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Dos técnicos de Cruz Roja trasladan a un hombre de la silla de ruedas a camilla adaptada para el baño, ayer por la mañana. l. gallego
Una playa sin barreras

Una playa sin barreras

Cruz Roja Gandia lleva más de 15 años trabajando para que las personas con movilidad reducida puedan bañarse

LEYLA GALLEGO

GANDIA.

Jueves, 24 de agosto 2017, 01:23

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Una pequeña alegría, unos minutos de satisfacción o un pedacito de vida. Estos son algunos de los calificativos con los que personas con movilidad reducida y sus familiares definen el servicio que Cruz Roja Gandia ofrece a estas personas desde hace más de 15 años.

La playa de Gandia posee tres puntos de baño adaptados, distribuidos a lo largo de su costa. Hasta allí, decenas de personas se trasladan a diario a refrescarse y disfrutar de las tranquilas aguas del litoral valenciano. En la orilla del mar, personal de Cruz Roja les espera cada mañana para ayudarles a entrar en el agua y disfrutar de unos minutos «de alegría» como los propios usuarios lo definen.

Solo con bandera verde

A pie de pasarela, hay una zona habilitada para ellos y sus familiares, con toldos, baños, duchas y cambiadores que están cerrados para que el resto de bañistas no hagan un uso inapropiado, y cuando quieren utilizarlos deben pedir la llave a los técnicos. A las 10.30 horas, el personal de salvamento llega a la playa y hace una valoración del estado del mar. Es entonces cuando se decide la bandera que se iza ese día. Si la enseña es verde, los minusválidos podrán acceder al agua, pero si por el contrario es amarilla o roja queda totalmente prohibido.

Algunas personas no tienen forma de desplazarse hasta la orilla por sus propios medios ni a nadie que le ayude, por eso Cruz Roja ofrece un servicio de recogida. La asistencia funciona de las 11 a las 14 horas, cuando los operarios recogen al usuario en su domicilio, lo llevan hasta el área habilitada al final de la playa, que es el que menor afluencia de bañistas presenta. Allí, les acompañan hasta la zona de toldos reservada para el uso exclusivo de personas con movilidad reducida. Si alguno decide bañarse solo tiene que comunicárselo a los técnicos y ellos hacen el resto. A las 14 horas los sanitarios vuelven a subirlos a los vehículos y les llevan de vuelta a casa.

Si deciden entrar al agua con ayuda tan solo deben comunicarlo y facilitar sus datos al personal. Por contra, si la persona desea bañarse con sus familiares, pero necesita ayuda de los operarios para acceder, deberá comunicarlo, y a la vez firmar una renuncia ya que en caso de accidente, sus acompañantes serían los responsables. Aunque puede solicitar ayuda de nuevo para volver a la orilla.

Una familia de turistas españoles narró ayer a LAS PROVINCIAS lo que supone para ellos este servicio. «Hace unos años ya estuvimos de vacaciones en Gandia pero desconocíamos esta posibilidad. Intentamos bañar a mi marido, pero fue un desastre. Este verano decidimos venir aquí por las ventajas que ofrece esta playa para personas inválidas», relataron.

« Ayer fue la primera vez que mi marido se bañó, al principio se mostraba reacio a la idea y tenso, pero después de unos minutos flotando en el agua todo cambio y se relajó», contaba una mujer que se encontraba bajo la sombra de esos toldos junto a su marido en silla de ruedas y sus dos hijas. Este periódico también pudo recoger el testimonio de una veterana en el ámbito de minusválidos de la playa Nord. Se trata de una vecina de Gandia de 60 años que lleva más de diez postrada en una silla de ruedas, y como ella misma dice «este servicio nos da vida a lo que no tenemos otras opciones». Esta señora acude cada día, acompañada de su cuñada, a la zona habilitada frente a la calle Illes Canaries, pero desde que se rompió la cadera en el 2015 no se atreve a bañarse.

Falta de dispositivos

«Los chicos son muy cuidadosos, pero como no tienen ninguna herramienta que les ayude deben levantarnos a pulso y para ello en algunas ocasiones tienen que hacer maniobras un tanto complicadas. Desde que me rompí la cadera tengo miedo a que en una de esas ejecuciones se me vaya a dislocar», explicó la vecina. Según esta mujer, una grúa seria de gran ayuda para el personal y los propios usuarios.

El presidente de Cruz Roja, Toni Martí, aseguró a LAS PROVINCIAS que no se trata de un tema de presupuesto para subvencionar el coste del aparato, sino de falta de espacio. «Hace años que estamos estudiando una solución alternativa, pero desde luego la grúa no es la más indicada. En plena campaña estival, y en una ciudad costera como Gandia ya es complicado llegar hasta la orilla con una silla de ruedas como para hacerlo con un aparato de tales dimensiones», comentó Martí. A pesar de esto, el presidente aseguró que no han dado tregua y siguen buscando otro plan, ya que ellos también entienden que supondría una mejora de calidad tanto para los usuarios como para los propios empleados de Cruz Roja.

Algunos técnicos comentaron que es cierto que en ocasiones «si los responsables no tienen mucha fuerza solicitan refuerzos o piden ayuda al socorrista que hay en ese momento en la zona. Esto no es un impedimento ya que al final siempre encontramos la forma de darles estos 15 minutos de alegría a los usuarios», añadió un de los trabajadores.

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