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La política real  atropella a Podemos en la Comunitat Valenciana

La política real atropella a Podemos en la Comunitat Valenciana

Los podemistas cierran un año en el que asumen fracasos, se amoldan a los pactos clásicos y sufren deserciones de cargos públicos que se aferran al sillón

D. Burguera

Domingo, 24 de julio 2016, 22:15

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Hace trece meses eran trece diputados. Llegaron descastados a la Cámara parlamentaria valenciana. Pregonaron su intención de cambiar hasta los percheros de Les Corts. Avisaron a los partidos clásicos de que ellos llegaban para renovar formas y fondos de hacer política. Advirtieron al Consell de que actuarían de intermediarios entre el Ejecutivo y la ciudadanía valenciana, como una especie de Pepito Grillo. Hoy, en Podemos cuentan los días y las horas para irse de vacaciones como quien se quita una losa de encima. Durante el curso se han dejado en la gatera gran parte de su pelaje renovador. Internamente, durante el año se han producido sonadas deserciones y la temporada se cierra con una purga de las de toda la vida (clásica), un pulso por el poder que ha derribado a la secretaria de Organización, Sandra Mínguez. En cuanto a la actuación en la vida pública, sus proyectos políticos también han sufrido un (clásico) baño de realidad. «Ellos que pensaban comerse la vida fue la vida y se los merendó», cantaba Sabina en 'Rap del optimista'.

Ahora son doce diputados en Les Corts. Una se fue, Covadonga Peremarch, y cobra 3.000 euros al mes por no hacer nada reseñable en la Cámara más allá de votar en los plenos, y no siempre. Entre la docena de parlamentarios, la tensión se podía cortar en los últimos días. Se destapó antes de lo previsto que Mínguez sería destituida por el síndic en Les Corts y secretario general de Podemos en la Comunitat, Antonio Montiel, que a la vez prepara una reorganización del partido en Alicante, donde la concejal en la capital alicantina Nerea Belmonte (expulsada ayer del partido) se atornilló al sillón municipal tras conocerse una contratación tan irregular como el modo en que Peremarch obtuvo los votos en las primarias en Dénia. Además, la vocación de Pepito Grillo del Consell se ha esfumado. En Podemos pretenden integrarse en el Ejecutivo. Ese deseo (también muy clásico) de 'tocar' poder se acoge con reticencias en las filas del Ejecutivo, especialmente desde Compromís, donde ya hacen cuentas y proyecciones electorales a tres años vista. En la coalición que lidera Oltra consideran que los simpatizantes y votantes de Podemos en la Comunitat son, potencialmente, suyos, una absorción que desde hace meses advierte el sector podemista más crítico con el líder valenciano de Podemos, Antonio Montiel.

La organización

Orgánicamente, comienza a visualizarse una profunda brecha. Por un lado, aquellos dirigentes que llegaron a la cúpula de Podemos provenientes de los movimientos reivindicativos dinamizados por el 15M. Por otro, aquellos dirigentes que militaron en colectivos políticos veteranos (»algunos somos del 14M, y hasta del 13M», bromean), en la mayoría de casos bregados en los sindicatos clásicos y en los departamentos de universidades centenarias. La desconexión y enfrentamiento entre Mínguez y Montiel es un claro ejemplo de esa diferente raíz. El modo en que se han resuelto es, también, una demostración de que los viejos rockeros nunca mueren y las fórmulas clásicas de destitución en política, tampoco.

Junio de 2014. Primer domingo después de las elecciones europeas. En el tinglado número 2 de la antigua dársena del Puerto de Valencia un grupo de chavales montan unas mesas y ponen en marcha una improvisada megafonía. Entre aquellos fundadores del círculo de Valencia, una profesora de Matemáticas. El partido de Pablo Iglesias había logrado por sorpresa cinco eurodiputados. «Hola, me llamo Sandra». Así se presentó Mínguez, una de las que atendió a la cola de personas que aquel día se inscribieron en una base de datos para recibir información de las actividades de aquel Podemos incipiente. Posteriormente, acaparó poder y cargos. La ya exsecretaria es diputada autonómica, la única valenciana en el Consejo Ciudadano Estatal (algo así como la ejecutiva nacional), secretaria de Educación a nivel nacional y autonómico y miembro del Consejo Ciudadano Autonómico, donde se han producido media docena de incorporaciones tras otras tantas dimisiones en lo que va de año.

Noviembre de 2014. Fuentes de la dirección de Compromís aseguran que aquellos días la actividad era intensa. En uno de los despachos del grupo parlamentario de la coalición, Montiel, entonces un veterano militante de la defensa de la huerta valenciana, se entrevistó con los dirigentes nacionalistas para ver si se incorporaba a sus candidaturas, según esas mismas fuentes. La negociación no cuajó. No era la primera vez que una formación 'clásica' sondeaba a Montiel. El funcionario, abogado y profesor de Derecho Constitucional es un viejo conocido de la política valenciana. Sin embargo, a mitad de enero de 2015, tras convertirse en el candidato oficialista para liderar Podemos en la Comunitat, el secretario general del PSPV, Ximo Puig (aún no era presidente de la Generalitat), se lo cruza en la plaza de la Virgen sin verlo o sin quererlo ver. Medio año después firmaron los dos el pacto del Botánico junto a Mónica Oltra, la líder de esa formación con la que negoció con Montiel medio año antes.

