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Se buscan verdugos sin experiencia

Se buscan verdugos sin experiencia

Arabia Saudí convoca ocho plazas de funcionario para decapitar a condenados a muerte y amputar a ladrones reincidentes

antonio paniagua

Lunes, 25 de mayo 2015, 21:55

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El oficio de verdugo ha caído en desuso, no por la desaparición de la pena capital -vigente en 140 países del mundo-, sino por el refinamiento de los métodos para matar el reo. La silla eléctrica y la inyección letal han quitado muchos puestos de trabajo a los matarifes, salvo en Arabia Saudí, donde el empleo repunta con brío. El Ministerio del Servicio Civil del país que nada en petróleo ha lanzado una oferta pública de empleo para contratar a ocho verdugos. Los ejecutores de Arabia Saudí no dan abasto y les faltan manos para decapitar. La monarquía saudí, que se rige por una interpretación muy rigurosa del islam, el wahabismo, ve en cualquier jaleo un pretexto inmejorable para descargar el sable sobre el cuello. Por eso se afanan en reclutar a ocho verdugos, aptos para realizar decapitaciones, pero también amputaciones a ladrones contumaces.

De acuerdo con la ONG Human Rights Watch, sólo en lo que va de año se ha ajusticiado a 85 reos, mientras que en 2014 se mataron a 88. Como se ve, los condenados a la pena capital crecen de manera exponencial. Así que los dirigentes han optado por frenar de un tajo esta inquietante progresión.

Salmán bin Abdulaziz, el rey que gobierna con mano de acero templado Arabia Saudí, debe de estar convencido de que necesita gente para aliviar los dolores de cabeza de sus súbditos, angustiados por semejante degollina. Quizá por eso ha pensado que la mejor manera para conseguirlo es separar la testuz del tronco. Los mandamases de esta monarquía absoluta del golfo Pérsico comprueban con alarma el aumento de la criminalidad. Para algunos analistas políticos, la elevación de las penas de muerte obedece al afán del Gobierno por aplacar conflictos regionales. Otra hipótesis busca el incremento en la designación de jueces de apoyo que están recuperando casos atrasados. Según Amnistía Internacional, la mitad de las condenas a muerte se llevan a cabo para castigar homicidios. El resto de las ejecuciones se cebaron en responsables de delitos como secuestro, tortura y violación, así como de otros más pintorescos como la brujería y la hechicería.

Si en la película El verdugo, dirigida por el genial Luis García Berlanga, Pepe Isbert era un profesional del ajusticiamiento, un trabajador de probada destreza en el uso del garrote vil, en Arabia Saudí puede ejecutar cualquiera. De hecho, las autoridades no exigen a los candidatos acreditar ninguna experiencia ni titulación. Eso sí, los candidatos al puesto de verdugo han de apiolar al semejante con devoción, pues el cargo al que aspiran tiene naturaleza religiosa.

Para desgracia de sus futuros titulares, las ocho plazas de verdugo no están bien remuneradas. De hecho, los funcionarios del sable tienen unas tablas salariales de las más bajas dentro del colectivo de empleados públicos de la administración saudí. Mal negocio el de la muerte, salvo para los empresarios de pompas fúnebres.

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