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Joan Laporta se sirve una copa de champagne durante una fiesta en un yate.
Laporta 'bon vivant'

Laporta 'bon vivant'

Amante de las fiestas a todo tren, carismático, seductor e independentista. El presidente que descubrió a Guardiola quiere recuperar el sillón del Barça

fernando miñana

Martes, 30 de junio 2015, 21:39

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Joan Laporta solo necesitó 75 segundos y un vídeo para recordar al barcelonismo quién es. "El Barça es Cruyff, la Masía, Cataluña, Unicef". Cuatro referencias, un dardo en la diana. Repeinado con la raya a un lado, su media sonrisa de seductor y la mirada conquistando a la cámara. En 75 segundos descargó todo su carisma. La escena tuvo lugar el pasado día 16, cuando oficialmente puso en marcha su carrera para recuperar la butaca más deseada del palco del Camp Nou. Vuelve para borrar del mapa a Josep Maria Bartomeu, como hace doce años hizo con el nuñismo (José Luis Núñez y su heredero Joan Gaspart).

Pero el Laporta de 2015, el que espera ser reelegido presidente del Barcelona el 18 de julio, no es el mismo que el de 2003. Ha pasado demasiado tiempo. Disfrutó del mejor periodo de la historia azulgrana, una sucesión de títulos que tuvo su origen en una decisión audaz cuando estaba contra las cuerdas: pasar a Pep Guardiola del filial de Tercera División al primer equipo. El resto todo el mundo lo conoce: un fútbol delicioso y una hemorragia de éxito. Luego vino su salida y unos años muy discretos en la política. Ahora, el regreso.

Joan Laporta, que el lunes cumplirá 53 años, no solo es conocido por su papel como presidente de unos de los clubes punteros en el mundo. Este barcelonés también se hizo muy popular por las fotos que le robaron en momentos de juerga desenfrenada, dándolo todo, que proyectaron la imagen de un tipo que está de fiesta un día sí y otro también. El grueso puro en una mano, la botella de champán francés en la otra. Un bon vivant con bellas mujeres orbitando a su alrededor o, directamente, subidas a horcajadas sobre sus hombros.

Nunca le importó demasiado que salieran esas imágenes por todas partes. "Él se descojona de todo eso", desvela un conocido suyo. Este abogado es de los que piensan que no hay que avergonzarse de pasarlo bien. Y le da la risa cuando se ve en los periódicos con la panza al aire en la cubierta de un yate en Formentera. O como el día que trascendió su ya famosa fiesta, celebrando la victoria en un clásico, en Luz de Gas, un conocido local de copas de Barcelona regentado por un hermano de Xavier y Rosa María Sardá, donde llegaron a acusarle de estar tonteando con una menor. "Pero si tenía más de 20 y, lo mejor, era la hija de uno de sus mejores amigos. Pero a la gente le gusta mucho hablar y elucubrar...".

Laporta nunca ha escondido su afición por el champán, los habanos y las mujeres. Aunque esta última debilidad acabó costándole el matrimonio con Constanza, la hija de Juan Echevarría, un famoso franquista de la Ciudad Condal. Fue una ruptura amistosa y, tiempo después, cuando le detectaron un cáncer a ella, Laporta se volcó en ayudarla y se hizo cargo de los chavales: Guillem, Joan y Pol, tres adolescentes que lo pasaron mal en su día por la popularidad de su progenitor y las amenazas a la familia de los Boixos Nois. El entonces presidente del Barça, en un gesto valiente, les cortó las alas a los radicales del Camp Nou. "Ahora siguen separados, pero se llevan mejor que nunca", explica el confidente.

