos te preguntan: '¿Y lo que usted hace para qué sirve?'. Esa pregunta es demoledora», confiesa. «Nos ven como gente extraña que se pasa la vida mirando al cielo. No se sabe si hacemos poesía o qué». Aunque los descubrimientos hablan por sí solos: el hallazgo de las oscilaciones del sol; el primer agujero negro de nuestra Galaxia; las enanas marrones, a medio camino entre las estrellas y los planetas que ahora se cuentan por millones en la Vía Láctea, pero que en un primer momento no se sabía ni de su existencia, y los estudios de microondas que nos hablan del origen del Universo.

Otra de las veteranas del IAC es Mercedes Prieto, que recaló en la isla hace cuarenta años para hacerse un hueco en una profesión de hombres -«siempre he sido muy atrevida»- que ya no lo es porque la proporción de varones y mujeres está casi al 50%. «Todo lo hacíamos nosotros, incluso arreglar los telescopios. De esa época viene mi vocación».

«¿No hay champán?»

En los duros inicios los astrofísicos del IAC estuvieron casi solos, pero nunca les han faltado apoyos. Incondicional el del Rey Juan Carlos, que regaló a su hijo un telescopio cuando era un niño. Ambos miraban el cielo cada noche y doña Sofía les regañaba porque luego les costaba madrugar. Se cuenta que la astrofísica ha sido la vocación de Felipe VI, y el cartagenero Rafael Rebolo, actual director del IAC, lo confirma: «A juzgar por las preguntas que formula estoy convencido de que hubiera sido un gran astrofísico». Él ahora y antes su padre, la familia real siempre ha estado vinculada a este proyecto. En la inauguración del IAC, el 28 y 29 de junio de 1985, les acompañaron, además, los reyes de Dinamarca, Reino Unido, Países Bajos y Suecia y los jefes de Estado de Alemania e Irlanda, junto a varios premios Nobel. En un lugar secundario pero sin perder detalle, el Príncipe, que tuvo a Francisco Sánchez como 'tutor' -él le ha aconsejado sobre los mejores modelos de telescopio aficionado-.

Prueba del prestigio de las instalaciones de Canarias, la visita que recibieron en octubre de 2014 del icono de la ciencia, el divulgador científico británico Stephen Hawking. «Fue una delicia. Era uno más y a pesar de sus limitaciones su cabeza funciona perfectamente, incluso con humor», recuerda Mercedes Prieto. Y el director del IAC rescata una anécdota: «Se sentó a comer y pidió champán de broma. No teníamos, claro».

Hawking regresará el próximo año, pero otros no se han acercado en tres décadas. Pese a que tienen el telescopio más grande del mundo, el GRANTECAN, ningún presidente de Gobierno español ha ido por allí y en los últimos 8 años les han bajado el presupuesto un 25% -para 2016 tienen asignados 10,7 millones de euros, un 17,6% más que en 2015-.

«No nos podemos permitir bajar a Segunda División», advierte Sánchez. Tienen plantilla para jugar en Primera pero cuatro veces menos dinero que los astrofísicos norteamericanos o japoneses. «En Francia o Alemania se cobra el doble y científicos de gran valía se marchan a trabajar al extranjero», lamenta Rebolo. Pero mira al cielo y ve claros: «En cuanto pueden, esos científicos vuelven».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios