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BURGUERA
Viernes, 28 de octubre 2016, 00:29
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Un conseller de Educación o una consellera de Sanidad nunca tienen un día bueno. Son departamentos con multitud de frentes abiertos y, como arranca la novela de Graham Greene, 'El tercer hombre', nunca sabes de dónde vendrá el golpe. La socialista Carmen Montón, que ayer acudió a Les Corts por iniciativa propia porque quería echarle en cara al PP la gestión del Hospital Provincial de Castellón, se encontró con que, en mitad de una de sus intervenciones, un grupo de invitados de desplegaron carteles de protesta por su gestión. Sindicalistas de Comisiones Obreras (CCOO) mostraron cartulinas donde se leía «Montón no despidos». Los manifestantes, los primeros desalojados en la actual legislatura, habían sido invitados por Compromís.
La situación fue el colofón de un pleno complicado para el Consell. Durante la sesión de control al presidente de la Generalitat, Ximo Puig, desde Podemos se le reprochó al líder socialista su complicidad y colaboración necesaria para la investidura de Rajoy. «Su cambio de criterio le va a dar el Gobierno a Rajoy y pone en riesgo la viabilidad de nuestras propuestas y de usted mismo», le advirtió el síndic podemista, Antonio Montiel. Puig también tuvo que escuchar al portavoz de Compromís, Fran Ferri, afeándole la apuesta del PSPV: «No es preciso dar apoyo a quien discrimina a los valencianos». Más tarde, en la comparecencia de la también socialista María José Salvador, consellera de Vivienda, con motivo de los desahucios en la Comunitat, los podemistas le recordaron que «la abstención del PSPV no es la mejor medida para erradicar los desahucios».
Así iba la jornada plenaria cuando Montón salió a criticar a la oposición, el PP, por la mala gestión que la Diputación de Castellón hace en el Hospital Provincial. La consellera descargó toda la batería de miserias perpetradas por los populares en el centro sanitario. Dirigir Sanidad y exponerse abiertamente en un pleno denota una enorme seguridad en uno mismo y un revestimiento impermeable a las críticas, pues el diputado del PP José Juan Zaplana replicó a Montón recordándole sus nombramientos partidistas y un buen número de asuntos extraños. La consellera exhibía su talante impasible habitual frente a las críticas hasta que aparecieron las pancartas. Los sindicalistas fueron desalojados en medio minuto. El presidente de Les Corts, Enric Morera, ni abrió la boca. El PP criticó tanta celeridad a la hora de echar a los que protestaron. Montón intentó culpar a los populares de «instrumentalizar» esas quejas, hasta que se enteró de que los sindicalistas fueron invitados por Compromís. Los nacionalistas se pidieron explicaciones entre ellos, una tensión interna a la que se sumó la propia Montón tras acabar el pleno, que se acercó a los diputados de Compromís que, teóricamente, están de su lado.
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