Adora el mar y la buena vida. Las vacaciones de la infancia en Castelldefels y la casa que tiene ahora en SAgaró, un rincón paradisíaco en la Costa Brava. Para el día a día, su vivienda en Barcelona frente al edificio del Grupo Godó, los aguerridos partidos de fútbol con los amigos como delantero centro y las mucho más plácidas mañanas de golf: "Dicen que juega horrorosamente mal". Aunque no todo es ocio y playa. Su fuente de ingresos es el potente bufete de abogados llamado Laporta&Arbós, donde hay colgadas dos banderas: una del Barça y otra de Cataluña. Que Laporta es muy culé y muy catalán. Independentista confeso, nunca se ha ocultado. En su día declaró abiertamente: "Somos una directiva desacomplejadamente independentista". Aunque sabe moverse con habilidad, como el día que no tuvo reparos en entrar al trapo del Follonero de la Sexta y firmarle una camiseta de la selección española con su nombre en la espalda. El expresidente disimula más bien poco y al llegar al club en 2003 no tardó en lanzar sus pretensiones. "Soy un hombre que va de cara y, si me lo permitís, sin tapujos".

Tuvo su gracia aquel triunfo. Después de convertirse en el candidato con mayor número de votos en la historia del barcelonismo, Lluís Bassat, aquel amigo que acabó siendo su rival en las urnas, concluyó que Laporta había ganado "gracias a David Beckham". Laporta faroleó durante la campaña con el fichaje de aquel futbolista con imán para el dinero. Y ahora, con la perspectiva del tiempo, resulta jocoso: aquel futbolista-modelo no solo no fichó por el Barça sino que acabó en el Bernabéu.

Dinero gracias al Barça

Laporta procede de una familia burguesa de Barcelona. Hijo y nieto de médicos, pretendía sumar un eslabón a la tradición familiar, pero su nota en la Selectividad no le dio para estudiar Medicina y, aconsejado por un tío letrado, se decantó por el Derecho. Ahora es un abogado mercantil que también juega con su dinero invirtiendo aquí y allá. Su paso por la poltrona azulgrana engordó sus cuentas corrientes. Jamás lo negó. "Nunca robó nada, pero siempre dijo que logró hacer negocios que jamás hubieran fructificado de no haber sido presidente del Barcelona", recuerda su amigo. Y la culminación del pelotazo fue el dinero que se llevó (10 millones) por hacer de intermediario con Miradil Djlalov, un magnate de Uzbekistán que pagó un dineral por tener en un cursillo en su país a Etoo, Iniesta, Messi, Puyol y Cesc, que estaba en el Arsenal. Con aquella jugada perdió a muchas de sus amistades, los únicos que le llaman Jan.

El éxito, el triplete, el dinero y la euforia también le llevaron a pegar algún patinazo. Como aquel día que el detector de metales del Prat se ponía a pitar cada vez que intentaba cruzar y, al final, harto, se quitó toda la ropa hasta quedarse en calzoncillos delante de otros viajeros. Uno le afeó su conducta y un Laporta demasiado acelerado, le soltó: "¿Qué pasa? ¿Te has excitado?".

Esa imagen grotesca se repitió en alguna ocasión más. Y sus noches de fiesta flirtearon con el ridículo cuando decidía echarse varias botellas de Mumm por la cabeza. Aunque en esto del fútbol, los resultados lo cambian todo. Y muchos seguidores solo recuerdan los títulos (logró 54 sumándole al fútbol el baloncesto, el balonmano y el hockey), su apuesta por Guardiola, el impulso que le dio a la cantera, el apoyo a Unicef y su combate contra los violentos de la grada. Mucho más que los presuntos casos de espionaje a directivos, empleados, políticos y hasta al mismísimo Gerard Piqué, sin hablar del despilfarro económico.

Unos años en la política -fue concejal- y unas pocas fotos de fiesta y descamisado después -se le apuntan romances con María Lapiedra, una actriz porno, y Sana Khouja, un joven 26 años más joven que él-, prepara su propio remake. Primero consultó a la familia y, sobre todo, a sus hijos -el mayor está estudiando en Londres-. Los tres bendijeron su decisión. Pero uno, además, añadió: "Preséntate papá, pero gana".

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