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La nueva alfombra que luce en el hall desde el martes pasado. / R.C.
El Ritz a sus pies
MUNDO GUERRERO

El Ritz a sus pies

La última joya del gran hotel de lujo es una alfombra de 300 metros cuadrados elaborada a mano por 30 artesanos de una firma granadina

JOSÉ ANTONIO GUERRERO

Domingo, 26 de enero 2014, 08:35

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El elegante hall del hotel Ritz de Madrid es una vibrante y cosmopolita pasarela en la que por la mañana te puedes cruzar con reyes y presidentes de Gobierno, al mediodía con banqueros y empresarios de postín, por la tarde con rockeros y escritores de éxito, por la noche con alguna estrella de Hollywood o de la Liga, y a cualquier hora del día con caballeros con la hipoteca pagada y aristocráticas damas que hunden sus tacones en el mullido suelo de su vestíbulo. Se encaminen hacia donde se encaminen (a sus lujosas suites, a cerrar un negocio, a una conferencia, a tomarse el aperitivo o disfrutar de una copa nocturna bajo los acordes de un arpa), todos dirigirán sus pasos sobre la nueva joya del Ritz: una alfombra artesanal de 300 metros cuadrados, dos toneladas de peso y un grosor de 2,5 centímetros.

La exclusiva pieza es la última adquisición del icónico hotel madrileño, que acaba de emprender un proceso de remodelación estética y, precisamente, lo ha comenzado con la sustitución de la vieja moqueta del imponente hall central del Ritz.

La monumental alfombra ha sido confeccionada en los telares de la firma granadina La Alpujarreña, uno de los últimos reductos en Europa donde aún se sigue tejiendo a mano y sin mirar el reloj. En este formidable tapiz han trabajado treinta artesanos durante los últimos cuatro meses. El resultado es una luminosa obra de arte de 43 colores sencillamente espectacular. La alfombra respeta el tono de la anterior, recrea los diseños de época del rey Alfonso XIII, que inauguró el Ritz en 1910, y aporta al salón aires más modernos que rococós.

Un trocito del Ritz

Tejida en pura lana virgen (con una densidad de cuatro kilos de lana por metro cuadrado), su altura permite a los tacones más arriesgados atravesar el enorme hall acolchado del Ritz con paso firme y sin sufrir percance alguno. Los habituales del hotel, entre los que suele haber un buen ramillete de políticos (el Congreso de los Diputados está a dos pasos y se reparten entre el Ritz y el Palace) han elogiado el diseño y el minucioso trabajo artesanal que hay detrás de los 300 metros cuadrados de tela. El propio director general del establecimiento, Christian Tavelli, ha subido a Twitter una foto suya sobre el tapiz granadino en la que exclama orgulloso: ¡El primero en pisar la nueva alfombra del hotel Ritz Madrid! Tavelli y su equipo han tenido la idea de subastar la alfombra retirada. Muchos clientes nos decían que la troceáramos para así poder llevarse un cachito del Ritz a casa, cuenta su relaciones públicas, Inma Casado de Amezúa.

La casa de subastas Ansorena, que lleva en esto desde 1845, ha sido la elegida para gestionar la puja. Tratándose del Ritz (una suite a partir de 425 euros la noche), el precio de salida es asequible: dos mil euros por llevarse el trozo más grande y blandito de uno de los cinco estrellas más señeros de España, por donde han pasado Mandela, Von Karajan, Richard Burton, Dalí ¡Ay, si las alfombras hablaran!

Desde 1918

Los granadinos de La Alpujarreña no pueden ocultar su orgullo por haber sido los elegidos para alfombrar el gran hall del hotel. Ganaron el concurso convocado al efecto y la obra que ha salido de sus talleres de La Zubia (Granada), es la mayor que han confeccionado hasta la fecha. Su propietario, Félix Losada, de 57 años, no deja de recibir estos días felicitaciones, como las de la Real Fábrica de Alfombras y Tapices de España.

Los de La Alpujarreña no son unos recién llegados al negocio. Todo lo contrario. Llevan casi cien años manufacturando alfombras. Desde 1918, sus telas y sus cuidados diseños han decorado estancias de la Casa Blanca, el Kremlin, el Congreso de los Diputados, así como palacios de Europa y Oriente Medio. Pero hay también embajadas, ministerios, parlamentos como el de Andalucía, Cataluña, Galicia o Castilla León, ayuntamientos y diputaciones, paradores nacionales, y hoteles de lujo como el propio Ritz, el Palace, el Alfonso XIII, el María Cristina, el Juan Carlos I o el Gran Hotel La Toja. Sus telas se pueden ver igualmente en la Casa Batlló de Barcelona, en la Bolsa de Ámsterdam y en sedes de grandes empresas como Telefónica. O en residencias de altos dignatarios, como la de los Reyes de Abu Dabi en Marbella, o la del gobernador de Riad en Arabia Saudí. E incluso en los salones del Teatro Real y el Palacio de la Magdalena de Santander, por citar solo algunos de los escenarios más emblemáticos. Los mejores arquitectos y diseñadores han trabajado para la firma: desde Dalí a Mariscal pasando por Moneo, Siza o el estadounidense Frank Lloyd Wright, uno de los grandes maestros de la arquitectura del siglo XX.

A Félix Losada se le nota satisfecho. Solo pone un pero. Le da rabia que aún haya administraciones del Estado que compren alfombras a los chinos o a los indios en vez de hacerlo a las empresas españolas. Un particular o una empresa privada puede hacer lo que quiera, pero una contrata del Estado debe dar trabajo en España, vamos, digo yo ¿no?.

La Alpujarreña, que exporta a los cinco continentes y dispone de oficinas propias en Rusia y en los Emiratos Árabes, bebe de la tradición telar del viejo Albaicín, el barrio árabe granadino, donde hasta mediados del siglo pasado existían numerosos talleres artesanos familiares. En 1918 un pintor local, José Pérez Ortiz, fusionó varios de esos talleres y creó La Alpujarreña, primero en un precioso carmen albaicinero (el de los Mascarones) y más tarde en La Zubia, a los pies de Sierra Nevada, donde se encuentra la sede central. Allí hacen el diseño de los bocetos, la selección de los colores, el dibujo sobre telares, el bobinado de lanas, el montaje, el anudado a mano, el repaso y la terminación todo artesanalmente y empleando siempre algodón, lino, seda y sobre todo pura lana virgen de ovejas españolas, inglesas y neozelandesas.

De su nave salieron en 2013 diez mil metros cuadrados de alfombras, lo equivalente a unas dos mil piezas de tamaño medio. El nombre no es casual: en ese mágico territorio que es la Alpujarra granadina existen aún telares en funcionamiento con siglos de antigüedad, y de allí es el famoso nudo alpujarreño, una técnica autóctona que ya empleaban los árabes de la Alpujarra en el siglo XIII. Así que habrá que pensar en ir dando a los alpujarreños la sexta estrella del Ritz.

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