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¿Quién es David Cases?

¿Quién es David Cases?

La vida del presidente del gremio de libreros orbita en torno a los libros, donde halla tal intimidad que incluso le cuesta confesar lo que lee

MARÍA JOSÉ CARCHANO

Viernes, 3 de junio 2016, 21:10

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Si David Cases fuera ministro de Cultura «siempre saldría con un libro en la mano» para fomentar la lectura en un país en el que, «lamentablemente, se lee poco». No tiene tantas responsabilidades, claro, pero quizás el mismo tiempo disponible, que es igual a cero. Pillamos al presidente del Gremi de Llibrers a mediodía, con la persiana ya medio echada en su librería La Traca, que emula el nombre de aquella revista satírica publicada en valenciano que acabó con su director ejecutado. Comparte compromiso social David Cases, en un lugar que transpira conocimiento y que está ubicado en un Benimaclet que cada día más se mueve a ritmo de cultura.

-Además de librero, con el amplio horario comercial que supone esta profesión, decide estar al frente del gremio.

-La librería ya de por sí es un trabajo muy laborioso, porque en España se edita demasiado y hay que trabajar mucho para tener un establecimiento en condiciones. Nunca me había planteado representar al sector, pero uno tiene la sensación a veces de que toca. No hay mucha gente para esto y en ocasiones es complicado negarse, aunque no imaginaba que me iba a ocupar tanto tiempo que tengo que quitar a mi trabajo, a mi familia y a mí mismo.

-¿Es de los que no saben negarse?

-Me cuesta, y sé que hay que aprender a decir que no, como dicen algunos libros. Pero es un reto personal y en un momento tan duro como éste todavía se hace más difícil rechazarlo.

-¿Qué sensación tiene cuando cierra una librería, realidad que lamentablemente se ha repetido demasiado a menudo en los últimos tiempos?

-Tal y como me lo pregunta se me pone la carne de gallina. Cerrar una librería considero que es un drama. Hay un punto de difusión cultural menos y todos perdemos, sin lugar a dudas.

-¿Esta profesión se hereda?

-La librería la fundaron tres amigas de mis padres hace 42 años y permanecieron trece o catorce al frente de ella. Al cabo del tiempo se cansaron, porque además no conozco a ningún librero que se haya hecho rico. Se lo propusieron a mis padres y recuerdo aquel día en que nos sentamos toda la familia a decidirlo. Yo aposté porque sí, entonces era muy joven, y empecé a compaginar el instituto con el trabajo en la librería. Me quedé muy enganchado.

-¿Ha sido muy lector? Parece que no es fácil, con todo el tiempo que nos falta.

-Siempre tengo más de un libro en mi mesita de noche. Hay que buscar momentos para la lectura, que va muy en contradicción con el tipo de vida acelerado que tenemos hoy en día. Soy más lector de fondo, más de clásicos que de novelas contemporáneas. Es un momento de mucha intimidad. Me cuesta mucho decirle a la gente lo que estoy leyendo, y te da salud mental. No tiene precio.

-Sólo falta que ahora me diga que a su mujer la conoció aquí.

-(Ríe) Pues sí. Claro que la conocí en la librería. Era cliente y una gran lectora. Además, conservaba una buena amistad con mi madre pese a ser de mi edad.

-Si han tenido hijos supongo que también habrán heredado la misma pasión.

-Tenemos una hija de nueve años a la que tanto mi mujer como yo hemos leído mucho y ahora es una auténtica devoradora. Estaría todo el día leyendo y le digo que es bueno hacer otras cosas, como deporte.

-¿Se ve entre libros toda la vida?

-Cuando entré a trabajar me fijé como objetivo jubilarme aquí, trabajar toda la vida en mi librería. Un reto que no sabía que iba a ser tan difícil, pero sigo pensando que lo voy a conseguir.

-¿Y que lo herede su hija?

-Ella dice que una de las cosas que quiere ser de mayor es librera. Le cuento que es un trabajo bonito, pero muy pesado, que te pierdes cosas de los niños, por ejemplo, y eso a veces resulta duro. Que sea lo que quiera, pero primero que se forme, que pueda elegir, y si quiere ser librera intentaremos ayudarla, pero que tenga más opciones. Ojalá para entonces haya cambiado la situación de este país y le pueda decir sin lugar a dudas que sí, que quiero que sea librera, pero me gustaría que pueda ganarse la vida también, y ahora mismo no es fácil. Lo que de verdad me encantaría es jubilarme y que siguiera la librería, que debería estar por encima de la persona que la regenta.

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