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Tres libros. El Consistorio tuvo que colocar más ejemplares para agilizar la cola, aunque daba la vuelta a la sede del Ayuntamiento. :: fotos jesús signes
«Gracias por tus desvelos por Valencia»

«Gracias por tus desvelos por Valencia»

Los vecinos del cap i casal hacen más de una hora de cola para participar en el homenaje, al mismo tiempo que crece la ofrenda floral en la calle

PACO MORENO

Viernes, 25 de noviembre 2016, 00:13

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Ni el frío matinal ni la larga espera de pie. Nada impidió que ayer siguiera el torrente de personas que se acercaron al Ayuntamiento para rendir tributo a Rita Barberá. Si en la jornada anterior habían pasado 650 vecinos, ayer a media mañana ya se habían contabilizado un millar. Una hora antes del cierre a las ocho de la tarde, la cola seguía dando la vuelta por la fachada de la sede Consistorial hacia la calle de la Sangre.

«Yo llevo una hora y media esperando», comentaba un vecino antes de entrar en el Salón de Cristal, donde los responsables municipales tuvieron que colocar hasta tres libros de condolencias para reducir la espera. Al lado, a la derecha de los atriles, un ramo de rosas en agua para que se mantuvieran frescas junto a fotografías de la que fue alcaldesa de Valencia durante 24 años.

«Muchas gracias por haber sido nuestra alcaldesa, por haber sido honrada. La Justicia divina te premiará por haber dado tu vida por Valencia», comentó Mila sobre la dedicatoria que había estampado en el libro. Acompañada por María, la emoción embargada a las dos y la segunda apenas pudo articular palabras. «Casi no podemos hablar, su final ha sido algo cruel».

El ambiente general era de tristeza, pero cubierto con una capa de indignación. De la larga cola emanaba enfado por el daño causado a Barberá los últimos años de su vida con el deseo de implicarla en casos de presunta corrupción.

«Hoy dejas a tu Valencia, tierra que tanto has querido. Gente en la que has confiado y han estado contigo, dicen que se han dedicado a robar bajo tu techo querido. Has confiado en ellos y ese ha sido tu castigo. Que la paz esté contigo en ese lugar de amor donde no existe el dinero, ni la política ni el rencor». Adelaida leyó el borrador redactado en casa para no equivocarse en nada de lo que quería expresar. «La familia ha hecho bien en no traerla», opinó sobre la capilla ardiente ofrecida por el Ayuntamiento.

«¿Por qué están las cortinas corridas y no podemos ver a la Virgen?». Una señora se dirigió así a uno de los agentes de la Policía Local que controlaba que la cola funcionara bien. Junto al Salón de Cristales hay un pasillo acristalado, por donde se entra en el Museo Histórico Municipal y sobre una mesa hay una imagen de la Mare de Déu, de bella factura y tamaño medio, conocida porque siempre hay turistas que hacen saltar la alarma cuando tratan de tocarla. El agente esquivó el asunto como pudo, aunque realmente no era su función controlar los cortinajes.

«¿Usted es periodista? ¿Cómo sé de dónde es?» Ricardo no tenía muy claro si quería atender a las preguntas hasta que comprobó la identificación. «Le he dicho que ha vivido por y para Valencia, renunciando a cargos importantes en Madrid. Ha amado a España y a Valencia».

Si hubiera que calificar lo que transmitían las miles de personas que pasaron ayer por el Salón de Cristales las palabras serían lealtad y cariño. Una fidelidad extrema a una persona que renovó el cargo con cinco mayorías absolutas, algo que no se repetirá hasta dentro de mucho tiempo. De ahí que todas las conversaciones en la cola girasen en torno a la necesidad de reforzar su figura pública y difundir su legado. «Ha sido muy buena alcaldesa y los valencianos no la vamos a olvidar», finalizó Ricardo, mientras que María recordaba su escrito de condolencia, simple, directo y sincero. «Has sido valenciana, española y la mejor alcaldesa, ¡gracias!»

Desde las ocho de la mañana y hasta las cinco de la tarde se mantendrá hoy abierto el Salón de Cristales para los que quieran plasmar sus condolencias. La Policía Local tuvo que ordenar la cola dentro del Consistorio para que no hubiera tantas personas en la calle. En el hall de la primera planta se formó una fila ordenada que daba varias vueltas, donde imperaba el silencio o en todo caso los murmullos.

