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Los odontólogos Marta y Diego Peydró, en la entrada a la facultad de Medicina.
En familia con Marta y Diego Peydró

En familia con Marta y Diego Peydró

Ni son gemelos ni falta que les hace para recorrer vidas paralelas. Comparten profesión y gusto por la arquitectura o la estética, pero también hay diferencias. A ella le chifla viajar y la gastronomía; a él, el deporte de ultra resistencia

ELENA MELÉNDEZ

Lunes, 19 de diciembre 2016, 01:20

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La vida de los hermanos Diego y Marta Peydró ha discurrido en paralelo. A ambos los separa un año de diferencia, algo que no impidió que crecieran como gemelos. Marta siempre había querido estudiar Medicina. Sin embargo, un día decidió cambiar de rumbo. Ella cursaba COU y Diego, que hacía tercero de BUP, le preguntó: «¿Tú que quieres hacer?». Fue en ese momento cuando se decantó por Odontología, el mismo camino que sólo un año después tomaría su hermano. Nos citamos en la Facultad de Medicina, un lugar emblemático para ellos. «Aquí empezó todo», señalan, ya que ahí fue donde realmente nació la que sería su profesión, pues hasta hace poco la Odontología era una especialidad dentro de la carrera de Medicina. «De hecho, los dos primeros años se estudian aquí», puntualiza Marta.

Diego está especializado en ortodoncia y ella, en estética y cirugía bucal. Ambos comparten clínica y una concepción holística de su profesión que les dota de una visión global que va más allá de las patologías bucales. «Yo quiero cambiar la vida a las personas, mejorar su día a día. No es sólo arreglar una caries. Nos planteamos hacer un tratamiento global para que los pacientes sean personas más felices, con más salud. Tratando la boca los resultados se perciben en todo el cuerpo», precisa Diego, un auténtico apasionado de su trabajo cuya dedicación le lleva a veces a pasar meses sin descansar un solo día, pues además de su trabajo en la clínica imparte cursos por todo el planeta.

Su infancia la recuerdan feliz y bonita, con unos padres que los llevaban a todas partes con ellos, con los que hacían viajes y acostumbraban a visitar restaurantes. «A los dos nos gusta mucho la estética, la arquitectura, las cosas buenas de la vida. Se trata de un estilo de vida. Yo siempre digo que como eres en una cosa lo eres en el resto de facetas. No puedes ser un desastre trabajando y convertirte luego en súper ordenado en tu casa», revela Diego. Los veranos se marchaban un mes a estudiar idiomas y luego disfrutaban en la playa con sus padres. Se ríen al recordar la época en que Marta practicaba ballet y Diego pasaba tardes en el conservatorio y hacía los deberes mientras la esperaba. Tampoco han olvidado los bocadillos de tortilla de patata que a veces tomaban para cenar.

Otra pasión que le viene a Diego de su niñez es el deporte. Pese a que las disciplinas de equipo no se le daban muy bien, probó con varias modalidades y al final se decidió por la ultra resistencia a través del ironman, el triatlón de larga distancia o los ultra maratones. Hace poco corrió uno en el desierto de 300 kilómetros, lo que como él mismo indica requiere una gran dosis de disciplina mental, a la que se llega a través de un intenso programa de entrenamientos. «Hay gente que me dice: Me gustaría hacer el deporte que haces tú. Y yo le respondo: No lo estás haciendo porque no te motiva. Yo, por ejemplo, lo hago con pasión porque sí que me motiva. Pienso que en esta vida estamos muy poco tiempo y el tiempo que dura hay que hacer las cosas que te gustan», confiesa este odontólogo que cada mañana se levanta a las cinco y media para que le dé tiempo a abarcar todo lo que quiere hacer.

A Marta, por su parte, lo que más le gusta es viajar, la gastronomía, conocer buenos restaurantes y disfrutar de la vida social. Uno de los viajes que más le han marcado es el que hizo el pasado verano a Maldivas. «No fue tanto la experiencia del buceo como el hecho de hacerlo por mi cuenta. Cuando llego a los sitios me gusta dejarme fluir, empaparme del ambiente, pasear por las calles y, sin duda, disfrutar de la cocina local».

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