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Imágenes tomadas por las autoridades chinas en las que se ve a una de las mascotas recluida en una terraza y a los equipos de veterinarios que los rescataron.
Un tigre siberiano en la terraza

Un tigre siberiano en la terraza

Tres diputados de la ciudad china de Qingdao son amonestados por tener al menos ocho de estos felinos como mascotas

zigor aldama

Martes, 24 de marzo 2015, 11:51

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Nadie duda de que el tigre sea un animal impresionante sinónimo de poder. Pero de ahí a tenerlo como mascota va un trecho. Y ya si son varios el asunto va más allá de lo extravagante. Ocho tristes tigres son los que las autoridades chinas han descubierto en las casas de tres diputados de la ciudad costera de Qingdao. Tristes porque el hallazgo se desencadenó después de que uno de los felinos -el alevín, de sólo siete meses- saltara desde la terraza del piso donde estaba cautivo. Estaba en la undécima planta de un rascacielos. Aterrada por los petardos y los fuegos artificiales que convierten el Año Nuevo chino en una zona de guerra, la cría de tigre siberiano escapó de la jaula en la que estaba encerrada y se tiró al vacío. Murió en el choque contra el asfalto, un hecho que sirvió para alertar a los asombrados viandantes de que algo extraño sucedía.

El culebrón comenzó a finales de febrero, pero hasta ayer no se dio a conocer su desenlace: los otros siete tigres se encuentran bajo custodia de las autoridades competentes y, según han publicado diferentes medios de comunicación locales, los tres miembros del Partido Comunista, que además trabajaban para el Departamento de Bosques, han sido amonestados con una multa de 3.000 yuanes (460 euros) porque carecían de licencia para cuidarlos. De hecho, uno de ellos ni siquiera era capaz de mantener económicamente a los dos que tenía, incluido el que murió, razón por la que se los cedió a un empresario llamado Yang Wenzheng. Además de la sanción económica, dos funcionarios del buró forestal han sido destituidos por negligencia.

El asunto resulta relevante porque deja en evidencia una vez más la enfermiza querencia que los chinos tienen por especies en peligro de extinción. WWF estima que sólo quedan unos 450 tigres siberianos en libertad, y diferentes ONG luchan para que se evite su rápida desaparición. El precio que uno de estos animales puede alcanzar en el mercado negro, sobre todo para la elaboración de preparados medicinales tradicionales, supera los 10.000 euros y es un importante aliciente para los cazadores furtivos que no les dan tregua a pesar de que China ha aumentado considerablemente los medios que dedica a su protección.

Pero si los tigres que disfrutan de su libertad están seriamente amenazados, los que viven entre rejas no corren mejor suerte. De hecho, aparte de la excentricidad de millonarios que deciden tenerlos como mascotas, China se caracteriza por las terribles condiciones en las que malviven muchos ejemplares de parques de recreo privados en los que, tras la cortina de humo que proporciona el término zoológico, se esconden unas instalaciones en las que se deja morir a los tigres para comerciar luego con sus restos.

En el mejor de los casos, como sucede en la norteña provincia de Heilongjiang, cerca de donde el presidente ruso Vladímir Putin liberó varios ejemplares para lograr su repoblación, se los utiliza para servir de diversión a los visitantes que disfrutan viendo cómo descuartizan a las gallinas que les lanzan. Esos no pueden saltar de un undécimo piso.

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