Saltuv se estrena con autobuses en la línea 7

Durante los primeros quince días del mes de julio de 1964, los usuarios estuvieron tan desorientados como los conductores y los inspectores mismos. Porque todo era nuevo en la línea de transporte público número 7, una de las más antiguas de la ciudad, que acababa de abandonar el servicio de los renqueantes tranvías y se hacía servir ahora de flamantes autobuses pintados de color verde pistacho.

Saltuv, la Sociedad Anónima Laboral de Transportes Urbanos de Valencia, había nacido como una experiencia inusual en España: los trabajadores eran accionistas de la empresa, que ensayaba modelos autogestionarios bajo una concesión promovida por el Ministerio de Trabajo y el Ayuntamiento. Constituida en octubre de 1963, comenzó a explotar el servicio en 1964 y el 1 de julio de ese año puso a rodar los 19 primeros autobuses Pegaso 5020, encargados para la sustitución de los tranvías de la clásica línea 7, encargada de enlazar Ruzafa con Mislata, como quien dice «desde siempre».

Al atardecer de ese día, un autobús conducido por Vicente Bertolí Pérez, inspector de material de la empresa, arrancó desde el Palacio del Temple llevando como pasajeros al gobernador civil, el alcalde, varios concejales y altos funcionarios municipales y reporteros de prensa y radio. Junto a ellos, la plana mayor de la nueva empresa: Macario Bolado, presidente, y los directivos Alcaraz, Arnedo, Rosas, y una persona que fue fundamental para el feliz desarrollo de la empresa: Manuel Yarza Uranga, un ingeniero vasco de gran corazón, hondamente enamorado de Valencia.

Seguido de un coche taller por precaución, el autobús hizo el trayecto, de unos 8 kilómetros, en 26 minutos «parando solamente en los semáforos». Si se le añadía el tiempo preciso para la subida y bajada de pasajeros se podía calcular que la nueva línea estaba preparada para viajar de extremo a extremo en 35 minutos. Con una novedad añadida: de los 19 autobuses adscritos, cinco llegarían a Fuente San Luis, la entonces aislada barriada huertana del sur, que no había tenido transporte público integrado en el de la ciudad de Valencia. Los otros catorce vehículos harían su servicio hasta Los Centelles, la 'frontera' que tenía también el antiguo tranvía.

El conductor Vicente Bertolí le confesó a Ricardo Dasí, nuestro reportero, que «no había dormido en toda la noche», pendiente de revisar hasta el último detalle del nuevo material rodante. Contando con los conductores integrados de las antiguas empresas Tureva y Trebol, cuarenta hombres --las mujeres aún tardarían un poco en tomar el volante-se hicieron cargo de la línea, que pasaba por debajo de las torres de Quart, sin hacer el rodeo que hace en el siglo XXI. Dotado con 19 asientos, cada uno de los vehículos tenía capacidad para unos noventa pasajeros.

Ese mismo 1 de julio hubo otra novedad en el transporte urbano: las líneas 8 y 10 se fusionaron en una sola, numera ahora como 8, que atendía al título de Alameda. Esta línea renovada, sin embargo, funcionó hasta octubre con tranvías hasta que la llegada de otra tanda de 40 autobuses a la ciudad permitió hacer la sustitución.

Despistes, preguntas, dudas, cambios de parada. Hace 50 años, así fue el principio de la nueva red de transporte de Valencia, servida gradualmente por autobuses. Hasta que, a no tardar mucho, la ciudad hizo suya la nueva empresa, sus colores corporativos y, con más o menos quejas, su servicio diario. Saltuv se integró muy pronto en la vida de la ciudad y sus gentes.