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Raúl Castro levanta el brazo del nuevo presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, nombrado formalmente ayer en la Asamblea Nacional. Adalberto ROQUE / afp
Un comunista con alma de rockero

Un comunista con alma de rockero

Díaz-Canel, que hoy cumple 58 años, es un aficionado a bailar salsa que impulsó el movimiento LGTB en la isla caribeña

M. L. GUEREÑO

LA HABANA.

Viernes, 20 de abril 2018, 00:33

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Cuando Miguel Díaz-Canel ingresó en 1987 en la Unión de Jóvenes Comunistas, le gustaba el rock, estaba flaco, llevaba melena, pantalones vaqueros y se movía por su Villa Clara natal en bicicleta. Entonces, este cubano muy normal, seguramente no podía ni imaginarse el camino que iba a recorrer. Hoy cuando cumple 58 años, ya es abuelo y baila casino (salsa) casi como un profesional, lleva un día como presidente del Consejo de Estado y de ministros de la República de Cuba.

Las nuevas responsabilidades no le impiden «darse sus pasillos» de salsa con su segunda esposa, Liz Cuesta, ni bailar «pegao» con ella o demostrarle con besos su cariño en alguna de las fiestas que entidades estatales ofrecen por Navidad. Que lo haya acompañado a varios viajes oficiales, a votar en las elecciones y otras actividades, hace pensar que podría desempeñar por primera vez en la revolución el cargo de primera dama, pues anteriormente la presencia de la ya fallecida Vilma Espín, esposa de Raúl Castro, junto a Fidel respondía a su posición como presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas.

Con su novia de juventud, Marta Villanueva, Díaz-Canel -nacido en el municipio de Placetas, el 20 de abril de 1960- se casó y tuvo dos hijos, que hace años, desde su divorcio, viven en La Habana. Sin embargo, no son esas cualidades las que lo catapultaron a la jefatura del Estado. Saltó a la mira de Fidel y Raúl Castro cuando en los años 90, los más duros del llamado periodo especial, y siendo primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC) en Villa Clara demostró su capacidad organizativa para improvisar con éxito en apenas dos días la visita casi sorpresa a la provincia del entonces líder cubano. En ese puesto estuvo nueve años y bajo su mando prosperó el proyecto inclusivo conocido como 'El Mejunje', en cuyas instalaciones creció el movimiento LGTB y su bar fue el primero en presentar espectáculos de travestismo en la isla.

De allí pasó a la jefatura del partido en la provincia de Holguín durante seis años, lo que, según explicó ayer Raúl Castro, quien ha sido su principal valedor, «no fue casualidad» pues era «parte de su preparación», como «intentamos hacer con una docena de jóvenes que llegaron al Buró Político» que no llegaron a «materializar» su carrera política. Según el ya expresidente de Cuba, Díaz-Canel «fue el único sobreviviente» de ese grupo.

Sus paisanos lo recuerdan «sencillo» en las distancias cortas, que disfruta como muchos de sus compatriotas jugando al dominó. Hijo de un trabajador cervecero y de una maestra de primaria, parece tener los pies en la tierra. Siempre le ha gustado, como comentó durante las recientes elecciones al Parlamento, construir «una relación de Gobierno y pueblo».

Los cubanos, particularmente los habaneros, no lo conocen demasiado. No fue hasta el año 2009 cuando Díaz-Canel llegó a la capital para asumir la cartera de Educación Superior. En el 2012 fue elegido vicepresidente del Consejo de Estado y de ministros para supervisar la educación, ciencia, deporte y cultura, áreas fundamentales en el desarrollo del país. Un año después se confirmaba su ascenso paulatino al ser designado primer vicepresidente y miembro del Buró Político del poderoso Comité Central del PCC.

Ayer, Raúl Castro confesaba: «Desde ese instante teníamos la absoluta certeza de que habíamos dado en el clavo». Sobre todo, porque Díaz-Canel simultaneaba el cargo con la «atención a la esfera ideológica del Partido». A esa dualidad de funciones, suma otras cualidades como ser «un administrador eficiente, pragmático, discreto y un hombre del aparato». La oposición, por el contrario, está convencida de que el recién elegido presidente de Cuba será una «marioneta».

Fogueo en cumbres y viajes

Díaz-Canel es claro al asegurar que el general Castro, como primer secretario del PCC «encabezará las decisiones de mayor trascendencia para el país y el futuro de la nación». Mientras, observadores de la realidad cubana destacaban su participación en cumbres, viajes al extranjero, audiencias con mandatarios como parte de su fogueo para el nuevo puesto.

Según el analista Esteban Morales, Díaz Canel «sabe lo que tiene hacer», pues «ha manejado la política de este país» en los últimos cinco años, «él escucha, oye y lee» sobre todos los temas claves de la nación. En su opinión, el nuevo presidente tiene todas «las condiciones, posibilidades y características para impulsar la economía». El principal reto será hacerla crecer para «detener cierto flujo de personas calificadas» que «se nos van».

Para el politólogo Arturo López Levy, cubano residente en Estados Unidos, «sin la retórica mágica de Fidel Castro ni la legitimidad de fundador del proceso que ha logrado Raúl Castro, el nuevo equipo de gobierno está forzado a mostrar un desempeño eficaz en promover desarrollo económico y bienestar».

Díaz-Canel, coincide con su mentor en valorar la «conducción cada vez más colectiva» y sin vuelta atrás, «ni restauración capitalista». Él tiene claro también que su mandato en Cuba y su transición es justamente la «continuidad».

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