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Señor García
El desafío catalán deja en la Comunitat al Rajoy más dialogante

El desafío catalán deja en la Comunitat al Rajoy más dialogante

El presidente del Gobierno ofrece acuerdos a Puig sobre deuda, inversiones y financiación en una reunión que rompe con la dinámica de choque entre los dos Ejecutivos y que sorprende al Consell por los avances que podría generar

J. C. Ferriol

Valencia

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Lunes, 11 de septiembre 2017, 00:58

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Con el desafío separatista monopolizando el debate político español, la reunión de Ximo Puig y Mariano Rajoy del pasado jueves estaba abocada a la invisibilidad. Amenazaba incluso con convertirse en un encuentro exprés, de apenas unos minutos, que cumpliera el protocolo mínimo entre el presidente del Gobierno y un dirigente autonómico. Con el proverbial maltrato que, desde algunos ámbitos -incluso cercanos al PP-, se ha valorado en muchas ocasiones la gestión del presidente del Gobierno central hacia los valencianos, pocos esperaban de esa cita mucho más que unas palmaditas en la espalda. Y sin embargo, el balance del encuentro permite concluir que Rajoy se aplicó con la Comunitat, ofreciendo una imagen de normalidad institucional que se contrapone y hace aún más visible la insensatez del proceso independentista catalán.

El presidente valenciano salió contento de su encuentro en Moncloa. Con todas las prevenciones a las que obligan los compromisos de palabra y que no van acompañados de una firma en el Boletín Oficial del Estado (BOE), Puig llegó a reconocer ante los medios de comunicación que se había abierto un «canal de diálogo» con el presidente del Gobierno. Habló incluso de «compromiso claro» cuando aludió a que el nuevo sistema de financiación autonómica se apruebe en 2017, y destacó que por primera vez había encontrado al presidente del Gobierno dispuesto a hablar de la condonación de la deuda. Anunció reuniones con los titulares de Hacienda y Fomento -las dos carteras clave en el manejo de los fondos públicos- y una posible visita institucional del presidente del Gobierno a la Comunitat.

Ninguno de esos 'compromisos' incorporan un grado de concreción explícito. Quedan apenas tres meses para que acabe el año y la deriva generada por el 1-O no parece ir a menos, de manera que el escenario político puede no ser el más propicio para lograr acuerdos con celeridad. Pero incluso con esas prevenciones, el balance de la reunión entre el presidente del Gobierno y el dirigente valenciano deslizó un cierto cambio de actitud por parte de Rajoy hacia la Comunitat Valenciana. Así lo reconoció el viernes la vicepresidenta Mónica Oltra, que se sumó al moderado optimismo con el que el Consell ha acogido el desarrollo de la reunión.

La percepción era que el cordón sanitario sobre la Comunitat aún no se hbaía levantado

Desde que estallara Gürtel y los sucesivos casos de corrupción que han afectado a exdirigentes del PP valenciano, la calle Génova construyó un cordón sanitario sobre la Comunitat que se ha mantenido con mayor o menor grado de intensidad y al que se sumaron las consecuencias de una crisis económica que ha obligado a todas las administraciones a apretarse el cinturón y cuyas consecuencias, en el caso de la Comunitat, se han hecho claramente perceptibles. Ni el PP valenciano se salvó de lo que pareció un castigo por parte de la dirección nacional hacia sus dirigentes. Sin ministros, sin apenas visitas, sin cargos en la dirección del partido... ni el relevo al frente del PPCV pareció poner fin a esa penitencia.

Cataluña, paradójicamente, parece haber ayudado a cambiar la percepción de que la Moncloa tiene de la Comunitat Valenciana. El frentismo contra el Estado de Derecho abierto por el independentismo de esa región ha obligado al Gobierno central y a las máximas instancias judiciales a tomar medidas. Hasta la fecha, la filosofía que inspira esa respuesta del Ejecutivo es la de no pasarse de frenada, la de encauzar la contestación en el estricto marco legal, sin atender los requerimientos más intervencionistas que también llegan desde algunos ámbitos.

Casi dos horas de reunión es mucho más de lo que esperaba el propio jefe del Consell

Pero al mismo tiempo, el Ejecutivo central trata de imprimir normalidad al resto de su gestión. Un 'aquí no pasa nada' que, a los efectos de la Comunitat, parece dirigido a encauzar el consenso de unas de las principales reivindicaciones de la Comunitat: la de la reforma de la financiación. Como si Rajoy quisiera evitar a toda costa que el separatismo pudiera encontrar algún caldo de cultivo fuera del territorio catalán. Como si la permanente bronca con el Gobierno tripartito de la Comunitat pudiera dejar algún margen al entendimiento.

