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Fernando Alandí. :: LP
Piden 4 años de cárcel al denunciante del caso Avialsa por espiar a su jefe

Piden 4 años de cárcel al denunciante del caso Avialsa por espiar a su jefe

La fiscalía sostiene que Fernando Alandí y otro empleado accedían al ordenador del empresario para vigilarle

A. RALLO

Domingo, 15 de enero 2017, 23:53

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Francisco Alandí ha sido el denunciante del caso Avialsa, el supuesto trato de favor a la empresa encargada de la extinción de incendios que mantiene como investigado al exdelegado del Gobierno Serafín Castellano. El que fuera gerente de la sociedad se convirtió en testigo clave de la Fiscalía Anticorrupción para proseguir con las pesquisas que terminaron con un entramado dedicado al amaño de contratos de extinción en España y Europa. No obstante, Alandí no está exento de problemas judiciales. El primer asunto que deberá afrontar son los cuatro años de prisión que la Fiscalía de Valencia le pide por un delito continuado de descubrimiento de secretos informáticos. Durante años, antes de destaparse el escándalo, Alandí y otro trabajador de la firma aeronáutica se dedicaron a espiar al dueño de la empresa, Vicente Huerta. Los hechos ocurrieron entre 2011 y 2012, cuando los acusados, «previamente concertados y siguiendo un plan preestablecido», sometieron a «una estrecha vigilancia» la actividad empresarial de Huerta, pero también su vida personal. El otro acusado aprovechaba su puesto y conocimientos -era responsable de Informática de la firma- para motu proprio o siguiendo las órdenes de Alandí «acceder de una manera reiterada a información del ordenador personal de Huerta».

El ministerio público relata varios episodios en los que se produjo ese espionaje. En el verano de 2011, Alandí pidió que se averiguase a través del correo electrónico de Huerta si este había reservado unos billetes de avión. El otro acusado le contestó que el empresario había contratado un vehículo en Roma y que viajaban cuatro personas. Unos meses más tarde, el gerente reclamó información acerca de un viaje en AVE a Madrid. Semanas más tarde, de nuevo, persistieron en su acción delictiva, siempre según la calificación del fiscal. Los acusados trataron de averiguar otro viaje a Roma y las noches que iba a pernoctar allí. Del mismo modo se interesaron acerca de cierta documentación impresa. «Eran rutas de senderismo y mountain bike con parejas y cosas destacables para ver», le responde el colaborador.

En marzo de 2012, el gerente le pidió al jefe de Informática que hiciera una copia en un disco duro de los correos del dueño aprovechando que Huerta estaba de viaje. Finalmente encargó una copia de seguridad de todo el disco duro «para verlo en casa tranquilamente», recoge el escrito del fiscal, que aparte de la pena de prisión, solicita para Alandí una multa de 9.450 euros.

El caso Avialsa se dividió en varias piezas. Dos son las que comprometen el futuro del que fuera conseller y posterior delegado del Gobierno, Serafín Castellano. La primera, que se instruirá definitivamente en la Audiencia Nacional, recoge los supuestos cohechos del cargo público. La investigación apunta a que Castellano recibió relojes de lujo, escopetas y se le invitó a cacerías para premiar el trato que dio a la mercantil Avialsa desde su conselleria. Los informes recogen el incremento, sin aparente motivo del precio del servicio, y cómo no se penalizó a la firma pese a que no contaba con los mejores aviones que sí figuraban en los contratos. Alandí declaró en su día cómo en las jornadas cinegéticas se negociaban todos los detalles entre Huerta y el responsable autonómico.

Además, estas pesquisas aportaron más luz a otro asunto que ya se encontraba en un juzgado de Valencia. Se trata de otro trato de favor de Castellano, en este caso a través de todas las consellerias en las que desempeñó su labor, a la sociedad de un empresario amigo suyo, Pérez Taroncher. El constructor, ya fallecido, obtuvo numerosos contratos al margen del procedimiento legal. La Policía Nacional descubrió una evasión de fondos de dos millones de euros a una cuenta en Luxemburgo. Castellano y Taroncher tenían negocios en común, entre ellos algunas propiedades.

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