Los turistas preguntaban en la puerta principal, donde eran informados de que el balcón permanecería cerrado hasta el lunes. Todo lo necesario para evitar el colapso y atender con el máximo respeto a las personas que acudían al Salón de Cristales. Los periodistas tenían permiso para grabar pero no para emitir directos ni entrevistar en el Consistorio para evitar alteraciones en un ambiente de recogimiento total.

«Me he despedido de una buena alcaldesa; era de la calle, del pueblo, era muy querida por todos». Antonio, de la pedanía de Castellar, también se mostró muy afectado en la puerta del consistorio, donde esperaba la fila paciente.

A la izquierda, aprovechando la reja de una ventana en la planta baja, el altar iniciado la tarde del miércoles crecía sin parar. Pequeños ramos de flores, mensajes escritos a mano y pinchados en una cinta, velas en recuerdo de la alcaldesa, todo se mezclaba en la acera mientras se formaban grupos de viandantes, que se paraban para leer las notas y ver las fotografías de Barberá.

«Mándanos fuerza»

«Rita, muchas gracias por haber sido la mejor alcaldesa que hemos tenido los valencianos. Mándanos fuerza para poder continuar sin ti. DEP», decía uno de los escritos. Otro, clavado sobre una Senyera, era más breve pero igual de emocionante: «A la mejor alcaldesa que ha tenido mi ciudad. Un valenciano agradecido». No hace falta más. El lugar improvisado para la ofrenda floral se mantendrá seguramente hasta hoy en el mismo lugar.

Para Rosa, la alcaldesa fue una «gran mujer, con unos sentimientos tan grandes para su pueblo, que es Valencia. Antes de ella éramos pueblerinos y ella ha hecho el cap i casal. Puso su ilusión en todo lo que pudo hacer».

El ambiente de emoción le pudo a algunos. Pese a que habían transcurrido más de 24 horas de la pérdida, las lágrimas aparecían en algunos rostros. «Soy del pueblo más pequeño de la Comunidad Valenciana, he venido en nombre de mi familia y...» Ya no pudo seguir, ni siquiera decir su nombre, para salir del Consistorio restregándose los ojos y con la cabeza baja.

Josefa Alberola estaba un poco más serena, aunque también hablaba con voz baja y contenida. «Le he puesto en el libro que muchas gracias por todo lo que ha hecho por Valencia, es una pena la manera en la que se ha ido, lejos de su casa». Junto a ella, Emilia Esteve también participó en las condolencias. «Valencia siempre tendrá una gran deuda contiguo», recordó que había escrito mientras bajaba por la escalera de mármol, a unos metros del despacho ocupado por Rita Barberá durante más de dos décadas.

Carmen y Adolfo salieron a la luz de la calle satisfechos pese a la espera. «Le he escrito que mis respetos a una gran valenciana y una gran española», mientras que su acompañante ofreció una de las frases que mejor resumen el homenaje: «Gracias por tus desvelos por Valencia».

Pese a que ha transcurrido más de un año y medio desde que dejó el Ayuntamiento, muchos de los testimonios utilizaban el presente de indicativo. La presencia de Barberá era palpable en buena parte de la jornada. «Nos hace falta; yo la apreciaba mucho por la simpatía que tenía», comentaba Emilia, quien trabajaba como comerciante en el mercado de Ruzafa. «Ella iba y daba mucha alegría; yo no soy ni de un partido ni de otro, pero la apreciaba».

Barberá acuñó desde los primeros años el apelativo de alcaldesa de los mercados. Entre los puestos y la gente, en la corta distancia de la conversación, el abrazo y las reivindicaciones que le llegaban directamente era donde mejor se encontraba.

«En recuerdo de la mejor alcaldesa que tendremos nunca en Valencia.» Julia lo tuvo muy claro, lo mismo que Pura Sánchez. «Hemos venido a expresar nuestro sentimiento hacia la persona que queremos, ha sido muy honrada. Mi familia entera creíamos en su honradez y ha sido para todos una magnífica alcaldesa de Valencia».

Junto a María José Sánchez acababan de firmar en el libro de condolencias, que a esas horas tenía más de un millar de mensajes. «Gracias por la mejor alcaldesa que hemos tenido», fue el epitafio de la segunda, con seguridad repetido en cientos de páginas en los tres ejemplares.

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