Algunos dirigentes populares recuerdan que Madrid siempre ha considerado a la Comunitat como un necesario muro de contención frente al expansionismo que pudiera llegar desde la región vecina. Reforzar ese muro implicaría atajar cualquier atisbo de consolidación de agravio por parte del Ejecutivo central. El propio Puig, en su reunión del jueves con Rajoy, defendió la innegable vinculación del problema de la financiación con el debate territorial. Resolver uno, vino a decir, deja sin justificación al otro.

Rajoy dialogante

Al mismo tiempo, el cambio de actitud de Rajoy para con la Comunitat le ayuda a moderar una imagen en la que el diálogo no ha sido siempre la virtud más reconocida, ni la más utilizada. El Rajoy pactista, el que es capaz de llegar a acuerdos, es un perfil que muchos consideran inexplorado.

Hasta la fecha, el presidente del Gobierno ha sido poco amigo de concesiones de cara a la galería, de abrir puertas a posibles acuerdos si no tenía que acabar cruzándolas. El jueves, con Puig sentado en uno de los sofás beige de Moncloa, el presidente del Gobierno envió un 'podemos hablar de todo' que en el Ejecutivo valenciano ha sido recibido con entusiasmo. Para el Botánico, lograr un sistema de financiación que al menos permitiera cubrir el coste de la prestación de los servicios públicos que componen el estado del bienestar -sanidad, educación y servicios sociales- ya constituiría un triunfo que casi por sí mismo justificaría toda una legislatura.

Los tres síes de Rajoy a las peticiones de Puig, a la reforma del sistema, a mejorar las inversiones y a reconocer la deuda histórica, son por ahora únicamente una declaración de intenciones. Pero el líder del PP no se ha caracterizado hasta la fecha por hacer excesivas concesiones a la galería.

Reconocer al menos una parte de la deuda histórica se consideraría un gran triunfo

Para los populares de la Comunitat, este Rajoy más sensible con la Comunitat se observó también en la interparlamentaria del pasado fin de semana. «Es que en el PP se han puesto las pilas», admite a este diario un alto cargo de Puig. Tanto el planteamiento sobre la financiación autonómica -en aquella intervención emplazó a los socialistas a poner de acuerdo a todas las autonomías que gobiernan para cerrar un acuerdo estable con el PP sobre la reforma de la financiación- como la presencia de dirigentes nacionales en la interparlamentaria- trasladó a la calle Quart la voluntad de la dirección nacional de pasar página de los desencuentros que se habían producido en el pasado curso político, como el cuestionamiento explícito de las inversiones en la Comunitat aprobadas en los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Incluso las sombras que desde algún ámbito interesado trataron de dibujarse sobre la candidatura de Isabel Bonig en 2019 parecen haber quedado despejadas.

Con todo, a nadie se le escapa que de las palabras a los hechos siempre hay una distancia, y que las puertas abiertas son positivas, aunque aún lo son más si definitivamente se cruzan.

El primer objetivo: lograr que el modelo tenga más dinero

Detrás de las buenas palabras deberían llegar los hechos. El optimismo con el que la administración valenciana ha recibido el balance de la reunión entre Ximo Puig y Mariano Rajoy debería de llegar acompañado de la plasmación de los compromisos adquiridos. Los socialistas valencianos también han hecho una valoración positiva de la cita -lo hizo el portavoz de la ejecutiva, Jorge Rodríguez- aunque consideran que para que las intenciones tengan visos de realidad, lo que ahora toca es retratarlas. Por ese motivo, iniciativas como la de la gran manifestación que impulsan los sindicatos en defensa de la reforma financiera se observan con buenos ojos. Algunos cargos socialistas llegan incluso a comparar la movilización que se pretende lograr con la que en 1977 reivindicó el Estatut d'Autonomía para la Comunitat. «El 11 de octubre se cumplirán cuarenta años de aquello» recuerda un destacado dirigente del PSPV.

Mientras se alienta la manifestación en la calle -Blanquerías ha anunciado casi un centenar de actos-, el PSPV también considera que lo que marcará la voluntad real de Rajoy de cambiar la financiación dependerá de la celeridad con la que el Gobierno anuncie qué cantidad de fondos destina al nuevo modelo. Hasta la fecha, los cambios del sistema han venido acompañados de un incremento de fondos que el Ejecutivo central aportaba para el reparto entre CC AA. «Con las mismas cantidades que en el modelo vigente, no habrá acuerdo posible», se señala desde Blanquerías.

Los socialistas valencianos reconocen que el periodo de vigencia del modelo -qué año se tomará como el de su entrada en vigor- también podría ser significativo. El aprobado en 2009, vigente en la actualidad (aunque era para cinco años) no vio la luz hasta finales de ese año. Pero la decisión política fue la de que tuviera efectos desde el 1 de enero. El nuevo sistema podría tener efectos retroactivos desde 2016 -ya se ha liquidado 2015- aunque no parece probable que el Ejecutivo central vaya a estirar tanto la mano.

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