Julio de 2016. El estrés pasa factura a Antonio, físicamente indispuesto al punto de abandonar el penúltimo pleno de Les Corts. A pesar del malestar, se reúne con Sandra, quien ni siquiera será mínimamente avisada de que ese viernes Montiel comunicaría a Pablo Echenique, el secretario nacional de Organización de Podemos, que Mínguez iba a ser relevada como secretaria autonómica de Organización. Un error en el cruce de mensajes provoca que la trama llegue al móvil de Minguez, que reacciona pública y aparatosamente. Incendio interno a causa de una destitución fraguada mediante conceptos muy alejados de las plazas asamblearias: una purga tan clásica que Maquiavelo ya describió hace quinientos años: «El que quiere ser tirano y no mata a Bruto y el que quiere establecer un Estado libre y no mata a los hijos de Bruto, sólo por breve tiempo conservará su obra». El lunes siguiente, a la vez que se reúne con Mínguez para explicarle, en diferido, su destitución, Montiel prepara otra depuración, la que abordará en Alicante antes de finalizar el año. La dirección de Podemos en la Comunitat quiere poner orden especialmente en la provincia alicantina, donde los más cercanos a las tesis asamblearias del 15M, pero también muy críticos con el modo en que Mínguez arrasó con las voces disidentes, todavía hacen frente a la autoridad que emana de Madrid. Dos días después, el pasado miércoles, Echenique elude respaldar la defenestración de Mínguez. Se hace a un lado. Señala a Montiel y permite que se escenifique un típico pulso interno, si bien apunta sobre Sandra Mínguez que «en la relación que tuve con ella me dio la impresión de que hacía un trabajo muy bueno», lo cual no es precisamente un espaldarazo a Montiel.

Un año después

Entre los cargos públicos podemistas flota actualmente cierta decepción, pero no como meses atrás, cuando se generó un sentimiento de incredulidad por la contumaz negativa de Peremarch de abandonar el escaño en Les Corts y atrincherarse con el acta de diputada y el sueldo íntegro. Entonces rechazaron que ese caso sirviese para ser considerados 'como los demás partidos'. Sin embargo, ahora, tras la salida de Mínguez, junto al desencanto se instala en el partido morado la duda de si están más cerca del espíritu asambleario de la CUP o del funcionamiento clásico del PSPV. Montiel se ha rodeado en Les Corts de los diputados con un perfil más académico, como es el caso de Fabiola Meco o Marc Pallarés, mientras que Mínguez mantiene buena relación con diputados como César Jiménez, secretario general podemista en Castellón o Cristina Cabedo y Antonio Estañ.

Políticamente, a Podemos le han atropellado los acostumbrados tejemanejes de la política real. Arrancó la legislatura anunciando su intención de poner en marcha varios organismos, renovar otros y limitar una serie de privilegios.

Los podemistas quisieron hacer de Les Corts su centro político de operaciones, revestido de la legitimidad que da una institución de indudable tinte democrático, poder legislativo generado por las urnas. Puso sobre la mesa de sus compañeros del Botánico varios asuntos: la televisión y la agencia antifraude. Dos proyectos tan ineludibles como urgentes. Podemos también quiso dejar huella modificando sustancialmente una institución relacionada con el control y análisis de la actividad política: la Sindicatura de Comptes. Además, el partido morado pretendía acotar el margen de maniobra de los exjefes del Consell a través de la reforma del Estatuto de Expresidentes.

Un año más tarde, el rédito político obtenido por los podemistas es más bien pírrico. La agencia antifraude se ha pospuesto hasta septiembre, a pesar de que el proyecto de ley fue presentado en octubre del año pasado. Desde la Conselleria de Hacienda hasta se habilitó una partida para esa oficina que, como mucho, quizá tome forma este próximo otoño. Un año completo esperando un ente que choca frontalmente con la Conselleria de Transparencia y la Sindicatura de Comptes. Precisamente, este último ente auditor de las cuentas de la Generalitat también ha recibido la atención de Podemos, y también se ha quedado con la miel en los labios. El resto de partidos pactaron a espaldas de los podemistas la renovación de los síndicos y la entrada de un nuevo síndic mayor, sin esperar a que la modificación legislativa impulsada por el partido morado se aprobase en Les Corts. Es más, desde Compromís y PSPV apretaron el acelerador y pactaron a conciencia con el PP especialmente para que Vicent Cucarella pudiese sustituir a Rafael Vicente Queralt al frente de la sindicatura sin verse sometidos a los cambios propiciados por Podemos. Toda una declaración de intenciones que rozó el esperpento cuando el pasado 7 de julio se votó en el pleno de la Cámara la modificación del Estatuto de Expresidentes y el resultado arrojó un balance sorprendente: ni los podemistas apoyaron las modificaciones. Nadie. Meses de trabajo perdidos. De nuevo sus socios en el Botánico pactaron con Ciudadanos y PP para evitar que el partido morado vaciase de contenido, y, sobre todo, partida presupuestaria la actividad de los expresidentes. Como remate, el pretendido consenso alrededor de la ley para la nueva televisión pública valenciana ha saltado por los aires a cuenta de la propuesta de que presida el ente un profesional, Josep López, con vinculación familiar con destacados miembros de la cúpula del PSPV, una afinidad que desconocía, según dicen, tanto Compromís como Ciudadanos y Podemos a la hora de firmar un pacto que escenificaba el consenso pretendido por los podemistas y que la política real se ha encargado de atropellar, otra vez.

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