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«Pasé de restaurantes de alto nivel a cocinar lentejas para niños»

«Pasé de restaurantes de alto nivel a cocinar lentejas para niños»

Una enfermedad para la que la medicina no encontraba remedio condujo a Juan Llorca hasta la comida sana. Se recuperó y decidió llevar a los colegios esos buenos hábitos. Tras vencer a sus detractores, hoy da conferencias, escribe libros y arrasa en la red

MARÍA JOSÉ CARCHANO

Lunes, 8 de mayo 2017, 18:34

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Son las seis de la tarde y todavía hay niños corriendo por las instalaciones del Valencia Montessori School, ubicado junto al Bioparc. Se nota que los pequeños quieren a Juan Llorca, quien para ellos es simplemente la persona que les prepara la comida cada día. No saben, sin embargo, que su cocinero es famoso; tiene miles de seguidores en las redes sociales, sus cursos se llenan al minuto, asesora sobre alimentación saludable a familias, escuelas y supermercados, las editoriales se pelean por él y llena auditorios en sus conferencias. Pegado siempre a su gorra, habla rápido, explicando un proyecto en el que se deja la vida, mientras su vídeo sobre el aceite de palma ya lo han visto decenas de miles de personas.

-Cualquier cocinero tiene un sueño, que es el de abrir su propio restaurante, que la gente pague por comer sus elaboraciones. Pero usted lo dejó para irse a un colegio. ¿Por qué?

-Empecé muy jovencito y he trabajado en restaurantes con estrella Michelin en Valencia, Barcelona, Madrid o incluso Londres. Y mi intención era ser un gran chef. Años atrás, por problemas de salud, sin obtener resultados por parte de la medicina, busqué una alternativa en la alimentación. Empecé a investigar, a leer, mientras trabajaba de cocinero. Mejoré mucho y decidí junto a otras dos personas montar un restaurante de comida saludable. Todo lo que había ganado en mi vida, incluso parte de los ahorros de mi padre, lo invertimos allí. Iba genial. Pero la directora del colegio era fanática del restaurante, y cuando estaba gestándose el centro me propuso venirme. Me insistió mucho, me negué. Pero un día, hablando con mi padre de cómo me había cambiado la salud gracias a la alimentación, me di cuenta de que había que mejorar la forma de comer desde pequeños, en una escuela infantil, por ejemplo. Y dije: «¿Por qué no?» Me apoyó. Fue un momento complicado porque perdí todo lo invertido en el restaurante, pero ahora pienso que fue la mejor decisión que tomé en mi vida.

-¿Por qué?

-Si te soy sincero, el primer año de venirme al colegio resultó muy duro para mí porque pasé de estar en restaurantes de alto nivel y creerme que iba a ser alguien importante a, de repente, cocinar lentejas para niños. Llegaba a casa y pensaba que me había equivocado. Estaba frustrado porque además los niños no comían bien. Recibí críticas de las familias, y un pediatra me llegó a decir si dormía tranquilo por las noches por no dar lácteos a los niños. Pero luego todo se convirtió en algo maravilloso, cada vez empezaron a apoyarme más familias y ahora hay un 80% que han cambiado su alimentación en casa.

-En todo lo que hace hay mucho de desprendimiento, de ayudar a los demás.

-El punto de dar a los demás llegó cuando decidí contar al mundo lo que hacía aquí. Y lo cambió todo. Primero Instagram, luego Facebook, Youtube Pensé que por qué no ayudar a mejorar la alimentación de los niños. Me preguntan si de verdad se comen una crema de hinojo con eneldo y calabaza, y no se sirven patatas fritas. La gente empezó a interesarse hasta el vídeo del aceite de palma, donde todo se ha desbordado.

-En uno de sus vídeos de Youtube decía hace unas semanas que no podía más.

-Trabajo de lunes a domingo, de siete de la mañana a once de la noche. Al día puedo contestar 300 mensajes. Es una locura. Llegó un punto en que me superó porque hoy por hoy saco más de lo que recibo, ya que la gente siempre me pide más, y también tengo que escuchar muchas críticas. Me han llegado a acusar de farsante, pero yo tengo muy claro por qué digo lo que digo. Sé por qué no les doy carne, ni lácteos, a los niños, y muchos nutricionistas me respaldan.

-Dice que trabaja de lunes a domingo. ¿Qué le queda para su vida personal?

-Hoy por hoy nada. Es una cosa que me he replanteado. Mi padre me apoya mucho porque desde que falleció mi madre nos unimos más, pero con mi pareja, que también trabajaba demasiado, hubo un altibajo. Estaba cada vez más cansado, tenía un enorme estrés y no llegaba a todo. Así que hubo un momento en que empecé a decir no.

-¿Ha encontrado su proyecto de vida?

-Me contrataron para dar una charla el otro día y había un centenar de personas. De otros centros preguntaban quién era ese chico que había llenado la sala. Hay una necesidad hoy en día de Juan Llorca que no sé si será una moda, pero me da mucha seguridad, aunque siempre tenga que estar justificando lo que hago.

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