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JC. FERRIOL MOYA
VALENCIA.
Martes, 12 de junio 2018, 00:39
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El PPCV se financió de manera «tan absolutamente irregular» durante las campañas electorales de 2007 y 2008 que «fue delictiva». Los entrecomillados pertenecen a la sentencia del juzgado central de lo penal de la Audiencia Nacional por el juicio de la financiación irregular del PP valenciano. Un fallo que condena a penas de prisión a algunos de los que fueron principales dirigentes del partido en la Comunitat, y que, al mismo tiempo, constituye un jaque mate a la época dorada del partido valenciano.
La actual presidenta del PPCV, Isabel Bonig, se apresuró ayer a remarcar que los hechos juzgados pertenecen al pasado, y que el suyo es un nuevo PP valenciano. Los comicios por los que se considera que el partido se financiación de forma irregular son las elecciones municipales y autonómicas de 2007 y las generales de marzo de 2008. En todas esas citas el PPCV logró ser el partido más votado, alcanzando el punto álgido de una hegemonía electoral que en la Comunitat se prolongó desde 1995 hasta 2015. En las autonómicas, el PPCV logró un 53,3% de los votos, a más de 18 puntos de distancia del PSPV. En las generales, el apoyo en las urnas alcanzó el 52%.
Lo que se condena ahora corresponde, por tanto, a la época de mayor pujanza electoral de los populares de la Comunitat. En términos de porcentaje de votos únicamente las generales de 2011 mejoraron esos registros. El juzgado central de lo penal considera probado que en los comicios de 2007 y 2008 el PPCV se financiación de manera irregular. La confesión de Ricardo Costa, que durante el juicio ya admitió los hechos, ha resultado determinante en este sentido.
Costa era el número dos del PPCV presidido por Francisco Camps. Tras las elecciones generales de 2008, el congreso nacional de los populares en Feria Valencia suponía una dura prueba para Mariano Rajoy, que acababa de salir derrotado de las generales ante Zapatero. La alargada sombra de José María Aznar y las maniobras de la entonces presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, amenazaban con dejar a Rajoy fuera de la presidencia de los populares.
Pero no fue así. La posición de Camps, que movió ficha para que el PPCV respaldara a Rajoy, resultó clave para que el dirigente gallego se mantuviera al frente del partido. La influencia de los populares valencianos en aquel momento fue determinante para que el presidente de los populares retuviera el poder. Camps, considerado entonces como uno de los barones regionales con mayor capacidad de influencia, hizo decantar la mayoría del partido a favor de Rajoy. Algunos incluso señalaron entonces al líder del PP valenciano como posible sustituto de Rajoy.
Aquel PPCV tenía en Camps y en la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, a sus principales valores electorales. Y en Ricardo Costa al fiel escudero que atendía las órdenes de su presidente regional. Tan es así, que incluso cuando su hermano Juan Costa tanteó el terreno para medirse a Rajoy en el congreso de 2008 en Valencia -aunque no llegó a hacerlo- , a Ricardo no le tembló el pulso para mantener su respaldo a la posición de Camps -alineado con Rajoy-. Aquel congreso celebrado en Feria Valencia derivó en otro encontronazo judicial después de que la institución ferial denunciara que aquel acto no había so abonado. Finalmente, en verano de 2017 los populares se decidieron -tras una condena judicial- a saldar la deuda contraída nueve años antes.
Aquel PP valenciano encadenó con las autonómicas de 2007 las terceras elecciones con mayoría absoluta en la Comunitat. Su presidente regional estaba considerado como uno de los referentes del partido a nivel nacional y los grupos que entonces ocupaban la oposición no encontraban de ninguna manera la forma de acortar distancias en las urnas con aquella formación. En 2009, sólo unos meses después de estallar Gürtel, Costa se vio obligado a abandonar su cargo como secretario general del PPCV tras enfrentarse a Génova por el caso de los trajes. En los comicios de 2011, dos años después, los populares aún lograron una nueva mayoría absoluta, aunque Camps presentó su dimisión sólo unas semanas después de aquellos comicios.
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